- Oh no - susurro. Me doy la vuelta y veo que el sensei me está mirando desde el pasillo.
- Te dije que tuvieras cuidado - me dice serio.
- Lo sé… pero, no puedo, Zeil es demasiado… egocéntrico… no puedo hablar con él sin que me interrumpa. Y además, ahora ya sabe lo de los peques y…¡Aah! No soporto esta presión… - estoy muy agobiada, y necesito desahogarme con alguien. El sensei es como un padre para mí, así que es la persona ideal para hacerlo -. Al final Zeil nos acabara recordando- intento autoconvencerme.
- Atanasia, - se acerca a mi y me abraza - sé que es difícil. Yo he tenido que convivir con Zeil cuando era un niño, y se por experiencia que Zeil es…bueno es Zeil. Tienes que tener paciencia. Cuando nos recuerde volverá a ser el que era hace unos años. Créeme.
- Hace unos años... ¿De verdad volverá todo a ser igual? Tu, yo, Zeil. Nahu... - noto como una punzada de nostalgia me atraviesa el corazón. Son demasiadas emociones juntas, y yo soy humana. El sensei lo nota y se arrodilla, como hacía cuando era pequeña, me coge las manos y me mira fijamente a los ojos.
- Ata, cielo. Todo estará bien si se hacen las cosas como se tienen que hacer.
Sigue mirándome con esa mirada tan característica que pone cuando hace una promesa.
- ¿Cómo lo sabes?-pregunto.
Se levanta y rodea mis hombros con su brazo.
- Lo sé Ata. Simplemente lo sé. - Asiento con la cabeza. Empezamos a caminar lentamente. Pienso en Zeil. No se porque, pero aún que es tan egoísta, pensar en él me trae paz. Así me siento mejor. - Escucha, ahora descansa. Tomate un día de relax. Llevas bastante tiempo muy ocupada, ve a tu habitación y aclara la cabeza.
Asiento de nuevo y le hago caso. La verdad es que estoy bastante cansada. Me retiro a mi cuarto y me encierro en él. Necesito desconectar del mundo por lo menos durante unas cuantas horas. Estudio mágia, duermo, escucho música, leo... Antes de que me llego a dar cuenta ya es la tarde noche del día siguiente. Salgo de la habitación y voy en busca del sensei. Aún después de descansar, ha habido una pregunta que no la he podido borrar de mi mente ni por un mísero instante.
- ¿Qué debo hacer ahora? - digo al encontrarme con el sensei.
No le da tiempo ni a siquiera responderme, pues un guardia se acerca corriendo hacia nosotros. cuando nos alcanza, sin coger ni un poco de aliento dice:
-¡¡Sensei!! ¡¡Zeil, noticias…!!
- Cálmate hijo, - le dice el sensei - respira un poco.
-Seguimos la pista de Zeil. Se dirigía al reino Saifuche y ha sido atacado em el camino por unos soldados de Saummus. ¡Quieren matarlo! Las últimas noticias que tenemos son de que en el reino Saifuche lo han apresado y condenado a ser gladiador en uno de sus más antiguas tradiciones, -dice el hombre respirando dificultosamente. - Según nuestras fuentes están peleando mientras hablamos Nahuel y Zeil.
- ¡¿Nahuel?! - interrumpo poniéndome delante del sensei, pero retrocedo en seguida.
-¿Están bien? ¿Cómo se haya Zeil? ¿y Nahuel? ¿Dónde se encuentra exactamente el anfiteatro del que estamos hablando? - dice el sensei.
- No sé la respuesta a todas éstas preguntas. Lo único que sabe es que están en el reino Saifuche y que el espectáculo es el mejor que se ha visto en muchísimos años.
La alegría y el nerviosismo me invaden de tal modo que se me hace un nudo en la garganta y me quedo sin habla unos segundos.
-Sensei, ¿has oído? ¡Nahu! - empiezo a reir de una manera anormal, pero es que estoy eufórica - ¡¡¡Si!!! ¡¡Lo sabía!!
-Atanasia, tranquilízate - me corrige el sensei -Tal vez sea una trampa de Saummus para juntaros a los tres y mataros allí mismo, en ese caso nos pillaría algo de imprevisto, y no podríamos hacer nada. Además, ya sabes que lo que ocurrió en el pasado, y tú allí no eres bien recibida.
- Sí pero…
- Pero nada. Te quedaras aquí esperando mientras yo voy al reino Saifuche.
- Pero yo también… - intento implorar. Para una oportunidad que llevo buscando desde hace tanto tiempo y ahora que tengo delante la ubicación de las dos personas que marcaron mi vida no me dejan aprovecharlo por seguridad.
- ¡NO! - grita.No puedo contradecirle, pues se nota que esta enfadado. De echo, nunca le había visto así. - Atanasia. Te juro que como te escapes te arrepentirás. Y sólo te lo diré una vez. Considérate suficientemente avisada.
Acto seguido empieza a caminar hacia un cuarto con el soldado. Yo me doy media vuelta y vuelvo a la puerta. Esta vez salgo fuera. El aire me mueve el pelo. Veo como un soldado sube al coche, pero no lo arranca. Parece que esta hablado con otra persona. Me tumbo en el suelo e intento leer sus labios. Solo consigo entender “Saummus estará presente” y alguna que otra palabra suelta. De repente se callan. El sensei camina hacia ellos. Sube al coche y antes de cerrar la puerta mira hacia mi posición. Se me queda mirando unos instantes y, como si conociera mis intenciones niega con la cabeza. Cierra la puerta y el coche arranca.
Observo como se va alejando poco a poco. Al fin, desaparece. Empiezo a pensar en Nahu, a recordar su cara, su sonrisa de bueno, su personalidad, su voz…le siento tan real.... Cierro los ojos, y es como si lo tuviera a mi lado... no puedo contener las ganas de gritar, así que lo hago:
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡Zeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiillllllllllll!!!!!!!!! - ¡oh! ¿Por qué he dicho eso? Estaba pensando en Nahu y…oh no…no…no puede ser….
Necesito poner en orden mis ideas, así que, sin pensarlo dos veces vuelvo a dentro corriendo. Bajo las escaleras deprisa y me dirijo a toda prisa hacia el aparcamiento trasero. Salgo por fin al exterior y localizo mi coche. Me subo rápidamente y arranco. A pesar de las ordenes, pienso irme a buscar a Nahu, no soporto la idea de que tengo una oportunidad de tenerlo delante y no puedo y además de que luche de nuevo contra Zeil, sobre todo porque se a vuleto muy sangriento... Veo como el paisaje pasa rápidamente por mi lado. Abro la ventanilla y pongo la música a tope. Escucho mi canción favorita. Voy distraída con mis pensamientos mientras tarareo ésa canción. Noto el viento en la cara. Estoy impaciente por ver a Nahu. Ahora mismo estoy en mi mundo. Nada puede fastidiar éste momento… voy sola en mi coche, me dirijo a buscar a Nahu y a Zeil, estoy haciendo lo que a mi me gusta. Sentirme libre.
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