- Oh, seguidme. No os queréis ahí. - la monja se fija en Zeil, mientras Nahu y yo cargamos con él. - ¡Que las esencias nos asistan! ¿Está herido?
- Sólo en el orgullo. - no puedo evitar sonreír. Zeil que nunca perdía en las batallas y ahora esta teniendo que ser remolcado por una chica...
- Bueno, en ese caso prosigamos. - sinceramente hubiera agradecido que me lo quitara de encima, por que cada vez me costaba más seguir arrastrando aquel peso muerto.
La anciana nos guía hacia la parte trasera de la iglesia. Cada vez vamos mas lentos, pero eso a ella no parece importarle así que nos lleva hacia unas escaleras por las que subimos a una planta alta donde hay comida, agua, velas y cosas varias, no se para que serán, pero nos vendrán bien si la anciana nos permite hacer uso de ellas.
- No os puedo ofrecer otro lugar a todos. Aquí dormían los peregrinos cuando estaban de paso.
- Muchas gracias, señora. - dice Nahu - Se lo agradecemos todos, es muy amable al dejarnos descansar aquí.
- Yo no, es lo que debe hacer ya que soy el príncipe Zeil. - susurra por lo bajo, Zeil era algo arrogante desde pequeño, pero parece que el tiempo lo ha vuelto más aún. A modo de venganza Nahu le pone la zancadilla y lo hace caer a un montón de heno, a pesar de mi sonrisa al verlo en esta situación, me entristece el tipo de comportamiento que tiene.
- Cuidado, príncipe que te vas a caer. - Dice Nahu. Por su cara, ahora mismo Zeil debe de odiarnos...
- Seras... - Dice Zeil furioso
- Pero, ¿tenéis energía para eso? - dice Kenta mientras se acurruca en una esquina, al final va a resultar el más sensato.
- No, yo estoy agotado. - Dice Nahu ignorando a Zeil mientas se sienta en otro montón de heno en la esquina opuesta. Zeil resopló y se trató de acostar en el heno en el que había sido abandonado. La monja y yo nos limitamos a mirar, me he quedado sin "cama", tendré que dormir en el suelo... Pero si por mi fuera apartaría al repelente de Zeil de una patada y me quedaría con su cama, pero supongo que no es lo mejor si quiero que confíe en nosotros.
- Ata, ven. - Me llama Nahu, mientras me hace un gesto indicando que me cede su heno, pero niego con la cabeza y le sonrío mientras me siento a su lado, no quiero dormir sola esta noche, han pasado demasiadas cosas... La verdad es que tengo miedo.
- Jóvenes, ¿me permitís una pregunta indiscreta? - dijo la anciana dirigiéndose a Nahu y a mí. Pero sin darnos tiempo a contestar prosigue - ¿Sois pareja vosotros dos?
Siento que me arde la cara, debo de estar rojísima. Los dos nos esforzamos en negarlo, y a él también se le ve nervioso, así que me separo un poco. Kenta y Zeil observan divertidos este circo que hemos montado, veo su sonrisa, y recuerdo cuando eramos pequeños y jugábamos juntos en el campo, me vienen tantos recuerdos, que al final también dejo asomar una pequeña sonrisilla.
- Voy a por unas mantas para que os arropéis y durmáis más a gusto. Jovencita, si no sois pareja de nadie en este cuarto, no tiene sentido que durmáis en este lugar. Venid conmigo, por precaución. - dice la monja acercándose a nosotros y me agarra por la muñeca sin hacer ni caso a mis excusas y protestas como "No va a pasar nada", "debería quedarme.. mas que nada por precaución" etc.
- Debería darle vergüenza. - Dice indignada mientras me arrastra escaleras abajo.
- ¿Por que? ¿Por sentarme al lado de un chico?
- No, por intentar meterse en su cama. ¡¡Señorita, es usted es una descarada!!
- ¿Y usted que sabe lo que yo pretendía hacer? - Esta señora me está enfadando... Si no fuera por que es la única que nos ayuda...
- Por favor, que me conozco estas nuevas generaciones, siempre tan poco recatadas.
- ¡¡Pero que va a conocer usted, seguro que siempre ha estado aquí encerrada!!- Se para bruscamente dejando ver su cara de ofensa y perplejidad, la verdad no sé por que he dicho esto, he sido una maleducada.
- ¡Aun encima respondona! Si no fuera por aquella profecía ya no estaríais aquí.
Abre una puerta, me empuja hacia dentro, me tira déspota una manta y se va cerrando la puerta tras de sí.
- Gracias - Digo después del portazo.
La habitación es oscura así que hago aparecer una llama entre mis dedos y enciendo una vela, el cuarto es de piedra y solo hay una pequeña ventana vertical, bastante estrecha. Me subo al camastro que se encuentra bajo ella y miro hacia el exterior, al bajar me tropiezo, y caigo, quedándome acostada en el suelo así que alcanzo a ver que en cada esquina hay un dragón, esta iglesia es muy extraña, debería haber cruces no dragones... Pero bueno, desecho estos pensamientos y me envuelvo con la manta mientras me acuesto en el camastro. Tengo frío y se oye la lluvia caer en los charcos, esto me relaja, me encanta escuchar ese sonido, pero ojalá esta noche estuviera alguien a mi lado...