martes, 17 de diciembre de 2013

Nahuel Capítulo 12

- Oh, seguidme. No os queréis ahí. - la anciana se fija en Zeil en ese momento que lo cargamos entre Ata y yo. - ¡Que las esencias nos asistan!¿Está herido?

- Sólo en el orgullo. - Zeil me asesina con la mirada por aquella frase pero a los demás se les es escapa una pequeña sonrisa. No puedo negar que me es reconfortante meterme con él.
- Bueno, en ese caso prosigamos.

La anciana nos lleva hacia la parte trasera de la iglesia. Según avanzamos, más me encandilo con aquel arte. Nuestro paso es lento debido a Zeil, así que tengo tiempo suficiente entre cada paso para regodearme de aquella hermosa estructura. La anciana nos lleva hacia unas escaleras que al subir por ellas nos lleva a una especie de subtecho en el cual había comida, agua, velas y cosas varias; supongo que para el mantenimiento del antiguo edificio.

- No os puedo ofrecer otro lugar a todos. Aquí dormian los peregrinos cuando estaban de paso.

- Muchas gracias, señora. - digo educadamente. - Se lo agradecemos todos, es muy amable al dejarnos descansar aquí.

- Yo no, es lo que debe hacer ya que soy el príncipe Zeil. - susurra por lo bajo Zeil. Con un movimiento rápido le pongo la zancadilla y lo dejo caer sobre un montón de heno.

- Cuidado, príncipe que te vas a caer. - le digo sarcástico y despectivo. Me enfada mucho esa actitud de soberbia. Se cree un rey y ahora mismo no llega ni a ser campesino. Este no es el Zeil que llegué a conocer. Nunca fue muy humilde, es algo que hay que reconocer, pero no se preocupaba sólo por si mismo. Era amable y querido por todos. Tal y como es ahora no lo querría ni su propio perro.

- Seras...

- Pero, ¿tenéis energía para eso? - dice Kenta acomodándose en una esquina.

- No, yo estoy agotado. - deje a Zeil en el montón en el que cayó y me dirigí a otro en la esquina opuesta. Zeil resopló y se acostó como más cómodo se podía llegar a estar en aquella "cama". Ata miraba junto con la monja la escena. Me fije en que cada uno ocupaba un montón y no quedaba sitio para ella. - Ata, ven. - la llamé para cederle parte de mi montaña de heno. Ella se acercó y se sentó a mi lado. Me pongo algo nervioso porque al sentarse me dedicó una de sus sonrisas como cuando eramos pequeños y se sentó muy cerca mía, solo espero que no se me note.

- Jóvenes, ¿me permitís una pregunta indiscreta? - dijo la anciana dirigiéndose a Ata y a mí. Pero sin darnos tiempo a contestar prosigue - ¿Sois pareja vosotros dos?

Una oleada de negativas salien de nuestras bocas. Zeil parece disfrutar con esta situación en la que nos han metido a Ata y a mi. Kenta observar divertido. Vale, es una situación incomoda para mi, y pienso que para Ata también pero a ojos ajenos tiene que ser simpático.

- Voy a por unas mantas para que os arropéis y durmáis más a gusto. Jovencita, si no sois pareja de nadie en este cuarto no tiene sentido que durmais en este lugar. Venid conmigo, por precaución. - dijo la monja acercandose a nosotros. Posteriormente agarra a Ata por la muñeca y sin oír sus protestas la arrastra al exterior de la sala dejandonos a los tres chicos allí solos. Al poco rato vuelve la anciana con mantas de lino y nos proporciona una a cada uno, aún que Zeil ya se había dormido. - La joven y yo estaremos en un cuarto en la parte baja de esta divina casa. Descansad y que los ancestros os proteja en vuestro dormir.

- Gracias. - decimos al unísono. La señora sale dejando entornada la puerta. La habitación se queda en silencio y en una penumbra colorida producido por el brillo de la luna en las hermosas vidrieras. Divago sobre lo que me estoy proponiendo hacer, alejarme de lo que quieren para mí y embarcarme en la que puede llegar a ser la mayor historia de mi vida. Reconozco los peligros que acarrea, pero ya he sufrido lo suficiente siendo pasivo y permitiendo que la gente haga todo por mí. Es hora de tomar las riendas de mi vida y vivir las aventuras que siempre vivía en mi imaginación.

- Nahuel. - rompe el silencio Kenta.

- Dime.

- ¿Alguna vez has deseado hacer una cosa que sabes que está mal pero aún así la haces?

- Claro. ¿Qué me quieres decir con esto? ¿Qué pretendes hacer? - digo incorporándome.

- Quiero venganza. El Primera Gobierno me has arrebatado toda mi familia y quiero devolver el golpe.

- Kenta, la venganza es un camino sino salida y además eres un solo niño, no les darías un golpe, les harías cosquillas. Y además ¿cómo lo pretendes hacer?

- Tengo mis métodos. - contesta secamente.

- Mira, no soy quien para hablar pero no creo que sería una muy buena idea. Te entiendo yo también soy huérfano de padre por culpa de una guerra que ni siquiera se sabe porque comenzó, pero aún que ahora te intente convencer de que es una chorrada el vengarse no me escucharás, con el tiempo espero que te des cuenta de que vengandote solo pierdes el tiempo. Son una felicidad y un alivio vacíos, no hay nada detrás de una venganza.

No obtuve más respuesta que el verle darse media vuelta en el montón de heno, dándome la espalda. Suspiré y me decidí a dormir. Había sido un día largo.

- ¡¿Dónde está Kenta, Nahuel?! - me despierta Zeil a gritos y sacudiéndome, provocando el despertarme de golpe. - ¡¿Qué has hecho con él?!

- Desvarías, no he hecho nada. Kenta esta... - me vuelvo y señalo el montón de paja que ocupaba el niño. Pero ahí no hay nadie, esta completamente vacío. - ahí... Estaba justo ahí tumbado cuando yo me dormí.

- Mientes. Jamás debí de confiar en vosotros, - dice con rabia - en un momento que me descuido y ya me la jugáis. Te mataría ahora mismo. - soltó alzando el puño de manera amenazante.

- Zeil, relajante. No quiero pelear. - me suelto de su agarre y me levanto. Sé lógico, es un niño de trece años, no puede andar muy lejos...

- Eso suponiendo que no lo hayas raptado.

- Deja de decir chorradas, si lo quisiera raptar y a ti traicionarte ya lo habría hecho hace mucho. Bien, ¿has mirado en la iglesia?

- No, no he salido de aquí. - sin buscarlo nada y ya me carga el muerto a mí.

- Pues buscalo en el ala norte de la iglesia, yo buscaré por esta zona. - me mira extrañado y con desconfianza. - Tío, no tengo intención de hacer otra cosa más que buscarlo. Si quieres dar con él ve ya. - a regañadientes pega media vuelta y sale corriendo escaleras abajo.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Zeil capitulo 11

Me doy cuenta de que es la chica que me raptó, Que le pasa ¿me sigue a todas partes? No voy a dejar que me detenga ahora. Nadie me para.

-¡¡Zeil espera!! ¡Es Atanasia!- me grita Nahuel por atrás, no le ago ni caso. Intento ir mas rápido para atacar y que no se defienda.

Llego junto la chica, ataco con una potente estocada, pero me detiene con escudo de... ¿tierra? Ni que supiera que le atacaba.

- Zeil, ¿qué haces? - me protesta la chica por detrás del escudo, me cabrea no verle la cara.- ¿Qué haces tú aquí? ¿Espiarme? -le grito, pienso librarme de ella. - Pues me las  arreglo sólo. Soy el príncipe de el Primer Gobierno. Nada me va a detener el volver a casa. Ni siquiera tú.

Acto seguido, con todas mis fuerzas y mas, golpeo el escudo rompiéndolo en múltiples trozos. De repente me entra una desagradable arcada, me pongo medio de rodillas para evitarla. Pero Nahuel me da una patada, me tira al suelo y me quita la espada de las manos. Este ya es el colmo, no me va a ganar de nuevo. Odio quedar en segunda posición, y Nahuel me esta dejando atrás...

- Esa forma de coger la espada... - dice la chica asombrada, desde el suelo aprecio que el principito se da la vuelta- No puede ser... ¡¿Nahuel?! ¡Estás enorme!

- Pues tu estás muy cambiada. Casi no te reconozco, pero tu pelo rubio es inconfundible. Han pasado tantos años... - dice Nahuel, que cara tiene con esa sonrisa tan estúpida.

- Oh! Dios mio, Nahu. - miro a la chica desde el suelo. Otra con una sonrisa tonta en la cara.

-Bueno...- les interrumpo mientras me levanto, si esta pastelada sigue, las arcadas me volverán y acabaré vomitando - siento interrumpir un reencuentro bonito, pero tu...- me cuesta recordar el nombre de la chica- Atanasia.... ¿que rayos haces qui? ¿¡Por que me persigues!? - le grito a la cara, estoy muy enfadado, no me fio de nadie, tenia que haberla mando al Tártaro cuando podía.

- Zeil, -Intenta imponerse, pero conmigo no le funciona.

Disimuladamente observo a Nahuel, si me muevo me ataca-. necesitas aprender a distinguir quién es tu enemigo.

Kenta viene gritando mi nombre mientras se acerca corriendo... tenía que haberle dicho que se quedase en el coche... Nahuel y Atanasia están despistados, así que lo mas rápido que puedo arrebato de las manos de Nahuel mi espada, tiro a Atanasia al suelo me coloco sobre ella y le pongo la espada al cuello, esto se va a acabar ya.

Nahuel, como me toques o intentes algo, la mato - Digo en un tono muy oscuro. Ya me esta cabreando que me siga, como para que niñato la anime. Le miro de reojo, esta tenso, voy a asustarlos mas. Me acerco al oído de Ata -Tu…debería matarte ahora mismo sin darte otra oportunidad.

-Pero no lo harás - me amenaza, me rio, es ridículo.

Le aprieto un poco mas, veo como una gota de sangre corre por su cuello, pero no le hago mas herida; aun no. Me coge por los brazos ¿qué pretende? De repente un dolor muy fuerte en los músculos de mis brazos me deja como paralizado durante un segundo, momento en el que Nahuel me coge por la muñeca con la que blando mi espada y empezamos a luchar por el control de la espada; para su desgracia estoy ganando. Soy mas fuerte que el, y la tengo cogida por la empuñadura, cosa que ayuda.

-¡¡Ata, haz algo!!- grita Nahuel desesperado, actúo mas rápido para que no me pare el propósito.
Escucho que Ata susurra algo, al instante caigo al suelo sin fuerzas, no me puedo mover, solo tengo fuerzas para hablar...

-¿Que me has hecho?- pregunto sin fuerzas.

-Solo te quite las fuerzas - Dice Atanasia mientras Nahuel me quita la espada. -No te esfuerces en luchar, no podrás.

Se miran con sonrisas tontas... ¿por que ver a esos dos desconocidos sonriéndose así me es tan familiar? No lo se. Creo que no debería hablar después de lo sucedido...así que me limito a mirarles, a ver si me hacen caso.

-¿Y ahora qué?- pregunta Nahuel.

-Deberíais descansar- Atanasia mira a Kenta- os veo a los tres muy cansados.

-¿Sabes de algún sitio discreto? No tengo ganas de nos vean las autoridades.

-Si que sé. Una iglesia en la que nos podemos quedar una noche, aunque la señora que la cuida es un poco amargada....

-Me vale, vamos.

Me cogen entre los dos, y me ayudan a caminar hasta el coche que debió ser en el que vino ella. Me sientan atrás y me ponen el cinto ¿por qué me ayudan y no me dejan aquí tirado? No lo entiendo, en teoría somos enemigos a matar.

-¿Por que no me matáis y os libráis de mi?-comento mientras Nahu me pone el cinto.

- No somos tu - me contesta. Le ha molestado que le dijera esto.

Cierra la puerta de golpe, como puedo enderezo la cabeza y miro para Kenta. Parece enfadado conmigo... aún que lo entiendo bien, maté a su hermana menor delante de él, pero no entiendo de como alguna manera sigue a mi lado, algo lo retendrá.

- Kenta....- Digo en bajo, no puedo tener un tono de voz mayor- ¿Por qué permaneces a mi lado?

-Pues...- me mira de reojo y devuelve la vista al suelo- Confío en que sea verdad.

-¿Que sea verdad el qué? No te entiendo.

-Es simple, no tienes que entender nada, tan solo afronta tus pasos y sigue adelante. - este niño es más inteligente de lo que pensaba, yo a su edad no diría eso.- Solo dime que no quitaras más vidas a cambio de nada.

A lo último no contesto, no puedo prometer nada; intentaré no crear la muerte en nadie, salvo que sea necesario para salvar a Kenta y a mi mismo. Y si es necesario me libro de Nahuel y Atanasia.

Los dos entran en el coche, Nahuel al volante y Atanasia en el acompañante. Nahuel arranca el coche y me fijo que vamos dirección contraria al Primer Gobierno. Estos dos días han sido muy humillantes, ¡el niñato este me esta aplastando y controlando! Y no lo tolero, mañana o cuando tenga fuerzas, me libro de los dos, cojo a Kenta y me voy. Aún que pensándolo bien, lo voy ha hacer más divertido: atarlos y "jugar" con ellos.

Miro por la ventana divagando en mi cabeza, estamos cerca de Alia, una ciudad neutra de contrabandistas, ladrones y borrachuzos; todo sin leyes. Aun recuerdo cuando estuve hay en una misión allí.

Fue de las primeras misiones que tuve,tia la edad 15 años cuando me la encomendaran, pero ya estaba formado. Eramos cinco soldados de la misma categoría, pero como yo expiraba a convertirme en un superior me mandaran a mi de cabeza. La misión consistía en reconocer la zona y eliminar a los contrabandistas de unos generadores de electricidad ilegales y muy contaminantes; que tal como esta el planeta no hace falta mas degradamiento. Aun recuerdo los nervios del novato, la adrenalina corriendo por mis venas y lo peor la poca experiencia que tenia.De noche, después de reconocer la zona encontramos a los contrabandistas en un almacén abandonado. La poca luz que venia del exterior y de las velas se apagó dejándonos a oscuras, tan solo se apreciaba el contorno del mobiliario y estructura , hay fue el momento que descubrí que situaba bien por oído. Atrapé al jefe, la luz de fuera me dejo verle el rostro, tenía las odenes de "eliminar el contrabando" así que le tire al suelo golpeandole fuerte la nuca dejándolo inmovil en el suelo, me puse encima para que no se moviese; empuñe mi espada y le mire a los ojos; estaba a punto de arrebatar la vida a un hombre que ni conocia. Me temblaba el pulso al verle el miedo en sus ojos, no era capaz. Pero al fin cogí la espada con firmeza y se la clave en el pecho, marchándome de su sangre, fue mi primera víctima mortal, después de eso, quede insensibilizado a la muerte. Sigue siendo un trabajo muy duro quitar vidas, pero en una guerra no puedes pensar lo que haces, simplemente quieres sobrevivir. Mis compañeros me admiraban por ello, pero yo sabia que realmente no merecía esa alabanza. Solo me entrenaron para cumplir ordenes, únicamente para eso sirvo.

Estacionan el coche en las afueras de la ciudad, en frende de lo que parece una iglesia. Salimos del coche, Atanasia despierta a Kenta, y entre ella y Nahuel me ayudan a caminar. Me quedo boquiabierto al ver la estructura... es impresionante. Nada más entrar por aquellas puertas de madera, nos quedamos Kenta, Nahuel y yo hechizados al ver la compleja estructura del edificio.

- ¡Santa Andrágora! - aparece una monja por detrás, debe ser quien cuida todo esto.

- Siento volverle a pedir el mismo favor pero si... -comenta Atanasia educada, pero la anciana la interrumpe.

- Jamás creí ver esto con mis propios ojos...- nos mira a todos con admiración. Normal, la anciana es una seguidora mía, fijo.

- ¿El qué? - pregunta Kenta, al parecer era la cuestión que nos hacíamos todos.

- Cosas de una vieja creyente, pequeño. Por supuesto que os podéis quedar. Sed bienvenidos a esta casa sagrada.

¿Creyente? ¿En qué?

viernes, 15 de noviembre de 2013

Nahuel Capítulo 11

Esa forma de correr y saludar la reconocería en cualquier lado. Me detengo en seco al analizar esa figura. Su figura en si ha cambiado, su cintura es más pronunciada, sus caderas más anchas, el pecho le creció y está mucho más alta. Pero su pelo dorado y largo no le ha cambiado

- Atanasia... ¡¡Zeil, espera!! ¡Es Atanasia! - le grito desde la distancia, pero hace caso omiso a mis palabras.
Vuelvo a echar a correr y ésta vez voy lo más rápido que me dan las piernas. Va a matar a Ata.

Antes de que me de tiempo a alcanzarlo, él llega junto a Ata y le lanza una potente estocada. Atanasia lo repele con un escudo de tierra. Era de esperar de una maga, la rapidez ante lo imprevisto es una de sus valiosas cualidades.

- Zeil, ¿qué haces? - le dice Atanasia a Zeil tras el escudo.

- ¿Qué haces tú aquí? ¿Espiarme? - que indignación, ¿se acuerda de ella y de mi no? Que lelo es... - Pues me las  arreglo sólo. Soy el principe de el Primer Gobierno. Nada me va a detener el volver a casa. Ni siquiera tú. - dicho esto Zeil le propina otro golpe a la pared que levantó Ata y la rompe.

Si ataco ahora a Zeil seguro que acabo malherido, porque de defendería de cualquier ataque por sorpresa. Pero le entra una arcada y baja la guardia un momento, instante que utilizo para propinarle una patada que lo tira. Ya aprovecho y le arrebato la espada. En estos momentos debe de odiarme por la cara que tiene.

- Esa forma de coger la espada... - dice Ata detrás de mi y me giro para mirarla a la cara - No puede ser... ¡¿Nahuel?! ¡Estás enorme!

- Pues tu estás muy cambiada. Casi no te reconozco, pero tu pelo rubio es inconfundible. Han pasado tantos años... - digo perplejo. ¿Tanto he cambiado para que no me reconozcan? No lo sé, pero lo que si me quedo embobado con la belleza de Atanasia. Es una muchacha ermosa, inclúso más que en mis recuerdos.

- Oh! Dios mio, Nahu. - Ata me sonríe. Sus rasgos son tan suaves y acentuados por esos ojos azules, aún se la ve más ermosa.

-Bueno...- interrumpe Zeil - siento interrumpir un reencuentro bonito, pero tu...Atanasia.... - ¿no se acuerda de su nombre? Bueno Zeil nunca ha sido un hacha con su cerebro. - ¿qué rayos haces aqui? ¿¡Por qué me persigues!? -

- Zeil, - la joven intenta imponerse, pero al mirar a Zeil se ve que sus esfuerzo no sirve de mucho. No me fio de Zeil, ya ha atacado a Ata una vez a sabiendas de que era ella y seguro que lo vuelve a hacer. Le apunto con la punta de la espada advirtiendole -. necesitas aprender a distinguir quién es tu enemigo.

Kenta corre hacia nosotros gritando el nombre de Zeil. ¡Mierda! Tendría que haberse quedado en el coche, no quiero que salga malherido. Zeil en un movimiento muy rapido me quita la espada retorciendome la muñeca. Me duele así que suelto la espada con facilidad. Zeil tira a Ata al suelo y le coloca la espada en la garganta. Definitivamente, a este tío le falta un tornillo. ¿Por qué ataca a Ata? Me muevo para intentar hacer algo pero Zeil me detiene con palabras.

- Nahuel, como me toques o intentes algo la mato - me paro en seco, se que es capaz de hacerlo y no estoy por la labor de ver como uno de mis mejores amigos degüella al otro. Zeil ahora se dirige a Ata. -. Tu…debería matarte ahora mismo sin darte otra oportunidad.

- Pero no lo haras - asegura Ata. ¿Está loca? ¿En qué está pensando? No puede confiar en que la vea como la amiga que fue, Zeil no la recuerda así. Lo que va a conseguir es cabrearlo más.

Veo que la presión aumenta en el cuello de Ata por su expresión. Le miro a los ojos preocupado, al verlos obsevo que planea algo. Miro sus plamas de las manos, salta alguna que otra chispa de electricidad. ¡Ya sé lo que planea! Coge a su atacante por los brazos. La electricidad liberada por las palmas de Ata recorre el cuerpo de Zeil dejándole indefenso. Me tiro sobre él, directo a la muñeca con la que sostiene la espada. Ata tan rápido como puede se aleja de Zeil y se levanta. El plan ha salido bien, pero no tanto como esperaba. Gracias al tratamiento de Torin puede aguantar más el dolor, lo que hace que no suelte la espada, si no que forzejeamos por ella. Zeil la tiene mejor cogida y yo estoy cansado así que esta vez la balanza se inclina a su favor.

- ¡¡Ata, haz algo!! - grito, como sigamos así vamos a pasarlo mal, porque Zeil no va a darse por vencido.

Ata susurra las palabras arcanas de un hechizo con el que, al instante, Zeil cae sin fuerzas. Me hago con el control total de la espada y le apunto con ella para que no intente nada raro.

- ¿Que me has hecho? - pregunta desde el suelo.

- Sólo te quite las fuerzas. - Dice Ata mientras yo miro desde arriba a Zeil, escudriandolo, intentando ver si planea algo. - No te esfuerces en luchar, no podrás.

Me doy cuenta de que estoy sonriendo, no por malicia, sino de alivio y orgullo. Orgulloso me sentía porque en poco tiempo había visto a Zeil derrotado dos veces, y en las dos yo estaba presente. Jamás le había visto perder y en mi corazón siempre le tube cierto rencor sano por ello. Y aliviado porque ahora ya se puede controlar a Zeil sin miedo a que te ataque. Me volteo y veo que Ata está igual que yo. Sonreimos como tontos. Pero bueno Zeil es un hueso duro de roer y lo hemos vencido. Observo que Kenta mira la escena serio, pero a la misma vez con algo en la mirada que me preocupa. Tiene los puños apretados y mira a Zeil con recelo. ¿Qué habrá pasado entre estos dos?

- ¿Y ahora qué? - pregunto, dejando a un lado mis pensamientos.

- Deberíais descansar, - Ata se acerca y nos mira en conjunto, pero sobretodo se para en el niño, ya que él más que ninguno es el que tiene más cara de cansado - se os ve a los tres muy cansados.

- ¿Sabes de algún sitio discreto? No tengo ganas de nos vean las autoridades. - Zeil es un fugitivo y hasta salir del territorio Saifuche es un peligro. Y conociendo a mi madre tendrá a toda la guardia buscándome sin descansar.

-Si que sé. - dice la muchacha después de hacer cierts memoria - Es una iglesia a las afueras de la ciudad y además no está muy lejos de aquí, aún que la señora que la cuida es un poco amargada...

- Me vale, vamos.

Atanasia y yo nos acercamos a la vez a recoger a Zeil del suelo y llevarlo al coche en el que vino Ata. Caminamos despacio porque Zeil es un peso muerto. Al llegar al coche lo sentamos en el asiento de atrás. Kenta se sienta del otro lado. Apenas habla ¿qué pensará? Desconozco las causas, pero han de ser de peso para que un niño de su edad se comporte así.

- ¿Por qué no me matáis y os libráis de mí? - salta Zeil mientras le pongo el cinturón.

- No somos tu - le contesto en un tono más de enfado del que esperaba usar. No soporto su desprecio a la vida. Cierro la puerta en sus narices. Prefiero ignorarlo antes de que me entren las ganas de matarlo por ignorante.

- ... Déjalo ya, por favor. - oigo a Ata en la parte trasera del coche hablar por el móvil, tensa. Hace una pausa para que el otro interlocutor hable - ¡La vida una persona no es un juego! - Hace otra pausa - ¡No! ¡Mierda! - La conversación se terminó ya que el otro interlocutor colgó dejando a Ata con la palabra en la boca.

- Ata, ¿qué ha pasado? - pregunto muy serio y preocupado.

- Uff… pues… muchas cosas... Saummus ha secuestrado al sensei y le tiene cautivo en el Primer Gobierno…

- ¿¡Qué!? Tenemos que ir y salvarle.

- Claro que sí, esa fue la razón por la cual estoy aquí. Pero no sé cómo hacer, estoy preocupada y me siento muy impotente. - me dice con lágrimas en los ojos y escondiendo su rostro entre las manos.

No me aguanto y la abrazo. Parece agradecerlo ya que se relaja algo.

- Tranquila, estamos los tres juntos otra vez, aún que no completamente, pero le salvaremos. Saummus es un tirano y los malos siempre pierden, ¿no?

- Gracias Nahu. Siempre sabes que decir y hacer en casos delicados. Oye, ¿te importaría conducir? No tengo ganas de hacerlo yo. Te dirigiré en el trayecto - asiento inmediatamente, nos separamos y nos montamos cada uno en su asiento.

Arranco el motor y doy media vuelta. Nos dirigimos en dirección contraria al Primer Gobierno. El coche va en silencio. Cada uno va pensando en lo suyo. Miro a Kenta y a Zeil por el retrovisor. Kenta se ha quedado dormido, el pobre no puede con su alma. Zeil va mirando por la ventanilla, parece cabreado, conociendolo no le ha hecho mucha gracia que le manejemos con tanta facilidad. Ata va compungida, acariciando el móvil, esperando un rayo de esperanza que probablemente no llegue. Yo, realmente estoy muy preocupado, odio a Saummus. Trajo la desgracia a la tierra, me destrozó la vida arrebatandome a una de las personas más importantes de mi vida, mi padre. Y apostaría mi vida a que también fue él el culpable de que mi mejor amigo ya no sea quien yo conocía. Pero ahora es el colmo, atacar de forma tan directa es rastrero hasta para una rata como él. Juro por el dios Odin que acabaré con él. Le arrebataré todo lo que tiene y verá como lo destruyo ante sus ojos.

Al poco tiempo Ata me indica que aparque. Obedezco, aún que nos encontramos en medio de la nada. A unos kilómetros sé que hay una ciudad, la ciudad de Alia, una ciudad habitada por bandidos y borrachos al margen de la ley. Salimos del coche y veo la iglesia. Es una construcción vieja pero expectacular. Ata despierta a Kenta y, repitiendo la misma operación de antes, ayudamos a Zeil a ir hacia la enorme edificación. Atravesamos el umbral y todos a excepción de Ata nos que damos embelesados de la hermosura de aquel edificio.

- ¡Santa Andrágora! - dice una señora mayor vestida de monja.

- Siento volverle a perdir el mismo favor pero si... - comenta Ata, pero es interrumpida por la anciana.

- Jamás crei ver esto con mis propios ojos...

- ¿El qué? - pregunta Kenta dandole voz a lo que todos pensabamos.

- Cosas de una vieja creyente, pequeño. Por supuesto que os podéis quedar. Sed bienvenidos a esta casa sagrada.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Atanasia Capitulo 10

Sigo mi camino, pero no puedo evitar observar como la anciana se va quedando poco a poco atrás, hasta que finalmente su imagen, que antes se veía tan nitida, se va transformando lentamente en un puntito pequeñito a lo lejos. Pocos segundos después, ya no puedo distinguirla de otras sombras que hay en aquella zona. Me doy cuenta de que es tarde. El sol se está poniendo, y no falta mucho para que anochezca. No quiero arriesgarme a que me vuelva a quedar dormida en el coche y que me cojan, así que no me atrevo a parar para descansar. No se cuanto tiempo habré dormido, he perdido completamente la noción del tiempo. Decidida miro el reloj. Ya son las 9:30. Aún que he dormido unas cuatro horas, me siento cansada. A lo lejos veo una ciudad. Tal vez allí haya algún sitio en el que pueda pasar la noche, donde me pueda esconder.

- Uff…-suspiro. Ésto me resulta más difícil de lo que pensaba… aún tengo que llegar al reino de Nahu y reunirme con ellos. Tal vez Nahu éste muerto… No, no puedo pensar en eso. Pero si ocurriera nunca se lo perdonaría a Zeil. Tantos años esperando para el momento en que estemos todos juntos de nuevo y, ¿Zeil me lo arruina? No, no estoy dispuesta. La idea de volver a estar juntos me emociona. Acelero un poco para llegar lo antes posible a la ciudad. Si consigo donde quedarme esta noche, mañana estare descansada y lista para cumplir la misión. Pongo música baja, no es precisamente lenta, pero como suelo escucharla alta me recuerda a música de salón. Ya ha anochecido, y oigo la música y los gritos procedentes de las discotecas y los bares que hay por aquí. No recuerdo muy bien ésta ciudad, pero más o menos creo podre orientarme. No veo ningún sitio discreto para quedarme, de hecho, creo que no hay.

Voy lentamente con el coche porque la gente empieza a ponerse borracha y tengo miedo de atropellar a alguien. Además, hay bastante gente por las carreteras, pero coches solo yo. De repente, alguien se tira contra mi parabrisas. No puedo evitar gritar y soltar el volante. El coche se descontrola, junto a la gente de fuera, empiezo a gritar y me agarro fuerte al volante. En un instate me golpeo contra una pared con fuerza. Estoy temblando, paralizada por lo que acaba de pasar, estoy muy asustada. Oigo como algunas personas se agarran al coche y lo intentan abrir, pero lo tengo cerrado. Pero de todas maneras, activo el escudo, pues no quiero arriesgarme a que lo abran. La gente me grita cosas, insultos e invitaciones a... bueno, mejor no pensar en eso. No me atrevo a moverme.

Empieza a tronar y a llover con fuerza. Por suerte le gente se retira a los bares y demás establecinientos. Necesito distraer un poco mi mente de lo que acaba de pasar, así que vuelvo a darle vueltas a mi cabeza. Espero por su bien que Zeil que no matara a Nahuel, o sino habrá venganza.

Espero unos minutos a que se me aclaren los pensamientos.  Rápidamente me espabilo, he de buscar algún sitio para refugiarme, puesto que el coche esta inutilizado. Antes de salir compruebo que no hay nadie que pueda hacerme daño. Una vez hecho esto, abro la puerta con cuidado y saco las piernas fuera. Me duelen muchísimo los pies, y casi no puedo apoyarlos. Aún así, debo hacer un esfuerzo para levantarme. Me muevo lentamente, debe de ser por el sock, tengo que ser mas rápida o no duraré mucho.  Avanzo como puedo a través de las calles. Estoy muerta de miedo, con frío y empapada.

Salgo de la ciudad, perfiero pasar desapercibida e ir por caminos y carreteras secundarias. Pasa el tiempo, el camino es oscuro pero tengo que seguir andando aún que mi cuerpo necesite descansar. Al rato de andar descubro una iglesia medio derruida sobre una loma. Da un poco de miedo, pero supongo que aún es techo. Me acerco y abro con esfuerzo la puerta, es enorme debe de medir unos tres metros.

Delante de todo, hay una mujer de avanzada edad. Es muy delgada, y esta encorvada. Además, es alta y delgada, lo que pronuncia esta postura. Sus ojos reflejan una mirada triste, y se nota que la vida no la ha tratado bien. Su pelo es canoso. Me mira fijamente y me sonríe, dejando ver sus dientes podridos por una mal higiene.

- Buenas noches, joven - me dice con una voz temblorosa pero amable -. ¿Puedo ayudarte en algo?

- Bueno… quería saber si podría quedarme aquí esta noche, no tengo adonde ir y necesito un refugio temporal - contesto intentando que no se note el miedo que tengo.

- Mmm… A ver que se puede hacer - se gira y con la llave que lleva colgando de su arrugado cuello abre un armario gigante que tiene detrás de ella dejando ver muchos libros distintos y de muchos colores. Arriba, hai una copa de oro y piedras preciosas, y al lado un frasco muy grande en el que pone AGUA BENDITA. Se sube las gafas con el dedo índice, pero se le vuelven a caer. Coge uno de los libros. Empieza a hojear unas paginas y tras una larga espera, señala un párrafo del libro -. De acuerdo…puedes quedarte. - mira el libro otra vez -. Pero si te pillo robando, haciendo acciones impuras, gestos groseros, palabras inadecuadas, timando, sobornando, traficando, consultando libros sagrados sin presencia de un supervisor, falsificando contraseñas, pestañeando o respirando sin permiso… - coge una gran bocanada de aire -. Te echare de aquí - la pobre mujer esta medio azul de aguantar tanto la respiración. ¿vienes tú sola?

- Sí.

- Es muy peligroso que una mujercita de tu edad vague por éstos sitios. Hay muchos corruptos, me sorprende que llegaras tan bien aquí... Sígueme.

- Gracias – sonrio y saco mi cartera

- No hace falta compensación economica alguna, - contesta seria - es un lugar sagrado, no podemos aceptar dinero de los desfavorecidos. Pero si quieres contribuir, sera todo un agradecimiento.

Le ofrezco lo que tengo, ella lo acepta y lo mete en un bote. Con una sonrisa se voltea y comienza a andar. Le sigo, me quedo enbobada mirando los descomunales techos, columnas, vidrieras... Todo es precioso, aún que por desgracia, no lo puedo apreciar del todo por la oscuridad. Me tiende una vela y continua subiendo por unas escaleras bastante empinadas y desgastadas. Me cuesta seguirle el paso a pesar de mi condición física y mi juventud.

Llegamos al campanario de la iglesia, me quedo con la boca abierta al ver las colosales campanas. Me acerco a una, cabríamos cinco personas dentro y aún quedaría sitio. Siento la tentación de tocarla, pero la señora me lo impide. Me indica que entre en un cuarto. Al entrar me fijo que es una habitación muy grande, pero es todo piedra, es frío, húmedo, y no posee ventanas. Me siento en una cama que tan solo tiene una manta. Observo de mi teléfono que mantuve en el bolsillo y veo que tengo una llamada perdida y un mensaje. ¿Del sensei? Que raro... Miro el mensaje y el corazón se me para al ver que es un SOS. Sin pensarlo llamo a su número, pero comunica. Me tumbo en la cama, me tapo todo lo que puedo con la manta e intento dormirme, pero tengo demasiadas preocupaciones en la mente... Mis mejores amigos que se quieran matar entre si, y mi maestro a manos de Saummus.

No aguanto mas aquí, necesito distraerme un rato, así que me envuelvo en una manta y vuelvo al campanario, ésta vez no me corto y manoseo la campana. Sigo inspeccionando este lugar, y me llama la atención una puerta polvorienta y con un candado oxidado. Cuando lo toco se me desintegra en la mano haciendo ruido, escucho unos pasos que se acercan por la distancia con rapidez, no... es la monja... La puerta cede ante mi dejando al descubierto unas escaleras descendentes. No me lo pienso y bajo rápida las escaleras, espero que no me descubran.

Exausta, llego al final de las escaleras. Esta todo super oscuro, no hay ni la luz de los relampagos de fuera, ni una vela. Así que hago una pequeña bola de fuego para poder ver. Me doy cuenta que estoy en una capilla enorme, hay cristaleras a los lados, al final hay un órgano dorado de proporciones inmensas. Desde mi posición observo el techo, está pintado y parece contar una historia.

En la primera pintura se aprecian una especie de guerra sangrienta. Sigo caminando un poco mas asombrada; en el siguiente fresco puedo ver a tres figuras humanas juntas y en paz, y creo que hullendo de algo. Avanzo un poco mas, en este se ve a las tres personas en un lugar extraño, no sabría decir dónde. Continuo avanzado, pero me tropiezo con el órgano haciendo un estruendo. ¿Qué hago? Me va a decubrir... Con rapidez apago el fuego y me escondo detrás de una estatua. Escucho unos pasos que bajan apresurados. No quiero arriesgarme más, así que me vuelvo invisible. Me quedo lo mas quieta que puedo intentando que mi sombra no me delate. Cuando la monja se da la vuelta de mi posicion, salgo corriendo dirección a las escaleras. Pero al subir tropiezo y me caigo haciendome visible y dejándome al descubierto.

- Jovencilla, - me regaña la señora - usted esta profanando un lugar antiguo y sagrado.

- Perdón señora, - me disculpo cabizbaja, acto seguido me levanto - no era mi intención irrumpir aquí, pero... No podía dormir y me decidí a explirar un poco su iglesia. Si usted lo desea me voy y no la molesto más...

- Está claro que desconoce su suerte.

Miro de nuevo al techo no sé por qué, y se me vienen a la mente la imagen de Zeil y el pequeño Nahuel luchando....
 
-¡La mision! - entono para mí - Lo siento, pero he de irme, tengo una misión que debo cumplir.

No lo dudo, y salgo corriendo. Subo las escaleras con gran agilidad. Entro de nuevo en el cuarto para recuperar las pocas pertenencias que tengo. Pero de repente se cierra la puerta. La intento abrir, pero no doy, incluso pruebo con el hechizo que hice para entrar en el cuarto de Zeil, pero no funciona. Tengo que salir por el balcón y entrar por otro balcón. Me cubro de nuebo con la manta y salgo. La lluvia hace daño, y hace mucho frio... intento abanzar sin caerme, miro al frente, se ve la ciudad, todo sin luz... ésta ciudad devia ser impresionante en la hera de la electricidad. Consigo meterme en en el campanario, tiro la manta por ahí y bajo a toda prisa. Llego abajo y me paro un momento para volver a apreciar la descomunal cámara principal. Y salgo corriendo sin dirección en busca de algún coche.

Me meto en un aparcamiento, por suerte hay un coche y grandecito. Me aseguro de que no me siguen, fuerzo la cerradura y me meto. Lanzo un hechizo y el coche arranca sin problemas, la magia es muy útil para éstos casos.

Voy avanzando rápido, dirección a  Hjem, la capital Saifuche, pero una sensación me dice que vaya directa al Primer Gobierno. Así que no lo pienso y voy dirección contraria al amanecer. Cuando salgo de la ciudad es de día, y comienzo la senda de las tierras altas. Acelero a lo que da el motor. Como el aburrimento me mata, empiezo  a pensar en demasiadas cosas, como que pasará cuando estemos Zeil Nahu y yo juntos, si el sensei está a salvo, en la rata de Saummus que quiere robar la herencia a su sobrino...

Después de casi medio día al volante, a lo lejos veo unas figuras, espera... son Zeil y... el otro es muy alto, no lo reconozco, pero me es familiar... Rápida me bajo del coche y empiezo a correr en su dirección agitando los brazos con júbilo, ellos responden de la misma manera.

jueves, 31 de octubre de 2013

Nahuel Capítulo 10

Zeil se mueve despacio y dificultosamente. Carga bastante su peso sobre mi, pero al ser yo más grande no me es dificultoso. Le tumbo boca abajo obedeciendo las instrucciones que me indica Torin desde la otra punta de la sala. Le ato con fuerza pies y manos, espero no pasarme de fuerte pero si no sería molesto para Torin y no haría su trabajo con eficiencia.

- Lo siento - dice la mujer acercandose - ésto no te va a gustar nada.

Me retiro unos pasos para que la médica haga su trabajo. Veo a Zeil tensarse bajo el tacto de la mujer.
Los puños del joven aprietan con fuerza. Rápida y con mucha maña, Torin agarra las vertebras descolocadas y las coloca con un crujido grimoso y un grito desesperado de Zeil. Me giro, no puedo verlo así, pero aún así sigo oyendo a Zeil sufriendo.

- Zeil, - es la voz de Torin, me vuelvo de nuevo y veo que le acaba de inyectar una sustancia en la espalda a Zeil - no te preocupes, tal vez pierdas la visión durante unas horas, o tal vez tengas vómitos momentarios, pero para por la mañana estará recuperado.

Torin me hace señas para que la ayude y entre los dos lo desatamos. No mueve ni un músculo. Torin se retira ya hecho su trabajo, yo le sigo. Supongo que Zeil querra estar solo.

Me dirijo a la arena, entre Zeil y yo hemos dejado el combate colgado. Aún viendo a Zeil así no puedo el evitar sonreir. Le gané. No me lo creo. Pero esta victoria no me vale. Zeil ya venía cansado de pelear contra el gigante aquel.

- "No, pelearé otra vez contra él y le venceré con todas las de la ley. Ya no soy un niño débil, soy un luchador." - me digo a mi mismo mientras atravieso la puerta y los focos vuelven a iluminarme. La gente vitorea como nunca. Ha pasado un buen rato pero hay mucha gente. Miro a mi madre, pretende parecer enfadada, pero en sus ojos puedo ver el orgullo de que yo haya derrotado al principe maldito de el Primer gobierno. Recojo mi espada y la alzo. No crei que fuera posible, pero los vitores se hicieron más fuertes. Ver a mi pueblo así me motivó a no darme por vencido nunca. Si provoca esta reacción en la gente un simple juego de gladiadores no puedo imaginar lq alegría que acarrearía el poder ganar la guerra.

Me retiro por la puerta por la que entré. Veo un catre, en donde estaba puesto el niño que venía con Zeil. Me tumbo en él, estoy agotado. Necesito descansar, poco tiempo pasa hasta que me quedo dormido.

Me despierta el sonido de mi teléfono vibrando. Lo cojo sin siquiera mirar de quien se trata.

- Nahuel, hijo - la voz de mi madre sale del aparato. Parece preocupada. - No has venido de vuelta al castillo. ¿Estás bien? ¿A ocurrido algo fuera de la arena? Voy para allí.

- Mamá, tranquila estoy bien. No hace falta que vengas. Sólo que... - el siguiente sonido que oigo es la comunicación cortada, me ha colgado sin dejarme tiempo a replicar.

Miro a través de la minúscula ventana que hay en la estancia y veo que he dormido más de lo que esperaba. Estoy algo preocupado por la situación de Zeil. Hago caso omiso a lo que dice mi madre y voy a verlo de inmediato.

- Señor, - me dice Lon según ver aparecer mi figura por el pasillo. - Torin se ha marchado a descansar, llevamos observando a los dos jóvenes toda la noche. El niño ha dormido, pero el principe no.

- ¿Los informes de Torin estan dentro?

- Sí, alteza. En sus lugares correspondientes.

- Vale. Lon, ve a descansar. - le digo poniéndole una mano en su hombro y
entrando en la enfermería.

Veo a Zeil dibujando, supongo que para matar el tiempo, y el niño está durmiendo como un tronco. Me centro en recopilar la información documentada por Torin y conseguir una comida adecuada para Zeil. Pido que le traigan pescado, es algo nutritivo y en los informes de Torin pone que es lo que mejor le sentirá, ya que carece de olor y sabor.

- Come esto, - le digo serio poniéndole la bandeja con comida delante. - dice Torin que no tiene ni sabor ni olor, así que no te va a sentar mal.

- ¿Seguro? - comenta sarcástico - Me dijo eso las otras veces y lo acabe hechando todo.

- No me voy a ir hasta que lo termines - uso un tono seco para que vea que voy en serio. Cojo una silla y me siento a observar como come.

No ha comido ni la mitad del pescado cuando mi madre irrumpe en la enfermería con gran estruendo. Mira a Zeil con recelo y me mira a mi con una mirada en los ojos entre cabreo y preocupación.

- Pero Nahuel, ¿qué haces con éste niño falto de lucided? - me regaña.

- Mamá, te dije que no hacia falta que vi...

- Perdone, señora. - interrupe Zeil - Pero creo que no sabes quien soy. - se levanta con dificultad y, a pesar de que los cables se lo impiden, se coloca frente a mi madre, desafiandola - Soy Zeil, el heredero del trono del Primer Gobierno. Y además, no me falta ninguna luz.

- Perdone señorito asesino a todo lo que se mueve - responde sarcástica mi madre. Ignora a Zeil y se dirige a mi de nuevo. - Nahuel, no quiero que pases mas tiempo con este crío inútil.

- Mire, abuela no quiero que me insulte... - Zeil se intenta acercar más a ella, pero le detengo. No puedo permitir que se sobrepase, le aniquilarian por solo tocar a la reina y además no está en condiciones de hacer nada.

- Hijo, ama la naturaleza; a pesar de lo que hizo con él.- miro a mi madre, se está pasando. Noto a Zeil tenso, casi temblando de rabia detrás mia.

Zeil evita crear una guerra más grande de la que ya hay y despierta al niño para marcharse. Se desconecta de todo y sale de la enfermería.

- Mejor que se vaya lejos. - dice mi madre cruzando los brazos, obteniendo una pose orgullosa. No puedo hacer otra cosa que mirarla con rabia.

- Me defrauda que como reina te rebajes a esa posición. Tanto con "tu padre esto, tu padre aquello". Pues mi padre siempre decía que el mejor monarca es humilde y no se rebaja. Pon tu también en práctica algo de eso.

Salgo corriendo tras Zeil y el niño. Se que las palabras que le he dicho a mi madre son hirientes, pero alguien se lo tenía que decir. Los alcanzo en la salida. El niño está guiando a Zeil, supongo que se habrá quedado sin visión. Agarro a Zeil del hombro y se gira defensivamente pero se retracta.

- Espera Zeil - suplico.

- ¿Realmente crees que te voy a hacer caso? - replica.

- No, pero estás medio ciego y si comes devuelves todo. Por lo menos deja que te acompañe hasta medio día.

- De acuerdo- dice después de reconsiderarlo. Lo dice además de mala gana, no le hace ilusión que vaya - pero yo voy a moto y rápido. Y pasado el horario marcado somos de nuebo enemigos a matar.

- Vale, sigueme.

No creo que deseen ir a pie así que les llevo hasta el garaje real, donde se guardan todo tipo de vehículos. Miro a Zeil y veo que sus ojos se le van a una moto Terami Z343. No puede conducir moto ninguna, así que le cojo de los hombros y le llevo hasta un coche negro. Como si fuera un niño pequeño, corre hasta la puerta del piloto y se coloca al volante.

- Es mejor que conduzca yo. - le replico - Va a ser más seguro para todos.

- Eh... perdona. Aquí soy el mayor, conduzco yo, además, tu no sabes como conducir para llegar al Primer Gobierno. - ahí me ha pillado, no me queda otra que ceder.

- Pero a la primera que te tuerzas, tomo yo el control.

Zeil arranca el coche revolucionandolo y con gran velocidad salimos del garaje. Da algo de grima porque se nota el poco control que tiene con el coche, está más acostumbrado a las motos. Con su brutalidad al volante no puedo hacer otra cosa que agarrarme lo más que puedo al asiento. Miro para él, una leve sonrisa le asoma. ¿Le divierte que tema por mi vida? No ha cambiado.

Sigue el camino del oeste pero decide salir de las carreras principales y vamos por las afueras. Al ir por la ciudad no nos queda otra que ir a la vera del mar. Es un paisaje bonito. Se me recuerda a la colina a la que suelo ir. Yo ando ensimismado en la ventana, el niño se ha dormido, pobre tiene que estar agotado y Zeil conduce, aún que a veces conduce por instinto porque está en babia. Ignoro a Zeil porque me pone nervioso y me centro en el mar, tan grande y azul. Aún recuerdo cuando le prometí a Ata que algún día lo veriamos juntos, y si se podía lo surcariamos los dos. De eso ya fue hace diez años. Un frenazo brusco me saca de mis pensamientos.

- Mierda - Zeil ha detenido por completo el coche.

-¿Pero qué te pasa?- pregunto sorprendido. Al mirarle veo como se frota los ojos y acto seguido apoya la cabeza contra el volante, supongo que ha perdido la visión. .- Venga, fuera, ya cojo yo el  coche.

Sale sin rechistar lo cual me sorprende, el Zeil que yo conocía habría querido hasta conducir ciego.
Nos cambiamos posiciones. El niño con el frenazo también ha despertado y mira la situación en silencio. Arranco el coche y lo hago con más suavidad que Zeil. Es bastante expresivo así que le noto en la cara que conduzco muy suave para su gusto, aún que sinceramente me da igual.

- Kenta... -rompe Zeil el silencio dirigiéndose al niño, así que su nombre es Kenta. No tenía ni idea de como se llamaba el pequeño. - ¿Podrías hablarme más sobre Xingron?

¡¿Xingrom?! Ese es otro de los nombres o términos que salian en mi antiguo tomo. Si mal no recuerdo denomina la fuerza, el fuego oscuro.

- Si...- habla el niño por primera vez - Como te decía, es ataque. Tu famila en la antigüedad dominaba ese ataque por conpleto, pero una fuerza negativa corrompió ese poder: el fuego oscuro, cuyo color es malva. Los elegidos por los poderes ancestrales son personas únicas. Pero en el caso del Xingrom ninguno de los elegidos que lo intentó controlar en su totalidad pudo controlar esa fuerza para bien.

Continuo conduciendo por la carretera en la que tomé el control del coche, ya el mar quedó atrás hace tiempo y el desierto nos rodea completamente. Todos estamos callados. De repente el coche se empieza a parar lentamente. Miro el indicador y no hay gasolina. Con tantas prisas que se dio Zeil no me dejo echarle gasolina al coche y ahora nos vamos a quedar tirados en medio del desierto. Empujamos para sacar el coche de mitad de la carretera. Pero me da que por aquí no pasa ni un alma en la vida. Vaya catástrofe.

- Nahuel... - me dice con una cara de no muy buenos amigos - ¿Sabes dónde estamos? - le respondo con un gesto de no tener ni pajolera idea de en donde estamos exactamente. Porque me parece una estupidez decirle lo obio, que estamos en medio de un desierto. - Estamos en el desierto de las tierras altas, sin coche no salimos de aquí vivos. Y... si te parece bien morir de deshidratación... - me suelta irónico.

-Me da la sensación de que conoces bien este lugar.- me apoyo en el coche para descansar la espalda.

No dice nada. Me giro y veo que ha cogido su espada y se dirige a toda velocidad contra una silueta a lo lejos. Hay poca visibilidad debido al polvo, pero se ve que viene agitando los brazos. Corro hacia Zeil para evitar una desgracia, esa persona no es lo que él piensa.

Zeil capitulo 10


La noche se hace larga, no soporto el insonmio, las perdidas de vista momentanias o los vómitos. Torin me intento dar de comer más de una vez, pero por mi desgracia, lo acabo echando todo. Lo bueno es que la espalda ya no me molesta y me muevo libremente, pero aún así me obligan a permanecer quieto para que me puedan controlar la mejoría.

     
       En este momento me encuentro sentado enfrente de una mesa, mirando como Kenta duerme, y como no tengo nada que hacer, estoy dibujando en un trozo de papel. Nahuel llego hace poco, se marcho para dormir, pero ya volvió. Aún que esta demasiado entretenido en sus quehaceres, ni siquiera se digno a saludarme, la verdad que para ser un niño 18 años es muy maduro. Me centro en el dibujo que estoy haciendo, es un dragon envuelto en llamas, me pregunto que me habrá dado para dibujarlo... Veo que delante de mi me ponen un plato vaporoso de comida de color blanco, parece pescado, hace mucho que no lo pruebo, desde que los proveedores dejaron de traerlo de aquí al Primer Gobierno... Solo Saummus lo prueba y eso me cabrea, sólo porque es el "rey". Que realmente debería ser ya yo, pero se empeña en que primero me case y no quiero, bueno no estoy preparado quiero ser libre.

-Come esto- dice serio sacandome de mis pensamientos y arrimandome la bandeja con comida- dice Torin que no tiene ni sabor ni olor, así que no te va a sentar mal.

-¿Seguro?- comento riendome en bajo- Me dijo eso las otras veces y lo acabé echando todo.

- No me voy a ir hasta que lo termines- me insiste, pero sigue en un tono seco.

Apenas me como medio plato cuando una mujer de avanzada edad entra por la puerta, creo que es la reina. Se me queda mirando con asco unos instantes ¿Pero qué he hecho? Bueno, a parte de intentar matar a su hijo.

-Pero Nahuel- le dice preocupada a su hijo- ¿qué haces con este niño falto de lucided?- ¿me acaba de insultar?

-Mamá- interviene rápidamente Nahuel- te dije que no hacia falta que vi...

-Perdone, señora - le interrupo aún mirando al plato.- Pero creo que no sabes quien soy. -Me levanto, pero no me puedo mover bien por culpa de los cables, me pongo delante de ella- Soy Zeil, el eredero del trono del Primer Gobierno. Y ademas, no me falta ninguna luz.

-Perdone señorito asesino a todo lo que se mueve- dice con sarcasmo, no la soporto.- Nahuel, no quiero que pases más tiempo con este crío inútil.

-Mire abuela no quiero que me insulte... - me acerco más a ella, pero Nahuel me para. La verdad es que me estoy resistiendo, si la ataco, provocaría una batalla entre el principe y yo, y no tengo ganas.

-Hijo, ama la naturaleza; a pesar de lo que hizo con él.- Eso ya es mi colmo, me muerdo el labio para no gritarle a la cara.

Intento hacer caso omiso mientras despierto a Kenta y me desconecto de las máquinas que me controlan y junto Kenta salgo de la habitación. Por mi desgracia pierdo la vista y acabo chocandome contra una pared, últimamente no me sale nada a derechas, por detrás escucho unas risitas. Kenta me hace el favor y me conduce a la salida. Cuando estoy fuera respiro profundo y de repente se ma aclara la vista. Es por la mañana, ni siquiera amaneció del todo, así aprovecho más el día. Me cogen de repente por el hombro, me giro dispuesto a atacar, pero veo que Nahuel.

-Espera Zeil- me dice.

-¿Realmente crees que te voy a hacer caso? - replico.

-No, pero estás medio ciego y si comes devuelves todo. Por lo menos deja que te acompañe hasta medio día.

No me apetece cargar con uno más, pero si no viene, lo mas seguro es que acabe contra un árbol.

-De acuerdo- digo a ragañadientes- pero yo voy a moto y rápido. Y pasado el horario marcado somos de nuevo enemigos a matar.

-Vale, sígueme.

Le sigo sin protestar, me lleva a un garaje lleno de coches, tanques... motos... los ojos se me van a una moto grande. Pero Nahuel me lleva a un coche. Me pongo al volante.

-Es mejor que conduzca yo- me regaña- va a ser más seguro para todos.

-Eh... perdona- le replico - Aquí soy el mayor, conduzco yo, además, tu no sabes como conducir para llegar al Primer Gobierno.

- Pero a la primera que te tuerzas, tomo yo el control.

Arranco el coche, subo las revoluciones y escucho el potente rujido del motor. Piso el acelerador y salgo disparado del garaje, me fijo en que Nahuel está muy agarrado al asiento y con cara asustado. Es divertido verle. Creo que le va a dar algo, así que disminuyo la velocidad.

Sigo al oeste, pero por fuera de la ciudad, prefiero evitar a los militares. Vamos un buen rato al lado del mar, la verdad es que es impresionante, yo básicamente vivo en un desierto en el que se habilitó para vivir. El viaje me esta resultando aburrido, no hablamos para nada. Así va pasando el tiempo: muy lento y aburrido. Sin esperarmelo, se me nubla la vista poco a poco. Me asusta. Pego un  frenazo.

-Mierda - murmullo para mí mientras me froto los ojos y acabo d perder la visión. Apoyo desesperado la cabeza contra el volante.

-¿Pero qué te pasa?- me comenta Nahuel reganadome.-venga, fuera, ya cojo yo el  coche.

No me resisto, obedezco y me pongo en el asiento del copiloto. Noto que el vehículo arranca con cuidado y avanza... no es tan divertido que Nahuel conduzca, sigue todas las normas... El camino se me hacep aún peor, ninguno de los tres habla.

-Kenta... -rompo el silencio- ¿podrías hablarme más sobre Xingron?

-Si...-contesta timido- como te decía, es ataque. Tu famila en la antigüedad dominaba ese ataque por conpleto, pero una fuerza negativa corrompió ese poder: el fuego oscuro, cuyo color es malva. Los elegidos por los poderes ancestrales son personas únicas. Pero en el caso del Xingrom ninguno de los elegidos que lo intentó controlar en su totalidad pudo controlar esa fuerza para bien.

Recupero la vista de nuevo, ya no hay mar por ningún sitio, es más bien desierto todo lo que mi vista alcanza, ya estamos cerca del Primer Gobierno. Lentamente el coche sa va parando hasta que no avanza. Miro a Nahuel, y veo que el contador de gasolina está indicando que ya no hay combustible ¿pero se ha olvidado de repostar? Ni que fuera tan difícil parar en una gasolinera. Salimos del coche y lo empujamos hasta que está fuera del arcen. Por suerte y desgracia, no pasa ningún coche.

-Nahuel....-le llamo la atención-¿sabes dónde estamos?-no me contesta, solo me pone una cara de "no tengo ni idea"- estamos en el desierto de las tierras altas, sin coche no salimos de aquí vivos. Y... si te parece bien morir de deshidratación...- digo con un tono irónico, me lo tomo a broma, pero es un tema muy serio.

-Me da la sensación de que conoces bien este lugar.- me contesta mientras se apoya en el coche.

A lo lejos veo una silueta, pero el polvo, y el calor del medio día no me deja distinguirlo bien, pero creo que es un militar... viene agitando los brazos. No pienso que otro militar se interponga en mi camino. Así que cojo mi espada y salgo corriendo a atacarle. No va a ver las próximas luces.

Atanasia Capítulo 9

El miedo que tengo hace que no tenga fuerzas para hacer presión sobre el pedal, asi que voy despacio. La sensación de agotamiento es mas fuerte que yo, y además me duele muchísimo la cabeza. Me siento mareada y sin ganas de nada así que busco un arcen donde poder parar. A lo lejos veo una fuente… tal vez pueda parar allí a beber un poco. En unos minutos consigo llegar. Paro el coche sobre la hierba. Espero que no me pongan una multa.

- Bueno… - suspiro.

Me bajo del coche y piso el suelo. Me estiro pero me duele muchísimo el cuello. Será por la mala postura del asiento.

Comienzo a caminar hacia la fuente, poco a poco voy avanzando. Consigo llegar a la fuente, pero con un gran esfuerzo. Me siento en un banco que hay justo al lado de ésta. El viento sopla cada vez más fuerte. Cierro los ojos y apoyo mi espalda en el respaldo del banco. Noto como mi pelo se mueve al compás de la brisa.

Empiezo a pensar en la conversación que he tenido con Saummus. Me surgen un montón de preguntas, ¿Qué pasará con el Sensei? ¿Qué pretende Saummus con ésto? ¿matarnos a todos o hacerse con el control medante este secuestro? Quiero poder pasar del tema y olvidarlo pero la vida de todos aquellos a los que quiero está en mis manos. Además está el tema de que ni Zeil ni Nahu no saben nada de ésto, y si me retraso más también les pasará algo a ellos…

- Buff…-suspiro. Me tumbo en el banco con las piernas encogidas. Sigo pensando en ésto, hasta que finalmente, me vence el sueño.

Me despierto sobre un colchon. Estoy tapada con una manta de algodón…no sé lo que ha pasado mientras dormía….¿cuánto tiempo habré estado inconsciente? Estiro mis brazos y poco a poco abro los ojos. Me incorporo un poco para ver mejor lo que tengo a mi alrededor. Está todo oscuro, pero no tengo frío. Es raro, porque siento que alguien  me esta observando. Me levanto de la cama esperando sentir una punzada de dolor en el cuello y la espalda. Pero no siento nada. Empiezo a caminar pegada a la pared. De repente, noto como me choco con algo.

-¡¡Ah!!- grito del susto.

Toco lo que tengo delante y noto que es un mueble. Sigo andando, está vez con más cuidado. Llego a la otra pared y la sigo. Me estoy hartando de tanta oscuridad. Llego una especie de puerta, busco un picaporte, pero no lo encuentro.

- ¿¡Hola!? ¿Alguien puede oírme?-pregunto desesperada.

No recibo respuesta. Esto me crispa los nervios más. Cierro los ojos muy fuerte en un intento de calmarme. Aprieto los puños mientras hago ésto. Apenas pasan unos segundos cuando noto que una intensa luz blanca sale de mí. Abro los ojos poco a poco. Ya habia hecho ese hechizo antes pero nunca con esa intensidad, lo que me sorprende bastante. Oigo unos aplausos lentos detrás de mí. Me doy la vuelta en posición de ataque. La luz se vuelve azul.

-¿Quién eres?- digo enfadada. Oigo una risita fina que procede de la misma persona que había aplaudido.

-¡Exijo una respuesta ahora!

- Enhorabuena, Atanasia - dice la voz -. Siempre supe que lo conseguirías, pero no tan rápido.

-¿Qué?

-Acompañame.

Las luces se encienden y veo claramente que la figura de antes es una anciana de unos 90 años. Empieza a caminar a un paso bastante rápido para su edad. Me lleva a través de unos pasillos anchos y muy bien decorados. Entramos en un salón gigante que me recuerda mucho a un castillo medieval.

- Siéntate niña-me dice.

Obedezco sin abrir la boca. Veo como una copa de agua aparece ante mi sin que nadie la toque.

-¡Oh! - digo - Usted ha…¿ha visto eso?

- Si cielo. Son copas mágicas. Ya las conocias. ¿recuerdas? De pequeña te encantaban…

- No lo recuerdo…

- Bueno da igual. Dime niña, ¿Por qué has venido aquí?

- Yo no he venido…me dormí en un banco y me desperté en esa habitación de ahí… - veo que la puerta ha desaparecido. Esto es muy raro.

- Cariño - la anciana se acerca a mí y me acaricia la mejilla-. Está es tu casa. ¿No recuerdas cuando os llevábamos a Zeil, a Nahu y a ti…?

Me mira con una cara como queriendo que continue su frase.

- No entiendo…-digo yo un poco avergonzada.

- Será mejor que te lo enseñe. - de repente se forma una puerta que da afuera.

- ¿Qué…?-pregunto.

Me coge la mano y me lleva afuera. Nos dirijimos a la fuente que vi antes. Cuando salimos veo que la puerta ya no está, y el torreon está desapareciendo hasta que finalmente, se desintegra completamente.

- Coge un poco de agua - me dice la anciana.

Me giro hacia ella y veo que la fuente es ahora un pozo hondísimo. Miro hacia abajo y como era de esperar, el agua esta abajo del todo.

- Ni hablar - contesto yo. Vuelvo a mirar abajo, pero esta vez, la mujer me hace ponerme de cuclillas frente al pozo. - Es muy hondo y no hay pole... - no me da tiempo a acabar de hablar, pues me empuja y caigo dentro del pozo. Caigo sin remedio, pero aún que veo el fondo no doy llegado. Es más profundo de lo que pensaba. Por fin estoy segura de que me voy a comer el suelo, así que me protejo la cara con las manos lo mejor que puedo y me preparo para el impacto. Me quedo así un buen rato, hasta que me doy cuenta de que no he tocado el suelo. Estoy flotando.

- Pero ¿qué …? - digo. Nunca había conjurado un hechizo sin antes pensarlo. De está vez había sido como algo ignato.

Miro arriba y veo que la mujer me esta mirando.Noto como la gravedad me repudia y hace que suba hasta arriba. Me siento en la hierba junto a la anciana.

-¿Recuerdas ahora?

- No… - pone una cara de pena pero rápido recupera su aspecto jovial. Mira el reloj y me dice:

- ¡Uy! Cielo, tienes que marcharte. Solo te diré una cosa. Aunque hayas estado convencida de algo desde hace mucho tiempo, las apariencias engañan.

Asiento con la cabeza y me levanto. La mujer me abraza y me acompaña hasta el coche.

-Ve con cuidado. Tienes una misión importante que cumplir, ¿no? - me dice.

Asiento de nuevo y cierro la puerta. Arranco y veo por el espejo que ella se despide de mí.

- Que raro… - no entiendo nada de lo que acaba de pasar. -¿quién era esa señora?

Miro mi mano y veo que reluce. Poco a poco se forma un símbolo en mi palma con la forma de un dragon envuelto en llamas de fuego.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Zeil capitulo 9

Todo está en llamas, todas las casas se caen a pedazos, la gente esta gritando y pidiendo ayuda, pero no esta de mi mano ayudarles... sigo desesperando y corriendo detrás de esa silueta humana... voces por lo bajo me susurran "Xingron". Estoy muy asustado. Llego junto la silueta. Me fijo que todo está en cenizas aquí, escucho un grito estremecedor. Me despierto sobresaltado, todo fue un sueño... me doy cuenta de que estoy empapado de sudor frío, y, de que he llorado...


Contemplo mi alrededor, estoy aún en la clínica, y enchufado no sé por que a las máquinas. Intento moverme para quitarme los cables, pero no puedo, la espalda me mata...


-¡¡¡Zeil!!!-grita Kenta dando un portazo, como puedo escondo la cabeza debajo de la almohada, no tengo ganas de escuchar a nadie. No entiende la indirecta y me sacude cuidadosamente- ¡Zeil! Escúchame. ¿No se escapó una prima tuya


     -Sí, es una chica fina de pelo negro con un extraño recogido en trenzas.-  le digo aun medio dormido- Es mi prima.


     -Sii.- dice con entusiasmo- Zeil es ella, estaba con Nahuel.


       Eso ultimo me descoloca, ¿Con el príncipe del lado contrario? Es una chica lista. Pero aun así no lo puedo permitir, si sigue con ese joven, echara a perder la reputación mía...


       -Pero espera un momento Kenta... -digo por su sorpresa- ¿como sabes que Viana se escapo?- no me contesta, se lo dejo pasar.

           
     Sin esperarmelo, entran de golpe Nahuel, el gorila y Torin.


     -Acabemos rapido con esto- comenta Torin, no se por que, pero creo que me van a hacer algo desagradable.- Nahuel, usted atelo a la camilla y que no se pueda mover, Lon, saque de aqui al niño...


      El girila coge a Kenta en el aire, empieza a patalear.


      -¡¡Dejame en el suelo!!- grita el niño.


      Actúo por instinto, me libro de todos los cables, me hago con una jeringuilla y me levanto veloz a atacar al Gorila, pero acabo por caerme al suelo por culpa de la espalda... Veo como Lon sale de la sala con Kenta en brazos, me muerdo el labio para no gritar de rabia.



- Zeil, relájate.- me dice Nahuel- Va a estar bien, pero si tu quieres que tu espalda no se agrave y vaya a mejor debes estarte quieto y dejar que Torin te cure.


       Le miro de reojo, no soporto estar mal, ya he perdido dos veces... Por lo menos voy a intentar que mi dignidad se quede intacta. Me dejo ayudar por Nahu, el cual me devuelve a la camilla y me tumba bocabajo. Para mi desesperación, ata con fuerza mis pies y manos, tanto, que casi ni los siento.


       -Lo siento- Comenta Torin- esto no te va a gustar nada.


        Aprieto los puños y dientes preparándome para lo peor... noto una delicada caricia en la zona que mas me duele. Pero inesperadamente, me coge la vertebra, empiezo a gritar, y rápidamente y acompañada de un crigido y mis gritos, me la coloca en su sitio. La espalda me duele mas, estoy aun soltando algún gemido, llorando y temblando. Noto un pinchazo en la zona dolorida... me esta aliviando el terrible dolor. Aunque sigo temblando y se me cae alguna lagrima, suspiro aliviado. Pero me temo que no puedo moverme nada ni ver.... Espero salir vivo de aquí.


    Zeil - Es la voz de Torin- No te preocupes, tal vez pierdas la visión durante unas horas, o tal vez tengas vómitos momentarios, pero para por la mañana estará recuperado.


    Me desatan, pero aun permanezco inmóvil. Escucho unos pasos que salen y cierran la puerta, supongo que estoy solo... empiezo a divagar sobre mi sueño... esa palabra que se repetía, Xingrom, creo que Kenta lo menciono. ¿Sera casualidad? No lo se. Escucho otros pasos cortos. a lo largo de mi vida aprendí a diferenciar los pasos y cualquier ruido, ya que en muchas ocasiones tuve que luchar de noche y con un mínimo de visibilidad. Noto que esa persona se acerca a mi.


        -¿Que pasa kenta? - le pregunto, estoy mas que seguro de que es el.


    - Te quería decir que tu prima al final se fugo de aquí también - eso me cae de sorpresa... - El príncipe Nahuel le dio un caballo y se fue.


    -Kenta...- Voy a cambiar de tema porque no quiero agobiarme con eso. Intento verle, pero aun veo todo negro- Cuéntame algo sobre el nombre de Xingrom, me hablaste de el.


     - Xingrom...  El fuego oscuro...  El ataque... - Dice tímido, espero que me diga todo lo que sepa.- Es una historia complicada, atiende. Tu familia mas ancestral dominava el ataque, pero por desgracia ese poder se acabo mezclando con la oscuridad, y dio lugar al fuego oscuro, su color representativo es el malva, solo tres...


      De repente se corta, no se por que, entonces, escucho unos pasos que se acercan....
   

martes, 29 de octubre de 2013

Nahuel Capítulo 9

- Señor, - oigo la voz de Torin por detrás mía. - el fármaco que le he proporcionado le tendrá dormido mínimo durante doce horas.

Miro a Zeil, hacia mucho tiempo que no le veía. Sonrío para mis adentros, tiene la misma pinta de creído que hace diez años, parece el mismo niño. La verdad, me hubiera gustado reencontrarnos en otras circunstancias no luchando por no matarnos.  Me estoy poniendo melancólico. ¿Cómo estará Ata? ¿Tendrá el pelo igual? Su dulce sonrisa me viene a la mente y me pongo rojo. Adoraba a Ata cuando era pequeño. Al conocerla se convirtió en mi amor platónico, fue amor a primera vista.

- Torin, haz lo que tengas que hacer para que se mejore cuanto antes. - y dándole ésas instrucciones salgo de la enfermería lo más rápido que puedo para que, ni Lon, ni Torin, se den cuenta del color de mi cara.
Intento no pensar en el pasado para recuperar mi tono original. Necesito aire así que salgo al exterior del estadio por bastidores. No hay nadie en la calle y la noche es fría. Miro al cielo, las estrellas y la luna pintan un cuadro hermoso.

- Ha sido una gran pelea. No me imaginaba que un mozo de cuadras se presentase a gladiador y le ganara al invencible Zeil. - dice una dulce voz a mis espaldas. Me giro del sobresalto y veo el cálido rostro de Vienna sonriéndome con dulzura.

- Vienna que alegría verte. - me fijo y sujeta en las manos una maleta - ¿Te marchas?

- Si, quería despedirme. Me caíste bien y, siéndote sincera, eres con la única persona con la que he cuadrado tan bien en mucho tiempo.

- Jo, gracias. - mierda, me estoy volviendo a sonrojar. Menos mal que es de noche y no puede verme tan claramente. - Pero quédate más tiempo, el Dereom aún no terminó.

- No puedo, es un camino muy largo y tengo que hacerlo a pié porque si no llamaría mucho la atención y me encontrarían...

- ¿Va alguien a por ti?

- ¡No! - se ha quedado petrificada - pero, emm... me he escapado de casa. Y no pienso volver, el futuro que me aguarda no es nada tentador.

- Bueno, se que no es un buen consejo, pero yo si tuviera valor también dejaría todo atrás y buscaría un camino nuevo que seguir en la vida, uno que elija yo, no uno que han elegido por mi.

- Exacto. ¿Sabes? Eres el único que me ha entendido. Gracias, por todo, pero ahora he de partir. Tengo un largo camino por delante.

- Espera, ven un momento.

La cojo de la mano y le obligo a seguirme al establo. Allí ensillo a Azabache y coloco las cosas de Vienna sobre él y la subo al caballo.

- Llévatelo, se que estaréis bien los dos. Él te cuidará bien.

- Nathanael, no sé si podría aceptarlo... - hace el amago de bajar del animal, pero se lo impido agarrándola por la cintura. - Es muy importante para ti este caballo. Es un regalo muy serio.
- No es un regalo, es una promesa de que nos volveremos a ver.

- Gracias. - me besa en la frente y comienzan a cabalgar.

El cabello negro de Vienna ondea bajo la luz de la luna. Vuelve la cabeza y se despide con la mano mientras una sonrisa de agradecimiento florece en su cara. Me doy palmadas en la cara para despertar de mis ensoñaciones, cuando ya está fuera de mi vista y vuelvo a ver a Zeil. Al ir llegando de nuevo al estadio pude ver al niño que estaba con Zeil entrar corriendo al estadio desde mi misma dirección, se habría quedado libre cuando llevé a Zeil a la enfermería... ¿Qué habría hecho fuera? No era de mi incumbencia, así que paso del tema. Entro y ya se me acerca Torin con una radiografía en la mano.

- Señor, el muchacho sufre de discos desplazados en la columna. - me señala en la radiografía lo que sería el problema, pero no entiendo de eso así que simplemente asiento. - Es tratable pero doloroso.

- No importa, Zeil es un joven fuerte. Pero tiene que estar bien cuanto antes para salir de aquí. La gente lo odia y como no se vaya lo más rápido posible lo acabarán matando. - torcemos un pasillo y se ve desde alli que la puerta de la enfermería está entre abierta y Lon está afuera de la sala. - Puedes hacer algo ahora mismo, ¿verdad?

- Si - me responde Torin. Entramos en la sala, Zeil y el niño están hablando dentro. Me da algo de rabia, Zeil está despierto y se va a entrar de todo lo que le haga Torin - Acabemos rápido con ésto. Nahuel, usted atelo a la camilla y que no se pueda mover, Lon, saca de aquí al niño.
Lon coge al niño, éste empieza a lanzar patadas al aire.

- ¡¡Déjame en el suelo!! - grita el pequeño.

Antes de que me de tiempo a pararlo, Zeil se arranca todos los cables que lo conectaban a las máquinas de control, coge una jeringuilla y se levanta en un intento de atacar a Lon, pero cae al suelo debido al dolor. Lon aprovecha y sale de la sala con el niño. Zeil me fijo que se muerde el labio, odia perder y hoy está quedando por los suelos, literalmente.

- Zeil, relájate. Va a estar bien, pero si tu quieres que tu espalda no se agrave y vaya a mejor debes estarte quieto y dejar que Torin te cure. - me mira con desconfianza, pero cede. Le ayudo a volver a la camilla y le tumbo de nuevo.

lunes, 28 de octubre de 2013

Atanasia Capítulo 8

De repente, noto que el móvil me vibra en el bolsillo. Reduzco la velocidad y bajo la música. Cojo el móvil y veo que es el sensei que me llama.

- ¿Qué pasa?- le digo.

- Atanasia - susurra como desesperado - por favor, habla bajo.

- ¿Por qué? - paro el coche y empiezo a susurrar.

- Recuerdas que me marché de viaje con unos soldados a resolver el tema que tenemos entre manos.

- Si...

- Pues Saummus me ha hecho una emboscada y estoy bajo su poder. He intentado escapar, pero nuestros propios soldados eran sus marionetas. Me ha secuestrado y ahora me encuentro en los calabozos del castillo del Primer Gobierno.

- ¡Oh! Dios mío... - no puedo evitar el llevarme la mano libre a la boca. - Y¿Qué hago?

- No vengas, bajo ninguna circunstancia. No vengas. No sé exactamente sus planes, pero me los imagino y lo que quiere es a vosotros tres.

- ¿A los tres?

- Si. A Nahuel y a Zeil ya los tiene controlados, no les dejará escapar. Pero tú aun no estás en su poder. Ata, - me dice en un tono más desesperado - Huye. No te fíes de los soldados de ningún bando. Ni siquiera del nuestro. Tu misión ahora es conseguir que Zeil no diga nada de lo que ha visto con nosotros. sino, Saummus descubrirá nuestra guarida y atacará directamente ahí. Además, ya le has dado el collar y si se entera de que lo tiene…

- Tendrá el poder… - le interrumpo.

- Exacto. Así que ahora intenta por todos los medios a tu alcance que Zeil no se vaya de la lengua. Y cuida que Nahuel esté bien.

- De acuerdo.

- Tengo que dejarte. - dice apurado.

- ¡Espera, Takumi! - tengo miedo. Cómo nunca antes me ha pasado, me aterroriza el pensar que el sensei esté en peligro y que todo lo que aprecio se destruirá si no lo hago bien. - ¿y si no lo consigo?

- Confía en ti. Yo se que puedes. Piensa en Nahu y en Zeil. Cuando los encuentres ellos te ayudaran...

La comunicación se corta de repente. No se que hacer. Es muy fácil volver a casa, hacer las maletas y mudarme a un lugar en el que nadie sepa quien soy y donde nadie me encuentre… Pero mis amigos, mi familia me necesita. Si voy allí me mataran, o puede que Saummus me secuestre. Pero si no voy… mataran al sensei, a Nahuel, a Zeil, a todos… Vuelve a vibrar el móvil. Miro quien me llama…es el sensei otra vez. Voy a cogerlo con rapidez y ansiedad, pero espera…¿Otra vez? Estaban a punto de pillarlo, asi que no tiene lógica que dos minutos después de colgarme me vuelva a llamar…puede que sea Saummus o alguno de sus compinches… tal vez quieren negociar… pero en el caso de ser el sensei podría darme más información. El destino del sensei puede depender de ésta llamada.

-¿Diga? - descuelgo el teléfono con miedo y precaución.

- Atanasia, oh querida, no sabes lo que deseaba hablar contigo - rie maléficamente una voz tenebrosa al otro lado del teléfono.

- Saummus... ¡Asquerosa rata! ¿Qué pretendes conseguir con todo ésto?

- Jovencita… - chasquea la lengua - A la gente mayor se la habla con respeto.

- ¡¡Si merecieras mi respeto no serías una rata miserable que ha secuestrado a un hombre que es como mi padre para coaccionarme a ir a ti!! - se hace el silencio. Yo empiezo a temblar de los nervios. - Saummus, ¿has muerto? - digo intentando que mi tono de voz suene burlon.

- ¡¡NO!! - pierde los nervios definitivamente, haciendo que de un bote en el asiento - no quiero que me faltes al respeto mocosa, ¿entiendes? Soy un rey, no un vulgar campesino que no sabe lo que es un baño caliente.

- Y yo soy una joven y vulgar campesina que por cierto, ha probado un baño caliente, y que tiene más corazón que tu porque por lo menos sabe como tratar a las personas.

-¡¡Atanasia!! ¡¡Cuelga!! ¡¡Rastrearán la llama…!! - pude oir al sensei por detrás.

- ¡Sensei!

- Si, Atanasia. Es tu sensei, el señor Takumi. Ahora, si no quieres que le pase nada, tienes que continuar tu camino e ir a reunirte con Zeil y Nahuel y a continuación venir hasta mí. Están en el reino Saifuche, como bien sabes. ¡Ah! y por cierto, el príncipe ha decidido luchar contra Zeil... él solo. Zeil no le recuerda, así que tratara de matarle como casi hace con el mejor gladiador del reino.

- Éso es imposible - le suelto ya exsperada, aún que dentro de mi sabía que podía tener razón -. Zeil no puede hacer eso…en el fondo si que recuerda a Nahuel, y al sensei…y a mi...

- Pero muy en el fondo querida. Todos sus recuerdos inútiles han sido bloqueados, Zeil solo es una máquina de matar. Hasta que no vea a Nahuel muerto no estará satisfecho. Y cuando lo consiga vera que ése joven al que ha matado era su más fiel amigo de la infancia.

- Éso no pasará Saummus, y tu lo sabes. Sólo tratas de engañarme.

- Piensa como quieras, querida, pero yo ya te he dicho lo que hay. Zeil matará a Nahuel delante de todo su reino, así demostrará su fuerza. Los saifuches sin rey ya no serán un problema y ese imperio sera mío, me casare con la reina y seré políticamente rey - rie maléficamente -. Y tú no podrás hacer nada para impedirlo, porque seremos un imperio que se os dobla en tamaño y poder. Ya no habrá rebeldes, y vuestras fuerzas militares serán escasas.

- ¡Mientes!

- ¿En serio? Los guardias que ahora protejen vuestra fortaleza son niños, Atanasia, niños. ¿y cuántos crees que querrán unirse a nosotros para poder reuperar a su familia? Aquí no tendrán que vigilar un castillo, y mucho menos exponerse al peligro.

- Saummus…

No sé cómo es capaz de ser tan cruel… No sólo pretende conquistar dos imperios, sino que además va a aplastar a su propio sobrino y va a permitir que Nahuel muera para conseguirlo. Aún que así nunca conseguirá el poder absoluto. La gente le despreciara, y tarde o temprano acabara habiendo una rebelión en masa que provoque una guerra, o más bien una masacre…

- No lo hagas - digo con voz apenada.

- ¿Y por qué no?

Empieza a reírse, y no soy capaz de oírlo mas. Así que cuelgo. Echo con brusquedad el móvil sobre el asiento del copiloto. Recuesto el asiento y me quedo ahí. Inmóvil. Sin pensar en otra cosa que no sean los chicos. Puede que Nahu muera a manos de Zeil… o tal vez, y sólo tal vez, puede que sea a viceversa. Me doy la vuelta y me llevo las manos a la cara. Empiezo a llorar como nunca mientras oigo como el móvil vuelve a vibrar. Esta vez lo ignoro. No puedo volver a oír la voz de Saummus. Juro que le mataré aún que tenga que ir al otro lado del planeta. No permitiré que ese mentecato domine tanto terreno, lo impediré aún que tenga que morir en el intento. Tengo que decidir. Aún estoy a tiempo de salvar a Nahuel, aún que, tal vez ya haya muerto… si Nahuel esta muerto, yo misma mataré a Zeil. Vuelvo a poner recto el asiento. Meto la llave en el contacto y la giro. Oigo como el motor ruge. Piso el acelerador, y recobro la marcha.

- Espero que todo salga bien… - digo mientras suspiro.

domingo, 27 de octubre de 2013

Zeil capitulo 8

      Los dos nos ponemos en posición de combate al mismo tiempo, me fijo en él... sera difícil derrotarlo, además, mis condiciones físicas no son buenas. En un rápido pero limitado movimiento me lanzo a atacarle, pero me bloquea con un simple movimiento de brazo, no es posible... Le miro a los ojos, me son especiales ¿de qué? No lo sé. A pesar de mi fuerte dolor de espalda, empujo a mi enemigo para atrás. Tomo un poco de aire y me pongo a la carga de nuevo, esta vez las espadas chocan fuertemente entre nosotros, ésto no puede ser, no puede ser más fuerte que yo... Da un giro y me echa para atrás, ésto ya me esta enfadando y mucho. La espalda me arde, pero a pesar de todo me lanzo de nuevo a atacarle a las piernas, cuando estoy a centímetros me esquiva saltando hacia atrás y consigue hacerme un corte en el brazo.

 ¿Qué acaba de pasar? Sé que no puedo moverme bien, pero... puedo hacerlo mejor. Susurra algo, pero no se lo que.
       -¿Qué? - pregunto medio despistado.
      Intento volver en mí, me fijo en que me contrario se dirige a mi corriendo, tardo en reaccionar, pero consigo esquivarlo, no tarda en regresar, me protejo con la espada, me fijo en su mirada, hay diversión, se lo esta pasando bien; ésto me enfada más. Noto que me empieza a fallar la fuerza, aprieto los dientes en un intento en vano de no sentir el dolor de mi espalda y brazo, y con todo mi peso lo tiro al suelo. Empuño la espada con las dos manos y la punta se la dirijo al corazón.
       - ¿Preparado para morir como un pobre, principito? - Le digo con superioridad, aprovecho y clavo la espada tan cerca de la mejilla que le hace un corte, así está mejor, más a mi favor.
- Ni de broma. - Responde para mi sorpresa - No pienso dejar que ganes otra vez, Zeil. Me cansé de que siempre ganes tú, de que siempre te lleves la mejor parte.
- ¿Pero qué?- ¿Pero a qué se refiere?- Nunca había peleado contra ti.
- Así que es verdad no recuerdas, ¿eh? -Se ríe de una forma extraña.- Es igual, se acabó, ya no soy un pequeñin y ésta vez gano yo.-Espera un momento ¿pequeñin? ¿De qué me suena...?
       Me dispongo a acabar éste combate de una vez por todas pero de un salto se pone en pié y me ataca velozmente. Le paro todos esos ataques, pero son difíciles, el blande la espada de una manera única y le da mucha fuerza. Intento atacar, pero no me deja. El sonido de las espadas anima al público a vitorear... me descentra, y no me lo puedo permitir. Empieza a cansarse, o eso creo porque disminuye su ritmo. A provecho y consigo hacerle un corte en la mejilla derecha.  Esta despistado, así que dirijo un ataque hacia su nuca para poner ya fin a ésto. Me acerco corriendo y gritando, él me evita y me da una fuerte patada en el centro de la espalda. Caigo al suelo muy dolorido, y casi inmóvil, retorciéndome de dolor, veo que el otro gladiador se pone a mi altura y me mira cara a cara, con todas mis fuerzas y muy cabreado intento levantarme, pero no puedo, intento coger mi espada desde mi posición, pero me la aparta de mi alcance.
       Zeil,- me dice con un tono amable. ¿Qué se está burlando de mí? No lo soporto- se acabó la pelea. Gané yo, ríndete.
        Intento protestar, pero las fuerzas ni me dan para éso. No es propio de mí, pero me rindo, además, sé que no me va a matar.
       Me dejo ayudar, mi contrincante se agacha, le pongo mi brazo sano alrededor del cuello y me levanta como puede. El muchacho junto al gorila me van sacando de la arena. Todo el mundo abuchea, me siento indignado... Me llevan por el interior del calabozo en el que está Kenta.
- ¡Zeil! - grita Kenta mientras se acerca, me sorprende que se preocupe por mí...
- Tranquilo, se pondrá bien -responde el príncipe tranquilizándolo - Lon, ve a buscar a Torin para que le cure.
Camino ayudado hasta un cuarto blanco, lleno de aparatos médicos, como electrocardiogramas, sueros y demás aparatos que me parecen desagradables. Veo que la mujer que me lavó la cara; está preparando algo con aguja... El joven me obliga a tumbarme en una camilla, el dolor ya es más que insoportable... hasta se me escapan unas lágrimas de dolor.
         - ¿Por qué no acabaste conmigo? - pregunto intrigado, es curioso que no me matase, sobre todo porque soy su mayor enemigo. - No soy un simple gladiador, soy el príncipe de tu mayor preocupación y seguramente soy la persona que se ha llevado por delante más vidas de tus soldados. ¿Por qué no me mataste?
- No soy como tu, Zeil. -Contesta serio - No soy capaz de arrebatar una vida sin ton ni son. Y menos la vida de mi mejor amigo de la infancia.
- ¿Amigo? -Yo nunca lo vi, no soy su amigo -Si no te conozco. Deduje que eres el príncipe de éste lugar por tus vestimentas y por la forma que tienes de coger la espada, que es inconfundible, nada más. Por saber, no se ni tu nombre.
- Nahuel - se presenta, me fijo en la mujer... creo que se llana Torin, sostiene la jeringuilla en alto asegurándose que no tenga aire.
- Nahuel, ¿por qué no honraste a tu pueblo? No matándome, pero si dejándome más desecho. Demostrando tu fuerza y poder.
- Yo creo que ya estás suficientemente desecho y además hay más formas de honrar a mi pueblo. No solo existe la forma de hacer daño a los demás. - Pero... si no demuestras tu poderío... ¿cómo saben la fuerza que tienes? Estoy confuso... Torin me inyecta lo que sea eso que tenía en esa aguja.- La verdad es que no pensé que tu acabarías siendo un...
       No me da tiempo a escuchar la última palabra, caigo bajo los efectos del calmante y me sumerjo en un profundo sueño.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Atanasia capitulo 7

- Oh no - susurro. Me doy la vuelta y veo que el sensei me está mirando desde el pasillo.

- Te dije que tuvieras cuidado - me dice serio.

- Lo sé… pero, no puedo, Zeil es demasiado… egocéntrico… no puedo hablar con él sin que me interrumpa. Y además, ahora ya sabe lo de los peques y…¡Aah! No soporto esta presión… - estoy muy agobiada, y necesito desahogarme con alguien. El sensei es como un padre para mí, así que es la persona ideal para hacerlo -. Al final Zeil nos acabara recordando- intento autoconvencerme.

- Atanasia, - se acerca a mi y me abraza - sé que es difícil. Yo he tenido que convivir con Zeil cuando era un niño, y se por experiencia que Zeil es…bueno es Zeil. Tienes que tener paciencia. Cuando nos recuerde volverá a ser el que era hace unos años. Créeme.

- Hace unos años... ¿De verdad volverá todo a ser igual? Tu, yo, Zeil. Nahu... - noto como una punzada de nostalgia me atraviesa el corazón. Son demasiadas emociones juntas, y yo soy humana. El sensei lo nota y se arrodilla, como hacía cuando era pequeña, me coge las manos y me mira fijamente a los ojos.

- Ata, cielo. Todo estará bien si se hacen las cosas como se tienen que hacer.

Sigue mirándome con esa mirada tan característica que pone cuando hace una promesa.

- ¿Cómo lo sabes?-pregunto.

Se levanta y rodea mis hombros con su brazo.

- Lo sé Ata. Simplemente lo sé. - Asiento con la cabeza. Empezamos a caminar lentamente. Pienso en Zeil. No se porque, pero aún que es tan egoísta, pensar en él me trae paz. Así me siento mejor. - Escucha, ahora descansa. Tomate un día de relax. Llevas bastante tiempo muy ocupada, ve a tu habitación y aclara la cabeza.

Asiento de nuevo y le hago caso. La verdad es que estoy bastante cansada. Me retiro a mi cuarto y me encierro en él. Necesito desconectar del mundo por lo menos durante unas cuantas horas. Estudio mágia, duermo, escucho música, leo... Antes de que me llego a dar cuenta ya es la tarde noche del día siguiente. Salgo de la habitación y voy en busca del sensei. Aún después de descansar, ha habido una pregunta que no la he podido borrar de mi mente ni por un mísero instante.

- ¿Qué debo hacer ahora? - digo al encontrarme con el sensei.

No le da tiempo ni a siquiera responderme, pues un guardia se acerca corriendo hacia nosotros. cuando nos alcanza, sin coger ni un poco de aliento dice:

-¡¡Sensei!! ¡¡Zeil, noticias…!!

- Cálmate hijo, - le dice el sensei - respira un poco.

-Seguimos la pista de Zeil. Se dirigía al reino Saifuche y ha sido atacado em el camino por unos soldados de Saummus. ¡Quieren matarlo! Las últimas noticias que tenemos son de que en el reino Saifuche lo han apresado y condenado a ser gladiador en uno de sus más antiguas tradiciones, -dice el hombre respirando dificultosamente. - Según nuestras fuentes están peleando mientras hablamos Nahuel y Zeil.

- ¡¿Nahuel?! - interrumpo poniéndome delante del sensei, pero retrocedo en seguida.

-¿Están bien? ¿Cómo se haya Zeil? ¿y Nahuel? ¿Dónde se encuentra exactamente el anfiteatro del que estamos hablando? - dice el sensei.

- No sé la respuesta a todas éstas preguntas. Lo único que sabe es que están en el reino Saifuche y que el espectáculo es el mejor que se ha visto en muchísimos años.

La alegría y el nerviosismo me invaden de tal modo que se me hace un nudo en la garganta y me quedo sin habla unos segundos.

 -Sensei, ¿has oído? ¡Nahu! - empiezo a reir de una manera anormal, pero es que estoy eufórica - ¡¡¡Si!!! ¡¡Lo sabía!!

-Atanasia, tranquilízate - me corrige el sensei -Tal vez sea una trampa de Saummus para juntaros a los tres y mataros allí mismo, en ese caso nos pillaría algo de imprevisto, y no podríamos hacer nada. Además, ya sabes que lo que ocurrió en el pasado, y tú allí no eres bien recibida.

- Sí pero…

- Pero nada. Te quedaras aquí esperando mientras yo voy al reino Saifuche.

- Pero yo también… - intento implorar. Para una oportunidad que llevo buscando desde hace tanto tiempo y ahora que tengo delante la ubicación de las dos personas que marcaron mi vida no me dejan aprovecharlo por seguridad.

- ¡NO! - grita.No puedo contradecirle, pues se nota que esta enfadado. De echo, nunca le había visto así. - Atanasia. Te juro que como te escapes te arrepentirás. Y sólo te lo diré una vez. Considérate suficientemente avisada.

Acto seguido empieza a caminar hacia un cuarto con el soldado. Yo me doy media vuelta y vuelvo a la puerta. Esta vez salgo fuera. El aire me mueve el pelo. Veo como un soldado sube al coche, pero no lo arranca. Parece que esta hablado con otra persona. Me tumbo en el suelo e intento leer sus labios. Solo consigo entender “Saummus estará presente” y alguna que otra palabra suelta. De repente se callan. El sensei camina hacia ellos. Sube al coche y antes de cerrar la puerta mira hacia mi posición. Se me queda mirando unos instantes y, como si conociera mis intenciones niega con la cabeza. Cierra la puerta y el coche arranca.

Observo como se va alejando poco a poco. Al fin, desaparece. Empiezo a pensar en Nahu, a recordar su cara, su sonrisa de bueno, su personalidad, su voz…le siento tan real.... Cierro los ojos, y es como si lo tuviera a mi lado... no puedo contener las ganas de gritar, así que lo hago:

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡Zeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiillllllllllll!!!!!!!!! - ¡oh! ¿Por qué he dicho eso? Estaba pensando en Nahu y…oh no…no…no puede ser….

Necesito poner en orden mis ideas, así que, sin pensarlo dos veces vuelvo a dentro corriendo. Bajo las escaleras deprisa y me dirijo a toda prisa hacia el aparcamiento trasero. Salgo por fin al exterior y localizo mi coche. Me subo rápidamente y arranco. A pesar de las ordenes, pienso irme a buscar a Nahu, no soporto la idea de que tengo una oportunidad de tenerlo delante y no puedo y además de que luche de nuevo contra Zeil, sobre todo porque se a vuleto muy sangriento... Veo como el paisaje pasa rápidamente por mi lado. Abro la ventanilla y pongo la música a tope. Escucho mi canción favorita. Voy distraída con mis pensamientos mientras tarareo ésa canción. Noto el viento en la cara. Estoy impaciente por ver a Nahu. Ahora mismo estoy en mi mundo. Nada puede fastidiar éste momento… voy sola en mi coche, me dirijo a buscar a Nahu y a Zeil, estoy haciendo lo que a mi me gusta. Sentirme libre.

lunes, 21 de octubre de 2013

Zeil capitulo 7

   
      Ese hombre me lanza una mirada asesina. Esta deseando librarse de mí y matarme...
      -¿Preparado para no ver más la luz del Sol? -Me dice medio riéndose.
         -¿Ves ésta espada? - pregunto- pues vas a sentir su frío metal. Luchemos en la oscuridad.
         Me lanzo a atacarle los mas rápido posible, pero me coge y me lanza contra una pared, choco con brusquedad, estoy tirado en el suelo y creo que con la espalda partida en dos. Es un dolor muy fuerte, inclúso no me puedo mover... miro a las gradas, y puedo ver el palco real donde se encuentran la reina y lo que parece el príncipe de aquí, por lo menos se dignaron a aparecer.  Está ridículo, tiene un traje horrible, tiene valor para ponerse eso.
         -¡¡¡Pulga, levantate para luchar!!!!- grita mi oponete -No querrás defraudar a todo tu país,  los niños te recordarán como un cobarde y....
       No le dejo terminar la frase, encorelozado y gritando, me lanzo encima suya y con la empuñadura de la espada, golpeo al gigante en la nuca. Me separo de él, está tambaleandose, pero no cae. El dolor de espalda me obliga a ponerme de rodillas. Entre el casco y el dolor de espalda me estoy agobiando. Me pongo en pié de nuevo, dispuesto a acabar con esto de una vez. Me lanzo a atacarle con la espada, el metal suena fuerte, no es ningún juego. Para vencer, cojo arena y se la tiro a los ojos, entonces ataco y le hago un importante corte en las piernas, básicamente ésa es mi marca. Se arrodilla ante mí, y de nuevo con el mango de la espada le doy un golpe en la sien y queda incosciente.
 
        Orgulloso levanto mi espada y la clavo en el suelo, estoy ya harto de este casco, así que me lo saco, cuando hago eso, la gente me victorea aún más, miro al palco en el que se encuentra el príncipe y su madre, el me mira como con fascinación, normal, no todos los años tienen este espetaculo.
       Alguien me coge por atrás y no me deja moverme aún que me resista.
       -Es un descanso- me dice- no seas tonto y aprovechalo.
        No me resisto, cojo mi espada y lo sigo, y me lleva al calabozo de Kenta, el cual se alegra por un momento y vuelve a enfadarse conmigo. Supongo que no puedo hacer gran cosa ... me siento en el suelo apoyándome en la pared. Respiro profundo, este dolor me está matando... Escucho una musiquita, y algo en mi bolsillo vibra. Es mi móvil. Antes de contestar observo que es Saummus, mira que es plasta ¿qué querrá? ¿No sabe que estoy a punto de luchar de nuevo?
       -¿Qué quieres?- Contesto al teléfono.
       -¡¡¡¡Zeil!!!- Me grita al teléfono, alejo un poco el móvil de la oreja-¡¡¡¿¿¿Dónde rayos estás???!!!
        -Ya ni me dices hola.- contesto sarcastico- estoy en... Espera... ésta mañana dos militares de nuestro ejército me atacaron y "mataron" a una niña inocente, pero decían que venían a por mí...
 
       -Soldados extraviados, yo no di esas órdenes... Bueno, a lo que iba, tengo malas noticias, escogí que te casaras con Viana y ...
      -¡¡¡Te dige que no me desposaras con tus hijas!!! -Le interrumpo- Sabes que quiero a Viana, pero como a una hermana, no como a una esposa.
       - Escuchame, Viana se ha escapado, y no sabemos dónde está. Tienes la misión de encontrarla y de traerla intacta.
       La comunicación se corta. En parte respiro tranquilo porque así no me tendré que casar a la fuerza con mi prima. Pero por otra parte me preocupa mucho porque es mi prima pequeña, me crié con ella y la quiero como a mi hermana menor. Conociéndola, se fue para descubrir mundo. Debo de tener cara de preocupado, porque Kenta me mira extrañado, hurgo un rato en mi bolsillo, y encuentro la cajita de oro blanco, es bastante bonita, pero me pregunto por qué me lo dio aquella chica...
        El mismo hombre me levanta del suelo, pero al hacer eso me duele muchísimo la espalda y no puedo evitar soltar un gemido. A duras penas me mantengo en pie, hace tiempo que no me encuentro tan dolorido. Cojo la espada, y como puedo vuelvo a salir a la arena.
      Me cuesta enderezarme, pero aún así lo intento disimular todo lo posible. ¿Por qué se abra escapado Viana? Solo es una niña... se parece a mí en eso, un ser inquieto. Miro al frente, y veo a mi nuevo oponente. Da la casualidad de que es el principito de aquí; y menos mal, se cambio la ropa. Me fijo en el, es de constitución más bien delgada y es muy alto... por lo menos me lleva media cabeza... en él noto algo familiar, pero no se el qué. El muchacho se queda a cierta distancia mía. Su mirada seria y verde hace que recuerde a ese niño pequeño con el yelmo. ¿Por qué tengo la sensación de que conozco a ese chico a la perfección? Dejo las preguntas para otra ocasión y me dispongo en posición de ataque igual que mi nuevo oponente. A ver como salgo de ésta pelea...