jueves, 31 de octubre de 2013

Atanasia Capítulo 9

El miedo que tengo hace que no tenga fuerzas para hacer presión sobre el pedal, asi que voy despacio. La sensación de agotamiento es mas fuerte que yo, y además me duele muchísimo la cabeza. Me siento mareada y sin ganas de nada así que busco un arcen donde poder parar. A lo lejos veo una fuente… tal vez pueda parar allí a beber un poco. En unos minutos consigo llegar. Paro el coche sobre la hierba. Espero que no me pongan una multa.

- Bueno… - suspiro.

Me bajo del coche y piso el suelo. Me estiro pero me duele muchísimo el cuello. Será por la mala postura del asiento.

Comienzo a caminar hacia la fuente, poco a poco voy avanzando. Consigo llegar a la fuente, pero con un gran esfuerzo. Me siento en un banco que hay justo al lado de ésta. El viento sopla cada vez más fuerte. Cierro los ojos y apoyo mi espalda en el respaldo del banco. Noto como mi pelo se mueve al compás de la brisa.

Empiezo a pensar en la conversación que he tenido con Saummus. Me surgen un montón de preguntas, ¿Qué pasará con el Sensei? ¿Qué pretende Saummus con ésto? ¿matarnos a todos o hacerse con el control medante este secuestro? Quiero poder pasar del tema y olvidarlo pero la vida de todos aquellos a los que quiero está en mis manos. Además está el tema de que ni Zeil ni Nahu no saben nada de ésto, y si me retraso más también les pasará algo a ellos…

- Buff…-suspiro. Me tumbo en el banco con las piernas encogidas. Sigo pensando en ésto, hasta que finalmente, me vence el sueño.

Me despierto sobre un colchon. Estoy tapada con una manta de algodón…no sé lo que ha pasado mientras dormía….¿cuánto tiempo habré estado inconsciente? Estiro mis brazos y poco a poco abro los ojos. Me incorporo un poco para ver mejor lo que tengo a mi alrededor. Está todo oscuro, pero no tengo frío. Es raro, porque siento que alguien  me esta observando. Me levanto de la cama esperando sentir una punzada de dolor en el cuello y la espalda. Pero no siento nada. Empiezo a caminar pegada a la pared. De repente, noto como me choco con algo.

-¡¡Ah!!- grito del susto.

Toco lo que tengo delante y noto que es un mueble. Sigo andando, está vez con más cuidado. Llego a la otra pared y la sigo. Me estoy hartando de tanta oscuridad. Llego una especie de puerta, busco un picaporte, pero no lo encuentro.

- ¿¡Hola!? ¿Alguien puede oírme?-pregunto desesperada.

No recibo respuesta. Esto me crispa los nervios más. Cierro los ojos muy fuerte en un intento de calmarme. Aprieto los puños mientras hago ésto. Apenas pasan unos segundos cuando noto que una intensa luz blanca sale de mí. Abro los ojos poco a poco. Ya habia hecho ese hechizo antes pero nunca con esa intensidad, lo que me sorprende bastante. Oigo unos aplausos lentos detrás de mí. Me doy la vuelta en posición de ataque. La luz se vuelve azul.

-¿Quién eres?- digo enfadada. Oigo una risita fina que procede de la misma persona que había aplaudido.

-¡Exijo una respuesta ahora!

- Enhorabuena, Atanasia - dice la voz -. Siempre supe que lo conseguirías, pero no tan rápido.

-¿Qué?

-Acompañame.

Las luces se encienden y veo claramente que la figura de antes es una anciana de unos 90 años. Empieza a caminar a un paso bastante rápido para su edad. Me lleva a través de unos pasillos anchos y muy bien decorados. Entramos en un salón gigante que me recuerda mucho a un castillo medieval.

- Siéntate niña-me dice.

Obedezco sin abrir la boca. Veo como una copa de agua aparece ante mi sin que nadie la toque.

-¡Oh! - digo - Usted ha…¿ha visto eso?

- Si cielo. Son copas mágicas. Ya las conocias. ¿recuerdas? De pequeña te encantaban…

- No lo recuerdo…

- Bueno da igual. Dime niña, ¿Por qué has venido aquí?

- Yo no he venido…me dormí en un banco y me desperté en esa habitación de ahí… - veo que la puerta ha desaparecido. Esto es muy raro.

- Cariño - la anciana se acerca a mí y me acaricia la mejilla-. Está es tu casa. ¿No recuerdas cuando os llevábamos a Zeil, a Nahu y a ti…?

Me mira con una cara como queriendo que continue su frase.

- No entiendo…-digo yo un poco avergonzada.

- Será mejor que te lo enseñe. - de repente se forma una puerta que da afuera.

- ¿Qué…?-pregunto.

Me coge la mano y me lleva afuera. Nos dirijimos a la fuente que vi antes. Cuando salimos veo que la puerta ya no está, y el torreon está desapareciendo hasta que finalmente, se desintegra completamente.

- Coge un poco de agua - me dice la anciana.

Me giro hacia ella y veo que la fuente es ahora un pozo hondísimo. Miro hacia abajo y como era de esperar, el agua esta abajo del todo.

- Ni hablar - contesto yo. Vuelvo a mirar abajo, pero esta vez, la mujer me hace ponerme de cuclillas frente al pozo. - Es muy hondo y no hay pole... - no me da tiempo a acabar de hablar, pues me empuja y caigo dentro del pozo. Caigo sin remedio, pero aún que veo el fondo no doy llegado. Es más profundo de lo que pensaba. Por fin estoy segura de que me voy a comer el suelo, así que me protejo la cara con las manos lo mejor que puedo y me preparo para el impacto. Me quedo así un buen rato, hasta que me doy cuenta de que no he tocado el suelo. Estoy flotando.

- Pero ¿qué …? - digo. Nunca había conjurado un hechizo sin antes pensarlo. De está vez había sido como algo ignato.

Miro arriba y veo que la mujer me esta mirando.Noto como la gravedad me repudia y hace que suba hasta arriba. Me siento en la hierba junto a la anciana.

-¿Recuerdas ahora?

- No… - pone una cara de pena pero rápido recupera su aspecto jovial. Mira el reloj y me dice:

- ¡Uy! Cielo, tienes que marcharte. Solo te diré una cosa. Aunque hayas estado convencida de algo desde hace mucho tiempo, las apariencias engañan.

Asiento con la cabeza y me levanto. La mujer me abraza y me acompaña hasta el coche.

-Ve con cuidado. Tienes una misión importante que cumplir, ¿no? - me dice.

Asiento de nuevo y cierro la puerta. Arranco y veo por el espejo que ella se despide de mí.

- Que raro… - no entiendo nada de lo que acaba de pasar. -¿quién era esa señora?

Miro mi mano y veo que reluce. Poco a poco se forma un símbolo en mi palma con la forma de un dragon envuelto en llamas de fuego.

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