La noche se hace larga, no soporto el insonmio, las perdidas de vista momentanias o los vómitos. Torin me intento dar de comer más de una vez, pero por mi desgracia, lo acabo echando todo. Lo bueno es que la espalda ya no me molesta y me muevo libremente, pero aún así me obligan a permanecer quieto para que me puedan controlar la mejoría.
En este momento me encuentro sentado enfrente de una mesa, mirando como Kenta duerme, y como no tengo nada que hacer, estoy dibujando en un trozo de papel. Nahuel llego hace poco, se marcho para dormir, pero ya volvió. Aún que esta demasiado entretenido en sus quehaceres, ni siquiera se digno a saludarme, la verdad que para ser un niño 18 años es muy maduro. Me centro en el dibujo que estoy haciendo, es un dragon envuelto en llamas, me pregunto que me habrá dado para dibujarlo... Veo que delante de mi me ponen un plato vaporoso de comida de color blanco, parece pescado, hace mucho que no lo pruebo, desde que los proveedores dejaron de traerlo de aquí al Primer Gobierno... Solo Saummus lo prueba y eso me cabrea, sólo porque es el "rey". Que realmente debería ser ya yo, pero se empeña en que primero me case y no quiero, bueno no estoy preparado quiero ser libre.
-Come esto- dice serio sacandome de mis pensamientos y arrimandome la bandeja con comida- dice Torin que no tiene ni sabor ni olor, así que no te va a sentar mal.
-¿Seguro?- comento riendome en bajo- Me dijo eso las otras veces y lo acabé echando todo.
- No me voy a ir hasta que lo termines- me insiste, pero sigue en un tono seco.
Apenas me como medio plato cuando una mujer de avanzada edad entra por la puerta, creo que es la reina. Se me queda mirando con asco unos instantes ¿Pero qué he hecho? Bueno, a parte de intentar matar a su hijo.
-Pero Nahuel- le dice preocupada a su hijo- ¿qué haces con este niño falto de lucided?- ¿me acaba de insultar?
-Mamá- interviene rápidamente Nahuel- te dije que no hacia falta que vi...
-Perdone, señora - le interrupo aún mirando al plato.- Pero creo que no sabes quien soy. -Me levanto, pero no me puedo mover bien por culpa de los cables, me pongo delante de ella- Soy Zeil, el eredero del trono del Primer Gobierno. Y ademas, no me falta ninguna luz.
-Perdone señorito asesino a todo lo que se mueve- dice con sarcasmo, no la soporto.- Nahuel, no quiero que pases más tiempo con este crío inútil.
-Mire abuela no quiero que me insulte... - me acerco más a ella, pero Nahuel me para. La verdad es que me estoy resistiendo, si la ataco, provocaría una batalla entre el principe y yo, y no tengo ganas.
-Hijo, ama la naturaleza; a pesar de lo que hizo con él.- Eso ya es mi colmo, me muerdo el labio para no gritarle a la cara.
Intento hacer caso omiso mientras despierto a Kenta y me desconecto de las máquinas que me controlan y junto Kenta salgo de la habitación. Por mi desgracia pierdo la vista y acabo chocandome contra una pared, últimamente no me sale nada a derechas, por detrás escucho unas risitas. Kenta me hace el favor y me conduce a la salida. Cuando estoy fuera respiro profundo y de repente se ma aclara la vista. Es por la mañana, ni siquiera amaneció del todo, así aprovecho más el día. Me cogen de repente por el hombro, me giro dispuesto a atacar, pero veo que Nahuel.
-Espera Zeil- me dice.
-¿Realmente crees que te voy a hacer caso? - replico.
-No, pero estás medio ciego y si comes devuelves todo. Por lo menos deja que te acompañe hasta medio día.
No me apetece cargar con uno más, pero si no viene, lo mas seguro es que acabe contra un árbol.
-De acuerdo- digo a ragañadientes- pero yo voy a moto y rápido. Y pasado el horario marcado somos de nuevo enemigos a matar.
-Vale, sígueme.
Le sigo sin protestar, me lleva a un garaje lleno de coches, tanques... motos... los ojos se me van a una moto grande. Pero Nahuel me lleva a un coche. Me pongo al volante.
-Es mejor que conduzca yo- me regaña- va a ser más seguro para todos.
-Eh... perdona- le replico - Aquí soy el mayor, conduzco yo, además, tu no sabes como conducir para llegar al Primer Gobierno.
- Pero a la primera que te tuerzas, tomo yo el control.
Arranco el coche, subo las revoluciones y escucho el potente rujido del motor. Piso el acelerador y salgo disparado del garaje, me fijo en que Nahuel está muy agarrado al asiento y con cara asustado. Es divertido verle. Creo que le va a dar algo, así que disminuyo la velocidad.
Sigo al oeste, pero por fuera de la ciudad, prefiero evitar a los militares. Vamos un buen rato al lado del mar, la verdad es que es impresionante, yo básicamente vivo en un desierto en el que se habilitó para vivir. El viaje me esta resultando aburrido, no hablamos para nada. Así va pasando el tiempo: muy lento y aburrido. Sin esperarmelo, se me nubla la vista poco a poco. Me asusta. Pego un frenazo.
-Mierda - murmullo para mí mientras me froto los ojos y acabo d perder la visión. Apoyo desesperado la cabeza contra el volante.
-¿Pero qué te pasa?- me comenta Nahuel reganadome.-venga, fuera, ya cojo yo el coche.
No me resisto, obedezco y me pongo en el asiento del copiloto. Noto que el vehículo arranca con cuidado y avanza... no es tan divertido que Nahuel conduzca, sigue todas las normas... El camino se me hacep aún peor, ninguno de los tres habla.
-Kenta... -rompo el silencio- ¿podrías hablarme más sobre Xingron?
-Si...-contesta timido- como te decía, es ataque. Tu famila en la antigüedad dominaba ese ataque por conpleto, pero una fuerza negativa corrompió ese poder: el fuego oscuro, cuyo color es malva. Los elegidos por los poderes ancestrales son personas únicas. Pero en el caso del Xingrom ninguno de los elegidos que lo intentó controlar en su totalidad pudo controlar esa fuerza para bien.
Recupero la vista de nuevo, ya no hay mar por ningún sitio, es más bien desierto todo lo que mi vista alcanza, ya estamos cerca del Primer Gobierno. Lentamente el coche sa va parando hasta que no avanza. Miro a Nahuel, y veo que el contador de gasolina está indicando que ya no hay combustible ¿pero se ha olvidado de repostar? Ni que fuera tan difícil parar en una gasolinera. Salimos del coche y lo empujamos hasta que está fuera del arcen. Por suerte y desgracia, no pasa ningún coche.
-Nahuel....-le llamo la atención-¿sabes dónde estamos?-no me contesta, solo me pone una cara de "no tengo ni idea"- estamos en el desierto de las tierras altas, sin coche no salimos de aquí vivos. Y... si te parece bien morir de deshidratación...- digo con un tono irónico, me lo tomo a broma, pero es un tema muy serio.
-Me da la sensación de que conoces bien este lugar.- me contesta mientras se apoya en el coche.
A lo lejos veo una silueta, pero el polvo, y el calor del medio día no me deja distinguirlo bien, pero creo que es un militar... viene agitando los brazos. No pienso que otro militar se interponga en mi camino. Así que cojo mi espada y salgo corriendo a atacarle. No va a ver las próximas luces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario