jueves, 31 de octubre de 2013

Nahuel Capítulo 10

Zeil se mueve despacio y dificultosamente. Carga bastante su peso sobre mi, pero al ser yo más grande no me es dificultoso. Le tumbo boca abajo obedeciendo las instrucciones que me indica Torin desde la otra punta de la sala. Le ato con fuerza pies y manos, espero no pasarme de fuerte pero si no sería molesto para Torin y no haría su trabajo con eficiencia.

- Lo siento - dice la mujer acercandose - ésto no te va a gustar nada.

Me retiro unos pasos para que la médica haga su trabajo. Veo a Zeil tensarse bajo el tacto de la mujer.
Los puños del joven aprietan con fuerza. Rápida y con mucha maña, Torin agarra las vertebras descolocadas y las coloca con un crujido grimoso y un grito desesperado de Zeil. Me giro, no puedo verlo así, pero aún así sigo oyendo a Zeil sufriendo.

- Zeil, - es la voz de Torin, me vuelvo de nuevo y veo que le acaba de inyectar una sustancia en la espalda a Zeil - no te preocupes, tal vez pierdas la visión durante unas horas, o tal vez tengas vómitos momentarios, pero para por la mañana estará recuperado.

Torin me hace señas para que la ayude y entre los dos lo desatamos. No mueve ni un músculo. Torin se retira ya hecho su trabajo, yo le sigo. Supongo que Zeil querra estar solo.

Me dirijo a la arena, entre Zeil y yo hemos dejado el combate colgado. Aún viendo a Zeil así no puedo el evitar sonreir. Le gané. No me lo creo. Pero esta victoria no me vale. Zeil ya venía cansado de pelear contra el gigante aquel.

- "No, pelearé otra vez contra él y le venceré con todas las de la ley. Ya no soy un niño débil, soy un luchador." - me digo a mi mismo mientras atravieso la puerta y los focos vuelven a iluminarme. La gente vitorea como nunca. Ha pasado un buen rato pero hay mucha gente. Miro a mi madre, pretende parecer enfadada, pero en sus ojos puedo ver el orgullo de que yo haya derrotado al principe maldito de el Primer gobierno. Recojo mi espada y la alzo. No crei que fuera posible, pero los vitores se hicieron más fuertes. Ver a mi pueblo así me motivó a no darme por vencido nunca. Si provoca esta reacción en la gente un simple juego de gladiadores no puedo imaginar lq alegría que acarrearía el poder ganar la guerra.

Me retiro por la puerta por la que entré. Veo un catre, en donde estaba puesto el niño que venía con Zeil. Me tumbo en él, estoy agotado. Necesito descansar, poco tiempo pasa hasta que me quedo dormido.

Me despierta el sonido de mi teléfono vibrando. Lo cojo sin siquiera mirar de quien se trata.

- Nahuel, hijo - la voz de mi madre sale del aparato. Parece preocupada. - No has venido de vuelta al castillo. ¿Estás bien? ¿A ocurrido algo fuera de la arena? Voy para allí.

- Mamá, tranquila estoy bien. No hace falta que vengas. Sólo que... - el siguiente sonido que oigo es la comunicación cortada, me ha colgado sin dejarme tiempo a replicar.

Miro a través de la minúscula ventana que hay en la estancia y veo que he dormido más de lo que esperaba. Estoy algo preocupado por la situación de Zeil. Hago caso omiso a lo que dice mi madre y voy a verlo de inmediato.

- Señor, - me dice Lon según ver aparecer mi figura por el pasillo. - Torin se ha marchado a descansar, llevamos observando a los dos jóvenes toda la noche. El niño ha dormido, pero el principe no.

- ¿Los informes de Torin estan dentro?

- Sí, alteza. En sus lugares correspondientes.

- Vale. Lon, ve a descansar. - le digo poniéndole una mano en su hombro y
entrando en la enfermería.

Veo a Zeil dibujando, supongo que para matar el tiempo, y el niño está durmiendo como un tronco. Me centro en recopilar la información documentada por Torin y conseguir una comida adecuada para Zeil. Pido que le traigan pescado, es algo nutritivo y en los informes de Torin pone que es lo que mejor le sentirá, ya que carece de olor y sabor.

- Come esto, - le digo serio poniéndole la bandeja con comida delante. - dice Torin que no tiene ni sabor ni olor, así que no te va a sentar mal.

- ¿Seguro? - comenta sarcástico - Me dijo eso las otras veces y lo acabe hechando todo.

- No me voy a ir hasta que lo termines - uso un tono seco para que vea que voy en serio. Cojo una silla y me siento a observar como come.

No ha comido ni la mitad del pescado cuando mi madre irrumpe en la enfermería con gran estruendo. Mira a Zeil con recelo y me mira a mi con una mirada en los ojos entre cabreo y preocupación.

- Pero Nahuel, ¿qué haces con éste niño falto de lucided? - me regaña.

- Mamá, te dije que no hacia falta que vi...

- Perdone, señora. - interrupe Zeil - Pero creo que no sabes quien soy. - se levanta con dificultad y, a pesar de que los cables se lo impiden, se coloca frente a mi madre, desafiandola - Soy Zeil, el heredero del trono del Primer Gobierno. Y además, no me falta ninguna luz.

- Perdone señorito asesino a todo lo que se mueve - responde sarcástica mi madre. Ignora a Zeil y se dirige a mi de nuevo. - Nahuel, no quiero que pases mas tiempo con este crío inútil.

- Mire, abuela no quiero que me insulte... - Zeil se intenta acercar más a ella, pero le detengo. No puedo permitir que se sobrepase, le aniquilarian por solo tocar a la reina y además no está en condiciones de hacer nada.

- Hijo, ama la naturaleza; a pesar de lo que hizo con él.- miro a mi madre, se está pasando. Noto a Zeil tenso, casi temblando de rabia detrás mia.

Zeil evita crear una guerra más grande de la que ya hay y despierta al niño para marcharse. Se desconecta de todo y sale de la enfermería.

- Mejor que se vaya lejos. - dice mi madre cruzando los brazos, obteniendo una pose orgullosa. No puedo hacer otra cosa que mirarla con rabia.

- Me defrauda que como reina te rebajes a esa posición. Tanto con "tu padre esto, tu padre aquello". Pues mi padre siempre decía que el mejor monarca es humilde y no se rebaja. Pon tu también en práctica algo de eso.

Salgo corriendo tras Zeil y el niño. Se que las palabras que le he dicho a mi madre son hirientes, pero alguien se lo tenía que decir. Los alcanzo en la salida. El niño está guiando a Zeil, supongo que se habrá quedado sin visión. Agarro a Zeil del hombro y se gira defensivamente pero se retracta.

- Espera Zeil - suplico.

- ¿Realmente crees que te voy a hacer caso? - replica.

- No, pero estás medio ciego y si comes devuelves todo. Por lo menos deja que te acompañe hasta medio día.

- De acuerdo- dice después de reconsiderarlo. Lo dice además de mala gana, no le hace ilusión que vaya - pero yo voy a moto y rápido. Y pasado el horario marcado somos de nuebo enemigos a matar.

- Vale, sigueme.

No creo que deseen ir a pie así que les llevo hasta el garaje real, donde se guardan todo tipo de vehículos. Miro a Zeil y veo que sus ojos se le van a una moto Terami Z343. No puede conducir moto ninguna, así que le cojo de los hombros y le llevo hasta un coche negro. Como si fuera un niño pequeño, corre hasta la puerta del piloto y se coloca al volante.

- Es mejor que conduzca yo. - le replico - Va a ser más seguro para todos.

- Eh... perdona. Aquí soy el mayor, conduzco yo, además, tu no sabes como conducir para llegar al Primer Gobierno. - ahí me ha pillado, no me queda otra que ceder.

- Pero a la primera que te tuerzas, tomo yo el control.

Zeil arranca el coche revolucionandolo y con gran velocidad salimos del garaje. Da algo de grima porque se nota el poco control que tiene con el coche, está más acostumbrado a las motos. Con su brutalidad al volante no puedo hacer otra cosa que agarrarme lo más que puedo al asiento. Miro para él, una leve sonrisa le asoma. ¿Le divierte que tema por mi vida? No ha cambiado.

Sigue el camino del oeste pero decide salir de las carreras principales y vamos por las afueras. Al ir por la ciudad no nos queda otra que ir a la vera del mar. Es un paisaje bonito. Se me recuerda a la colina a la que suelo ir. Yo ando ensimismado en la ventana, el niño se ha dormido, pobre tiene que estar agotado y Zeil conduce, aún que a veces conduce por instinto porque está en babia. Ignoro a Zeil porque me pone nervioso y me centro en el mar, tan grande y azul. Aún recuerdo cuando le prometí a Ata que algún día lo veriamos juntos, y si se podía lo surcariamos los dos. De eso ya fue hace diez años. Un frenazo brusco me saca de mis pensamientos.

- Mierda - Zeil ha detenido por completo el coche.

-¿Pero qué te pasa?- pregunto sorprendido. Al mirarle veo como se frota los ojos y acto seguido apoya la cabeza contra el volante, supongo que ha perdido la visión. .- Venga, fuera, ya cojo yo el  coche.

Sale sin rechistar lo cual me sorprende, el Zeil que yo conocía habría querido hasta conducir ciego.
Nos cambiamos posiciones. El niño con el frenazo también ha despertado y mira la situación en silencio. Arranco el coche y lo hago con más suavidad que Zeil. Es bastante expresivo así que le noto en la cara que conduzco muy suave para su gusto, aún que sinceramente me da igual.

- Kenta... -rompe Zeil el silencio dirigiéndose al niño, así que su nombre es Kenta. No tenía ni idea de como se llamaba el pequeño. - ¿Podrías hablarme más sobre Xingron?

¡¿Xingrom?! Ese es otro de los nombres o términos que salian en mi antiguo tomo. Si mal no recuerdo denomina la fuerza, el fuego oscuro.

- Si...- habla el niño por primera vez - Como te decía, es ataque. Tu famila en la antigüedad dominaba ese ataque por conpleto, pero una fuerza negativa corrompió ese poder: el fuego oscuro, cuyo color es malva. Los elegidos por los poderes ancestrales son personas únicas. Pero en el caso del Xingrom ninguno de los elegidos que lo intentó controlar en su totalidad pudo controlar esa fuerza para bien.

Continuo conduciendo por la carretera en la que tomé el control del coche, ya el mar quedó atrás hace tiempo y el desierto nos rodea completamente. Todos estamos callados. De repente el coche se empieza a parar lentamente. Miro el indicador y no hay gasolina. Con tantas prisas que se dio Zeil no me dejo echarle gasolina al coche y ahora nos vamos a quedar tirados en medio del desierto. Empujamos para sacar el coche de mitad de la carretera. Pero me da que por aquí no pasa ni un alma en la vida. Vaya catástrofe.

- Nahuel... - me dice con una cara de no muy buenos amigos - ¿Sabes dónde estamos? - le respondo con un gesto de no tener ni pajolera idea de en donde estamos exactamente. Porque me parece una estupidez decirle lo obio, que estamos en medio de un desierto. - Estamos en el desierto de las tierras altas, sin coche no salimos de aquí vivos. Y... si te parece bien morir de deshidratación... - me suelta irónico.

-Me da la sensación de que conoces bien este lugar.- me apoyo en el coche para descansar la espalda.

No dice nada. Me giro y veo que ha cogido su espada y se dirige a toda velocidad contra una silueta a lo lejos. Hay poca visibilidad debido al polvo, pero se ve que viene agitando los brazos. Corro hacia Zeil para evitar una desgracia, esa persona no es lo que él piensa.

Zeil capitulo 10


La noche se hace larga, no soporto el insonmio, las perdidas de vista momentanias o los vómitos. Torin me intento dar de comer más de una vez, pero por mi desgracia, lo acabo echando todo. Lo bueno es que la espalda ya no me molesta y me muevo libremente, pero aún así me obligan a permanecer quieto para que me puedan controlar la mejoría.

     
       En este momento me encuentro sentado enfrente de una mesa, mirando como Kenta duerme, y como no tengo nada que hacer, estoy dibujando en un trozo de papel. Nahuel llego hace poco, se marcho para dormir, pero ya volvió. Aún que esta demasiado entretenido en sus quehaceres, ni siquiera se digno a saludarme, la verdad que para ser un niño 18 años es muy maduro. Me centro en el dibujo que estoy haciendo, es un dragon envuelto en llamas, me pregunto que me habrá dado para dibujarlo... Veo que delante de mi me ponen un plato vaporoso de comida de color blanco, parece pescado, hace mucho que no lo pruebo, desde que los proveedores dejaron de traerlo de aquí al Primer Gobierno... Solo Saummus lo prueba y eso me cabrea, sólo porque es el "rey". Que realmente debería ser ya yo, pero se empeña en que primero me case y no quiero, bueno no estoy preparado quiero ser libre.

-Come esto- dice serio sacandome de mis pensamientos y arrimandome la bandeja con comida- dice Torin que no tiene ni sabor ni olor, así que no te va a sentar mal.

-¿Seguro?- comento riendome en bajo- Me dijo eso las otras veces y lo acabé echando todo.

- No me voy a ir hasta que lo termines- me insiste, pero sigue en un tono seco.

Apenas me como medio plato cuando una mujer de avanzada edad entra por la puerta, creo que es la reina. Se me queda mirando con asco unos instantes ¿Pero qué he hecho? Bueno, a parte de intentar matar a su hijo.

-Pero Nahuel- le dice preocupada a su hijo- ¿qué haces con este niño falto de lucided?- ¿me acaba de insultar?

-Mamá- interviene rápidamente Nahuel- te dije que no hacia falta que vi...

-Perdone, señora - le interrupo aún mirando al plato.- Pero creo que no sabes quien soy. -Me levanto, pero no me puedo mover bien por culpa de los cables, me pongo delante de ella- Soy Zeil, el eredero del trono del Primer Gobierno. Y ademas, no me falta ninguna luz.

-Perdone señorito asesino a todo lo que se mueve- dice con sarcasmo, no la soporto.- Nahuel, no quiero que pases más tiempo con este crío inútil.

-Mire abuela no quiero que me insulte... - me acerco más a ella, pero Nahuel me para. La verdad es que me estoy resistiendo, si la ataco, provocaría una batalla entre el principe y yo, y no tengo ganas.

-Hijo, ama la naturaleza; a pesar de lo que hizo con él.- Eso ya es mi colmo, me muerdo el labio para no gritarle a la cara.

Intento hacer caso omiso mientras despierto a Kenta y me desconecto de las máquinas que me controlan y junto Kenta salgo de la habitación. Por mi desgracia pierdo la vista y acabo chocandome contra una pared, últimamente no me sale nada a derechas, por detrás escucho unas risitas. Kenta me hace el favor y me conduce a la salida. Cuando estoy fuera respiro profundo y de repente se ma aclara la vista. Es por la mañana, ni siquiera amaneció del todo, así aprovecho más el día. Me cogen de repente por el hombro, me giro dispuesto a atacar, pero veo que Nahuel.

-Espera Zeil- me dice.

-¿Realmente crees que te voy a hacer caso? - replico.

-No, pero estás medio ciego y si comes devuelves todo. Por lo menos deja que te acompañe hasta medio día.

No me apetece cargar con uno más, pero si no viene, lo mas seguro es que acabe contra un árbol.

-De acuerdo- digo a ragañadientes- pero yo voy a moto y rápido. Y pasado el horario marcado somos de nuevo enemigos a matar.

-Vale, sígueme.

Le sigo sin protestar, me lleva a un garaje lleno de coches, tanques... motos... los ojos se me van a una moto grande. Pero Nahuel me lleva a un coche. Me pongo al volante.

-Es mejor que conduzca yo- me regaña- va a ser más seguro para todos.

-Eh... perdona- le replico - Aquí soy el mayor, conduzco yo, además, tu no sabes como conducir para llegar al Primer Gobierno.

- Pero a la primera que te tuerzas, tomo yo el control.

Arranco el coche, subo las revoluciones y escucho el potente rujido del motor. Piso el acelerador y salgo disparado del garaje, me fijo en que Nahuel está muy agarrado al asiento y con cara asustado. Es divertido verle. Creo que le va a dar algo, así que disminuyo la velocidad.

Sigo al oeste, pero por fuera de la ciudad, prefiero evitar a los militares. Vamos un buen rato al lado del mar, la verdad es que es impresionante, yo básicamente vivo en un desierto en el que se habilitó para vivir. El viaje me esta resultando aburrido, no hablamos para nada. Así va pasando el tiempo: muy lento y aburrido. Sin esperarmelo, se me nubla la vista poco a poco. Me asusta. Pego un  frenazo.

-Mierda - murmullo para mí mientras me froto los ojos y acabo d perder la visión. Apoyo desesperado la cabeza contra el volante.

-¿Pero qué te pasa?- me comenta Nahuel reganadome.-venga, fuera, ya cojo yo el  coche.

No me resisto, obedezco y me pongo en el asiento del copiloto. Noto que el vehículo arranca con cuidado y avanza... no es tan divertido que Nahuel conduzca, sigue todas las normas... El camino se me hacep aún peor, ninguno de los tres habla.

-Kenta... -rompo el silencio- ¿podrías hablarme más sobre Xingron?

-Si...-contesta timido- como te decía, es ataque. Tu famila en la antigüedad dominaba ese ataque por conpleto, pero una fuerza negativa corrompió ese poder: el fuego oscuro, cuyo color es malva. Los elegidos por los poderes ancestrales son personas únicas. Pero en el caso del Xingrom ninguno de los elegidos que lo intentó controlar en su totalidad pudo controlar esa fuerza para bien.

Recupero la vista de nuevo, ya no hay mar por ningún sitio, es más bien desierto todo lo que mi vista alcanza, ya estamos cerca del Primer Gobierno. Lentamente el coche sa va parando hasta que no avanza. Miro a Nahuel, y veo que el contador de gasolina está indicando que ya no hay combustible ¿pero se ha olvidado de repostar? Ni que fuera tan difícil parar en una gasolinera. Salimos del coche y lo empujamos hasta que está fuera del arcen. Por suerte y desgracia, no pasa ningún coche.

-Nahuel....-le llamo la atención-¿sabes dónde estamos?-no me contesta, solo me pone una cara de "no tengo ni idea"- estamos en el desierto de las tierras altas, sin coche no salimos de aquí vivos. Y... si te parece bien morir de deshidratación...- digo con un tono irónico, me lo tomo a broma, pero es un tema muy serio.

-Me da la sensación de que conoces bien este lugar.- me contesta mientras se apoya en el coche.

A lo lejos veo una silueta, pero el polvo, y el calor del medio día no me deja distinguirlo bien, pero creo que es un militar... viene agitando los brazos. No pienso que otro militar se interponga en mi camino. Así que cojo mi espada y salgo corriendo a atacarle. No va a ver las próximas luces.

Atanasia Capítulo 9

El miedo que tengo hace que no tenga fuerzas para hacer presión sobre el pedal, asi que voy despacio. La sensación de agotamiento es mas fuerte que yo, y además me duele muchísimo la cabeza. Me siento mareada y sin ganas de nada así que busco un arcen donde poder parar. A lo lejos veo una fuente… tal vez pueda parar allí a beber un poco. En unos minutos consigo llegar. Paro el coche sobre la hierba. Espero que no me pongan una multa.

- Bueno… - suspiro.

Me bajo del coche y piso el suelo. Me estiro pero me duele muchísimo el cuello. Será por la mala postura del asiento.

Comienzo a caminar hacia la fuente, poco a poco voy avanzando. Consigo llegar a la fuente, pero con un gran esfuerzo. Me siento en un banco que hay justo al lado de ésta. El viento sopla cada vez más fuerte. Cierro los ojos y apoyo mi espalda en el respaldo del banco. Noto como mi pelo se mueve al compás de la brisa.

Empiezo a pensar en la conversación que he tenido con Saummus. Me surgen un montón de preguntas, ¿Qué pasará con el Sensei? ¿Qué pretende Saummus con ésto? ¿matarnos a todos o hacerse con el control medante este secuestro? Quiero poder pasar del tema y olvidarlo pero la vida de todos aquellos a los que quiero está en mis manos. Además está el tema de que ni Zeil ni Nahu no saben nada de ésto, y si me retraso más también les pasará algo a ellos…

- Buff…-suspiro. Me tumbo en el banco con las piernas encogidas. Sigo pensando en ésto, hasta que finalmente, me vence el sueño.

Me despierto sobre un colchon. Estoy tapada con una manta de algodón…no sé lo que ha pasado mientras dormía….¿cuánto tiempo habré estado inconsciente? Estiro mis brazos y poco a poco abro los ojos. Me incorporo un poco para ver mejor lo que tengo a mi alrededor. Está todo oscuro, pero no tengo frío. Es raro, porque siento que alguien  me esta observando. Me levanto de la cama esperando sentir una punzada de dolor en el cuello y la espalda. Pero no siento nada. Empiezo a caminar pegada a la pared. De repente, noto como me choco con algo.

-¡¡Ah!!- grito del susto.

Toco lo que tengo delante y noto que es un mueble. Sigo andando, está vez con más cuidado. Llego a la otra pared y la sigo. Me estoy hartando de tanta oscuridad. Llego una especie de puerta, busco un picaporte, pero no lo encuentro.

- ¿¡Hola!? ¿Alguien puede oírme?-pregunto desesperada.

No recibo respuesta. Esto me crispa los nervios más. Cierro los ojos muy fuerte en un intento de calmarme. Aprieto los puños mientras hago ésto. Apenas pasan unos segundos cuando noto que una intensa luz blanca sale de mí. Abro los ojos poco a poco. Ya habia hecho ese hechizo antes pero nunca con esa intensidad, lo que me sorprende bastante. Oigo unos aplausos lentos detrás de mí. Me doy la vuelta en posición de ataque. La luz se vuelve azul.

-¿Quién eres?- digo enfadada. Oigo una risita fina que procede de la misma persona que había aplaudido.

-¡Exijo una respuesta ahora!

- Enhorabuena, Atanasia - dice la voz -. Siempre supe que lo conseguirías, pero no tan rápido.

-¿Qué?

-Acompañame.

Las luces se encienden y veo claramente que la figura de antes es una anciana de unos 90 años. Empieza a caminar a un paso bastante rápido para su edad. Me lleva a través de unos pasillos anchos y muy bien decorados. Entramos en un salón gigante que me recuerda mucho a un castillo medieval.

- Siéntate niña-me dice.

Obedezco sin abrir la boca. Veo como una copa de agua aparece ante mi sin que nadie la toque.

-¡Oh! - digo - Usted ha…¿ha visto eso?

- Si cielo. Son copas mágicas. Ya las conocias. ¿recuerdas? De pequeña te encantaban…

- No lo recuerdo…

- Bueno da igual. Dime niña, ¿Por qué has venido aquí?

- Yo no he venido…me dormí en un banco y me desperté en esa habitación de ahí… - veo que la puerta ha desaparecido. Esto es muy raro.

- Cariño - la anciana se acerca a mí y me acaricia la mejilla-. Está es tu casa. ¿No recuerdas cuando os llevábamos a Zeil, a Nahu y a ti…?

Me mira con una cara como queriendo que continue su frase.

- No entiendo…-digo yo un poco avergonzada.

- Será mejor que te lo enseñe. - de repente se forma una puerta que da afuera.

- ¿Qué…?-pregunto.

Me coge la mano y me lleva afuera. Nos dirijimos a la fuente que vi antes. Cuando salimos veo que la puerta ya no está, y el torreon está desapareciendo hasta que finalmente, se desintegra completamente.

- Coge un poco de agua - me dice la anciana.

Me giro hacia ella y veo que la fuente es ahora un pozo hondísimo. Miro hacia abajo y como era de esperar, el agua esta abajo del todo.

- Ni hablar - contesto yo. Vuelvo a mirar abajo, pero esta vez, la mujer me hace ponerme de cuclillas frente al pozo. - Es muy hondo y no hay pole... - no me da tiempo a acabar de hablar, pues me empuja y caigo dentro del pozo. Caigo sin remedio, pero aún que veo el fondo no doy llegado. Es más profundo de lo que pensaba. Por fin estoy segura de que me voy a comer el suelo, así que me protejo la cara con las manos lo mejor que puedo y me preparo para el impacto. Me quedo así un buen rato, hasta que me doy cuenta de que no he tocado el suelo. Estoy flotando.

- Pero ¿qué …? - digo. Nunca había conjurado un hechizo sin antes pensarlo. De está vez había sido como algo ignato.

Miro arriba y veo que la mujer me esta mirando.Noto como la gravedad me repudia y hace que suba hasta arriba. Me siento en la hierba junto a la anciana.

-¿Recuerdas ahora?

- No… - pone una cara de pena pero rápido recupera su aspecto jovial. Mira el reloj y me dice:

- ¡Uy! Cielo, tienes que marcharte. Solo te diré una cosa. Aunque hayas estado convencida de algo desde hace mucho tiempo, las apariencias engañan.

Asiento con la cabeza y me levanto. La mujer me abraza y me acompaña hasta el coche.

-Ve con cuidado. Tienes una misión importante que cumplir, ¿no? - me dice.

Asiento de nuevo y cierro la puerta. Arranco y veo por el espejo que ella se despide de mí.

- Que raro… - no entiendo nada de lo que acaba de pasar. -¿quién era esa señora?

Miro mi mano y veo que reluce. Poco a poco se forma un símbolo en mi palma con la forma de un dragon envuelto en llamas de fuego.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Zeil capitulo 9

Todo está en llamas, todas las casas se caen a pedazos, la gente esta gritando y pidiendo ayuda, pero no esta de mi mano ayudarles... sigo desesperando y corriendo detrás de esa silueta humana... voces por lo bajo me susurran "Xingron". Estoy muy asustado. Llego junto la silueta. Me fijo que todo está en cenizas aquí, escucho un grito estremecedor. Me despierto sobresaltado, todo fue un sueño... me doy cuenta de que estoy empapado de sudor frío, y, de que he llorado...


Contemplo mi alrededor, estoy aún en la clínica, y enchufado no sé por que a las máquinas. Intento moverme para quitarme los cables, pero no puedo, la espalda me mata...


-¡¡¡Zeil!!!-grita Kenta dando un portazo, como puedo escondo la cabeza debajo de la almohada, no tengo ganas de escuchar a nadie. No entiende la indirecta y me sacude cuidadosamente- ¡Zeil! Escúchame. ¿No se escapó una prima tuya


     -Sí, es una chica fina de pelo negro con un extraño recogido en trenzas.-  le digo aun medio dormido- Es mi prima.


     -Sii.- dice con entusiasmo- Zeil es ella, estaba con Nahuel.


       Eso ultimo me descoloca, ¿Con el príncipe del lado contrario? Es una chica lista. Pero aun así no lo puedo permitir, si sigue con ese joven, echara a perder la reputación mía...


       -Pero espera un momento Kenta... -digo por su sorpresa- ¿como sabes que Viana se escapo?- no me contesta, se lo dejo pasar.

           
     Sin esperarmelo, entran de golpe Nahuel, el gorila y Torin.


     -Acabemos rapido con esto- comenta Torin, no se por que, pero creo que me van a hacer algo desagradable.- Nahuel, usted atelo a la camilla y que no se pueda mover, Lon, saque de aqui al niño...


      El girila coge a Kenta en el aire, empieza a patalear.


      -¡¡Dejame en el suelo!!- grita el niño.


      Actúo por instinto, me libro de todos los cables, me hago con una jeringuilla y me levanto veloz a atacar al Gorila, pero acabo por caerme al suelo por culpa de la espalda... Veo como Lon sale de la sala con Kenta en brazos, me muerdo el labio para no gritar de rabia.



- Zeil, relájate.- me dice Nahuel- Va a estar bien, pero si tu quieres que tu espalda no se agrave y vaya a mejor debes estarte quieto y dejar que Torin te cure.


       Le miro de reojo, no soporto estar mal, ya he perdido dos veces... Por lo menos voy a intentar que mi dignidad se quede intacta. Me dejo ayudar por Nahu, el cual me devuelve a la camilla y me tumba bocabajo. Para mi desesperación, ata con fuerza mis pies y manos, tanto, que casi ni los siento.


       -Lo siento- Comenta Torin- esto no te va a gustar nada.


        Aprieto los puños y dientes preparándome para lo peor... noto una delicada caricia en la zona que mas me duele. Pero inesperadamente, me coge la vertebra, empiezo a gritar, y rápidamente y acompañada de un crigido y mis gritos, me la coloca en su sitio. La espalda me duele mas, estoy aun soltando algún gemido, llorando y temblando. Noto un pinchazo en la zona dolorida... me esta aliviando el terrible dolor. Aunque sigo temblando y se me cae alguna lagrima, suspiro aliviado. Pero me temo que no puedo moverme nada ni ver.... Espero salir vivo de aquí.


    Zeil - Es la voz de Torin- No te preocupes, tal vez pierdas la visión durante unas horas, o tal vez tengas vómitos momentarios, pero para por la mañana estará recuperado.


    Me desatan, pero aun permanezco inmóvil. Escucho unos pasos que salen y cierran la puerta, supongo que estoy solo... empiezo a divagar sobre mi sueño... esa palabra que se repetía, Xingrom, creo que Kenta lo menciono. ¿Sera casualidad? No lo se. Escucho otros pasos cortos. a lo largo de mi vida aprendí a diferenciar los pasos y cualquier ruido, ya que en muchas ocasiones tuve que luchar de noche y con un mínimo de visibilidad. Noto que esa persona se acerca a mi.


        -¿Que pasa kenta? - le pregunto, estoy mas que seguro de que es el.


    - Te quería decir que tu prima al final se fugo de aquí también - eso me cae de sorpresa... - El príncipe Nahuel le dio un caballo y se fue.


    -Kenta...- Voy a cambiar de tema porque no quiero agobiarme con eso. Intento verle, pero aun veo todo negro- Cuéntame algo sobre el nombre de Xingrom, me hablaste de el.


     - Xingrom...  El fuego oscuro...  El ataque... - Dice tímido, espero que me diga todo lo que sepa.- Es una historia complicada, atiende. Tu familia mas ancestral dominava el ataque, pero por desgracia ese poder se acabo mezclando con la oscuridad, y dio lugar al fuego oscuro, su color representativo es el malva, solo tres...


      De repente se corta, no se por que, entonces, escucho unos pasos que se acercan....
   

martes, 29 de octubre de 2013

Nahuel Capítulo 9

- Señor, - oigo la voz de Torin por detrás mía. - el fármaco que le he proporcionado le tendrá dormido mínimo durante doce horas.

Miro a Zeil, hacia mucho tiempo que no le veía. Sonrío para mis adentros, tiene la misma pinta de creído que hace diez años, parece el mismo niño. La verdad, me hubiera gustado reencontrarnos en otras circunstancias no luchando por no matarnos.  Me estoy poniendo melancólico. ¿Cómo estará Ata? ¿Tendrá el pelo igual? Su dulce sonrisa me viene a la mente y me pongo rojo. Adoraba a Ata cuando era pequeño. Al conocerla se convirtió en mi amor platónico, fue amor a primera vista.

- Torin, haz lo que tengas que hacer para que se mejore cuanto antes. - y dándole ésas instrucciones salgo de la enfermería lo más rápido que puedo para que, ni Lon, ni Torin, se den cuenta del color de mi cara.
Intento no pensar en el pasado para recuperar mi tono original. Necesito aire así que salgo al exterior del estadio por bastidores. No hay nadie en la calle y la noche es fría. Miro al cielo, las estrellas y la luna pintan un cuadro hermoso.

- Ha sido una gran pelea. No me imaginaba que un mozo de cuadras se presentase a gladiador y le ganara al invencible Zeil. - dice una dulce voz a mis espaldas. Me giro del sobresalto y veo el cálido rostro de Vienna sonriéndome con dulzura.

- Vienna que alegría verte. - me fijo y sujeta en las manos una maleta - ¿Te marchas?

- Si, quería despedirme. Me caíste bien y, siéndote sincera, eres con la única persona con la que he cuadrado tan bien en mucho tiempo.

- Jo, gracias. - mierda, me estoy volviendo a sonrojar. Menos mal que es de noche y no puede verme tan claramente. - Pero quédate más tiempo, el Dereom aún no terminó.

- No puedo, es un camino muy largo y tengo que hacerlo a pié porque si no llamaría mucho la atención y me encontrarían...

- ¿Va alguien a por ti?

- ¡No! - se ha quedado petrificada - pero, emm... me he escapado de casa. Y no pienso volver, el futuro que me aguarda no es nada tentador.

- Bueno, se que no es un buen consejo, pero yo si tuviera valor también dejaría todo atrás y buscaría un camino nuevo que seguir en la vida, uno que elija yo, no uno que han elegido por mi.

- Exacto. ¿Sabes? Eres el único que me ha entendido. Gracias, por todo, pero ahora he de partir. Tengo un largo camino por delante.

- Espera, ven un momento.

La cojo de la mano y le obligo a seguirme al establo. Allí ensillo a Azabache y coloco las cosas de Vienna sobre él y la subo al caballo.

- Llévatelo, se que estaréis bien los dos. Él te cuidará bien.

- Nathanael, no sé si podría aceptarlo... - hace el amago de bajar del animal, pero se lo impido agarrándola por la cintura. - Es muy importante para ti este caballo. Es un regalo muy serio.
- No es un regalo, es una promesa de que nos volveremos a ver.

- Gracias. - me besa en la frente y comienzan a cabalgar.

El cabello negro de Vienna ondea bajo la luz de la luna. Vuelve la cabeza y se despide con la mano mientras una sonrisa de agradecimiento florece en su cara. Me doy palmadas en la cara para despertar de mis ensoñaciones, cuando ya está fuera de mi vista y vuelvo a ver a Zeil. Al ir llegando de nuevo al estadio pude ver al niño que estaba con Zeil entrar corriendo al estadio desde mi misma dirección, se habría quedado libre cuando llevé a Zeil a la enfermería... ¿Qué habría hecho fuera? No era de mi incumbencia, así que paso del tema. Entro y ya se me acerca Torin con una radiografía en la mano.

- Señor, el muchacho sufre de discos desplazados en la columna. - me señala en la radiografía lo que sería el problema, pero no entiendo de eso así que simplemente asiento. - Es tratable pero doloroso.

- No importa, Zeil es un joven fuerte. Pero tiene que estar bien cuanto antes para salir de aquí. La gente lo odia y como no se vaya lo más rápido posible lo acabarán matando. - torcemos un pasillo y se ve desde alli que la puerta de la enfermería está entre abierta y Lon está afuera de la sala. - Puedes hacer algo ahora mismo, ¿verdad?

- Si - me responde Torin. Entramos en la sala, Zeil y el niño están hablando dentro. Me da algo de rabia, Zeil está despierto y se va a entrar de todo lo que le haga Torin - Acabemos rápido con ésto. Nahuel, usted atelo a la camilla y que no se pueda mover, Lon, saca de aquí al niño.
Lon coge al niño, éste empieza a lanzar patadas al aire.

- ¡¡Déjame en el suelo!! - grita el pequeño.

Antes de que me de tiempo a pararlo, Zeil se arranca todos los cables que lo conectaban a las máquinas de control, coge una jeringuilla y se levanta en un intento de atacar a Lon, pero cae al suelo debido al dolor. Lon aprovecha y sale de la sala con el niño. Zeil me fijo que se muerde el labio, odia perder y hoy está quedando por los suelos, literalmente.

- Zeil, relájate. Va a estar bien, pero si tu quieres que tu espalda no se agrave y vaya a mejor debes estarte quieto y dejar que Torin te cure. - me mira con desconfianza, pero cede. Le ayudo a volver a la camilla y le tumbo de nuevo.

lunes, 28 de octubre de 2013

Atanasia Capítulo 8

De repente, noto que el móvil me vibra en el bolsillo. Reduzco la velocidad y bajo la música. Cojo el móvil y veo que es el sensei que me llama.

- ¿Qué pasa?- le digo.

- Atanasia - susurra como desesperado - por favor, habla bajo.

- ¿Por qué? - paro el coche y empiezo a susurrar.

- Recuerdas que me marché de viaje con unos soldados a resolver el tema que tenemos entre manos.

- Si...

- Pues Saummus me ha hecho una emboscada y estoy bajo su poder. He intentado escapar, pero nuestros propios soldados eran sus marionetas. Me ha secuestrado y ahora me encuentro en los calabozos del castillo del Primer Gobierno.

- ¡Oh! Dios mío... - no puedo evitar el llevarme la mano libre a la boca. - Y¿Qué hago?

- No vengas, bajo ninguna circunstancia. No vengas. No sé exactamente sus planes, pero me los imagino y lo que quiere es a vosotros tres.

- ¿A los tres?

- Si. A Nahuel y a Zeil ya los tiene controlados, no les dejará escapar. Pero tú aun no estás en su poder. Ata, - me dice en un tono más desesperado - Huye. No te fíes de los soldados de ningún bando. Ni siquiera del nuestro. Tu misión ahora es conseguir que Zeil no diga nada de lo que ha visto con nosotros. sino, Saummus descubrirá nuestra guarida y atacará directamente ahí. Además, ya le has dado el collar y si se entera de que lo tiene…

- Tendrá el poder… - le interrumpo.

- Exacto. Así que ahora intenta por todos los medios a tu alcance que Zeil no se vaya de la lengua. Y cuida que Nahuel esté bien.

- De acuerdo.

- Tengo que dejarte. - dice apurado.

- ¡Espera, Takumi! - tengo miedo. Cómo nunca antes me ha pasado, me aterroriza el pensar que el sensei esté en peligro y que todo lo que aprecio se destruirá si no lo hago bien. - ¿y si no lo consigo?

- Confía en ti. Yo se que puedes. Piensa en Nahu y en Zeil. Cuando los encuentres ellos te ayudaran...

La comunicación se corta de repente. No se que hacer. Es muy fácil volver a casa, hacer las maletas y mudarme a un lugar en el que nadie sepa quien soy y donde nadie me encuentre… Pero mis amigos, mi familia me necesita. Si voy allí me mataran, o puede que Saummus me secuestre. Pero si no voy… mataran al sensei, a Nahuel, a Zeil, a todos… Vuelve a vibrar el móvil. Miro quien me llama…es el sensei otra vez. Voy a cogerlo con rapidez y ansiedad, pero espera…¿Otra vez? Estaban a punto de pillarlo, asi que no tiene lógica que dos minutos después de colgarme me vuelva a llamar…puede que sea Saummus o alguno de sus compinches… tal vez quieren negociar… pero en el caso de ser el sensei podría darme más información. El destino del sensei puede depender de ésta llamada.

-¿Diga? - descuelgo el teléfono con miedo y precaución.

- Atanasia, oh querida, no sabes lo que deseaba hablar contigo - rie maléficamente una voz tenebrosa al otro lado del teléfono.

- Saummus... ¡Asquerosa rata! ¿Qué pretendes conseguir con todo ésto?

- Jovencita… - chasquea la lengua - A la gente mayor se la habla con respeto.

- ¡¡Si merecieras mi respeto no serías una rata miserable que ha secuestrado a un hombre que es como mi padre para coaccionarme a ir a ti!! - se hace el silencio. Yo empiezo a temblar de los nervios. - Saummus, ¿has muerto? - digo intentando que mi tono de voz suene burlon.

- ¡¡NO!! - pierde los nervios definitivamente, haciendo que de un bote en el asiento - no quiero que me faltes al respeto mocosa, ¿entiendes? Soy un rey, no un vulgar campesino que no sabe lo que es un baño caliente.

- Y yo soy una joven y vulgar campesina que por cierto, ha probado un baño caliente, y que tiene más corazón que tu porque por lo menos sabe como tratar a las personas.

-¡¡Atanasia!! ¡¡Cuelga!! ¡¡Rastrearán la llama…!! - pude oir al sensei por detrás.

- ¡Sensei!

- Si, Atanasia. Es tu sensei, el señor Takumi. Ahora, si no quieres que le pase nada, tienes que continuar tu camino e ir a reunirte con Zeil y Nahuel y a continuación venir hasta mí. Están en el reino Saifuche, como bien sabes. ¡Ah! y por cierto, el príncipe ha decidido luchar contra Zeil... él solo. Zeil no le recuerda, así que tratara de matarle como casi hace con el mejor gladiador del reino.

- Éso es imposible - le suelto ya exsperada, aún que dentro de mi sabía que podía tener razón -. Zeil no puede hacer eso…en el fondo si que recuerda a Nahuel, y al sensei…y a mi...

- Pero muy en el fondo querida. Todos sus recuerdos inútiles han sido bloqueados, Zeil solo es una máquina de matar. Hasta que no vea a Nahuel muerto no estará satisfecho. Y cuando lo consiga vera que ése joven al que ha matado era su más fiel amigo de la infancia.

- Éso no pasará Saummus, y tu lo sabes. Sólo tratas de engañarme.

- Piensa como quieras, querida, pero yo ya te he dicho lo que hay. Zeil matará a Nahuel delante de todo su reino, así demostrará su fuerza. Los saifuches sin rey ya no serán un problema y ese imperio sera mío, me casare con la reina y seré políticamente rey - rie maléficamente -. Y tú no podrás hacer nada para impedirlo, porque seremos un imperio que se os dobla en tamaño y poder. Ya no habrá rebeldes, y vuestras fuerzas militares serán escasas.

- ¡Mientes!

- ¿En serio? Los guardias que ahora protejen vuestra fortaleza son niños, Atanasia, niños. ¿y cuántos crees que querrán unirse a nosotros para poder reuperar a su familia? Aquí no tendrán que vigilar un castillo, y mucho menos exponerse al peligro.

- Saummus…

No sé cómo es capaz de ser tan cruel… No sólo pretende conquistar dos imperios, sino que además va a aplastar a su propio sobrino y va a permitir que Nahuel muera para conseguirlo. Aún que así nunca conseguirá el poder absoluto. La gente le despreciara, y tarde o temprano acabara habiendo una rebelión en masa que provoque una guerra, o más bien una masacre…

- No lo hagas - digo con voz apenada.

- ¿Y por qué no?

Empieza a reírse, y no soy capaz de oírlo mas. Así que cuelgo. Echo con brusquedad el móvil sobre el asiento del copiloto. Recuesto el asiento y me quedo ahí. Inmóvil. Sin pensar en otra cosa que no sean los chicos. Puede que Nahu muera a manos de Zeil… o tal vez, y sólo tal vez, puede que sea a viceversa. Me doy la vuelta y me llevo las manos a la cara. Empiezo a llorar como nunca mientras oigo como el móvil vuelve a vibrar. Esta vez lo ignoro. No puedo volver a oír la voz de Saummus. Juro que le mataré aún que tenga que ir al otro lado del planeta. No permitiré que ese mentecato domine tanto terreno, lo impediré aún que tenga que morir en el intento. Tengo que decidir. Aún estoy a tiempo de salvar a Nahuel, aún que, tal vez ya haya muerto… si Nahuel esta muerto, yo misma mataré a Zeil. Vuelvo a poner recto el asiento. Meto la llave en el contacto y la giro. Oigo como el motor ruge. Piso el acelerador, y recobro la marcha.

- Espero que todo salga bien… - digo mientras suspiro.

domingo, 27 de octubre de 2013

Zeil capitulo 8

      Los dos nos ponemos en posición de combate al mismo tiempo, me fijo en él... sera difícil derrotarlo, además, mis condiciones físicas no son buenas. En un rápido pero limitado movimiento me lanzo a atacarle, pero me bloquea con un simple movimiento de brazo, no es posible... Le miro a los ojos, me son especiales ¿de qué? No lo sé. A pesar de mi fuerte dolor de espalda, empujo a mi enemigo para atrás. Tomo un poco de aire y me pongo a la carga de nuevo, esta vez las espadas chocan fuertemente entre nosotros, ésto no puede ser, no puede ser más fuerte que yo... Da un giro y me echa para atrás, ésto ya me esta enfadando y mucho. La espalda me arde, pero a pesar de todo me lanzo de nuevo a atacarle a las piernas, cuando estoy a centímetros me esquiva saltando hacia atrás y consigue hacerme un corte en el brazo.

 ¿Qué acaba de pasar? Sé que no puedo moverme bien, pero... puedo hacerlo mejor. Susurra algo, pero no se lo que.
       -¿Qué? - pregunto medio despistado.
      Intento volver en mí, me fijo en que me contrario se dirige a mi corriendo, tardo en reaccionar, pero consigo esquivarlo, no tarda en regresar, me protejo con la espada, me fijo en su mirada, hay diversión, se lo esta pasando bien; ésto me enfada más. Noto que me empieza a fallar la fuerza, aprieto los dientes en un intento en vano de no sentir el dolor de mi espalda y brazo, y con todo mi peso lo tiro al suelo. Empuño la espada con las dos manos y la punta se la dirijo al corazón.
       - ¿Preparado para morir como un pobre, principito? - Le digo con superioridad, aprovecho y clavo la espada tan cerca de la mejilla que le hace un corte, así está mejor, más a mi favor.
- Ni de broma. - Responde para mi sorpresa - No pienso dejar que ganes otra vez, Zeil. Me cansé de que siempre ganes tú, de que siempre te lleves la mejor parte.
- ¿Pero qué?- ¿Pero a qué se refiere?- Nunca había peleado contra ti.
- Así que es verdad no recuerdas, ¿eh? -Se ríe de una forma extraña.- Es igual, se acabó, ya no soy un pequeñin y ésta vez gano yo.-Espera un momento ¿pequeñin? ¿De qué me suena...?
       Me dispongo a acabar éste combate de una vez por todas pero de un salto se pone en pié y me ataca velozmente. Le paro todos esos ataques, pero son difíciles, el blande la espada de una manera única y le da mucha fuerza. Intento atacar, pero no me deja. El sonido de las espadas anima al público a vitorear... me descentra, y no me lo puedo permitir. Empieza a cansarse, o eso creo porque disminuye su ritmo. A provecho y consigo hacerle un corte en la mejilla derecha.  Esta despistado, así que dirijo un ataque hacia su nuca para poner ya fin a ésto. Me acerco corriendo y gritando, él me evita y me da una fuerte patada en el centro de la espalda. Caigo al suelo muy dolorido, y casi inmóvil, retorciéndome de dolor, veo que el otro gladiador se pone a mi altura y me mira cara a cara, con todas mis fuerzas y muy cabreado intento levantarme, pero no puedo, intento coger mi espada desde mi posición, pero me la aparta de mi alcance.
       Zeil,- me dice con un tono amable. ¿Qué se está burlando de mí? No lo soporto- se acabó la pelea. Gané yo, ríndete.
        Intento protestar, pero las fuerzas ni me dan para éso. No es propio de mí, pero me rindo, además, sé que no me va a matar.
       Me dejo ayudar, mi contrincante se agacha, le pongo mi brazo sano alrededor del cuello y me levanta como puede. El muchacho junto al gorila me van sacando de la arena. Todo el mundo abuchea, me siento indignado... Me llevan por el interior del calabozo en el que está Kenta.
- ¡Zeil! - grita Kenta mientras se acerca, me sorprende que se preocupe por mí...
- Tranquilo, se pondrá bien -responde el príncipe tranquilizándolo - Lon, ve a buscar a Torin para que le cure.
Camino ayudado hasta un cuarto blanco, lleno de aparatos médicos, como electrocardiogramas, sueros y demás aparatos que me parecen desagradables. Veo que la mujer que me lavó la cara; está preparando algo con aguja... El joven me obliga a tumbarme en una camilla, el dolor ya es más que insoportable... hasta se me escapan unas lágrimas de dolor.
         - ¿Por qué no acabaste conmigo? - pregunto intrigado, es curioso que no me matase, sobre todo porque soy su mayor enemigo. - No soy un simple gladiador, soy el príncipe de tu mayor preocupación y seguramente soy la persona que se ha llevado por delante más vidas de tus soldados. ¿Por qué no me mataste?
- No soy como tu, Zeil. -Contesta serio - No soy capaz de arrebatar una vida sin ton ni son. Y menos la vida de mi mejor amigo de la infancia.
- ¿Amigo? -Yo nunca lo vi, no soy su amigo -Si no te conozco. Deduje que eres el príncipe de éste lugar por tus vestimentas y por la forma que tienes de coger la espada, que es inconfundible, nada más. Por saber, no se ni tu nombre.
- Nahuel - se presenta, me fijo en la mujer... creo que se llana Torin, sostiene la jeringuilla en alto asegurándose que no tenga aire.
- Nahuel, ¿por qué no honraste a tu pueblo? No matándome, pero si dejándome más desecho. Demostrando tu fuerza y poder.
- Yo creo que ya estás suficientemente desecho y además hay más formas de honrar a mi pueblo. No solo existe la forma de hacer daño a los demás. - Pero... si no demuestras tu poderío... ¿cómo saben la fuerza que tienes? Estoy confuso... Torin me inyecta lo que sea eso que tenía en esa aguja.- La verdad es que no pensé que tu acabarías siendo un...
       No me da tiempo a escuchar la última palabra, caigo bajo los efectos del calmante y me sumerjo en un profundo sueño.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Atanasia capitulo 7

- Oh no - susurro. Me doy la vuelta y veo que el sensei me está mirando desde el pasillo.

- Te dije que tuvieras cuidado - me dice serio.

- Lo sé… pero, no puedo, Zeil es demasiado… egocéntrico… no puedo hablar con él sin que me interrumpa. Y además, ahora ya sabe lo de los peques y…¡Aah! No soporto esta presión… - estoy muy agobiada, y necesito desahogarme con alguien. El sensei es como un padre para mí, así que es la persona ideal para hacerlo -. Al final Zeil nos acabara recordando- intento autoconvencerme.

- Atanasia, - se acerca a mi y me abraza - sé que es difícil. Yo he tenido que convivir con Zeil cuando era un niño, y se por experiencia que Zeil es…bueno es Zeil. Tienes que tener paciencia. Cuando nos recuerde volverá a ser el que era hace unos años. Créeme.

- Hace unos años... ¿De verdad volverá todo a ser igual? Tu, yo, Zeil. Nahu... - noto como una punzada de nostalgia me atraviesa el corazón. Son demasiadas emociones juntas, y yo soy humana. El sensei lo nota y se arrodilla, como hacía cuando era pequeña, me coge las manos y me mira fijamente a los ojos.

- Ata, cielo. Todo estará bien si se hacen las cosas como se tienen que hacer.

Sigue mirándome con esa mirada tan característica que pone cuando hace una promesa.

- ¿Cómo lo sabes?-pregunto.

Se levanta y rodea mis hombros con su brazo.

- Lo sé Ata. Simplemente lo sé. - Asiento con la cabeza. Empezamos a caminar lentamente. Pienso en Zeil. No se porque, pero aún que es tan egoísta, pensar en él me trae paz. Así me siento mejor. - Escucha, ahora descansa. Tomate un día de relax. Llevas bastante tiempo muy ocupada, ve a tu habitación y aclara la cabeza.

Asiento de nuevo y le hago caso. La verdad es que estoy bastante cansada. Me retiro a mi cuarto y me encierro en él. Necesito desconectar del mundo por lo menos durante unas cuantas horas. Estudio mágia, duermo, escucho música, leo... Antes de que me llego a dar cuenta ya es la tarde noche del día siguiente. Salgo de la habitación y voy en busca del sensei. Aún después de descansar, ha habido una pregunta que no la he podido borrar de mi mente ni por un mísero instante.

- ¿Qué debo hacer ahora? - digo al encontrarme con el sensei.

No le da tiempo ni a siquiera responderme, pues un guardia se acerca corriendo hacia nosotros. cuando nos alcanza, sin coger ni un poco de aliento dice:

-¡¡Sensei!! ¡¡Zeil, noticias…!!

- Cálmate hijo, - le dice el sensei - respira un poco.

-Seguimos la pista de Zeil. Se dirigía al reino Saifuche y ha sido atacado em el camino por unos soldados de Saummus. ¡Quieren matarlo! Las últimas noticias que tenemos son de que en el reino Saifuche lo han apresado y condenado a ser gladiador en uno de sus más antiguas tradiciones, -dice el hombre respirando dificultosamente. - Según nuestras fuentes están peleando mientras hablamos Nahuel y Zeil.

- ¡¿Nahuel?! - interrumpo poniéndome delante del sensei, pero retrocedo en seguida.

-¿Están bien? ¿Cómo se haya Zeil? ¿y Nahuel? ¿Dónde se encuentra exactamente el anfiteatro del que estamos hablando? - dice el sensei.

- No sé la respuesta a todas éstas preguntas. Lo único que sabe es que están en el reino Saifuche y que el espectáculo es el mejor que se ha visto en muchísimos años.

La alegría y el nerviosismo me invaden de tal modo que se me hace un nudo en la garganta y me quedo sin habla unos segundos.

 -Sensei, ¿has oído? ¡Nahu! - empiezo a reir de una manera anormal, pero es que estoy eufórica - ¡¡¡Si!!! ¡¡Lo sabía!!

-Atanasia, tranquilízate - me corrige el sensei -Tal vez sea una trampa de Saummus para juntaros a los tres y mataros allí mismo, en ese caso nos pillaría algo de imprevisto, y no podríamos hacer nada. Además, ya sabes que lo que ocurrió en el pasado, y tú allí no eres bien recibida.

- Sí pero…

- Pero nada. Te quedaras aquí esperando mientras yo voy al reino Saifuche.

- Pero yo también… - intento implorar. Para una oportunidad que llevo buscando desde hace tanto tiempo y ahora que tengo delante la ubicación de las dos personas que marcaron mi vida no me dejan aprovecharlo por seguridad.

- ¡NO! - grita.No puedo contradecirle, pues se nota que esta enfadado. De echo, nunca le había visto así. - Atanasia. Te juro que como te escapes te arrepentirás. Y sólo te lo diré una vez. Considérate suficientemente avisada.

Acto seguido empieza a caminar hacia un cuarto con el soldado. Yo me doy media vuelta y vuelvo a la puerta. Esta vez salgo fuera. El aire me mueve el pelo. Veo como un soldado sube al coche, pero no lo arranca. Parece que esta hablado con otra persona. Me tumbo en el suelo e intento leer sus labios. Solo consigo entender “Saummus estará presente” y alguna que otra palabra suelta. De repente se callan. El sensei camina hacia ellos. Sube al coche y antes de cerrar la puerta mira hacia mi posición. Se me queda mirando unos instantes y, como si conociera mis intenciones niega con la cabeza. Cierra la puerta y el coche arranca.

Observo como se va alejando poco a poco. Al fin, desaparece. Empiezo a pensar en Nahu, a recordar su cara, su sonrisa de bueno, su personalidad, su voz…le siento tan real.... Cierro los ojos, y es como si lo tuviera a mi lado... no puedo contener las ganas de gritar, así que lo hago:

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡Zeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiillllllllllll!!!!!!!!! - ¡oh! ¿Por qué he dicho eso? Estaba pensando en Nahu y…oh no…no…no puede ser….

Necesito poner en orden mis ideas, así que, sin pensarlo dos veces vuelvo a dentro corriendo. Bajo las escaleras deprisa y me dirijo a toda prisa hacia el aparcamiento trasero. Salgo por fin al exterior y localizo mi coche. Me subo rápidamente y arranco. A pesar de las ordenes, pienso irme a buscar a Nahu, no soporto la idea de que tengo una oportunidad de tenerlo delante y no puedo y además de que luche de nuevo contra Zeil, sobre todo porque se a vuleto muy sangriento... Veo como el paisaje pasa rápidamente por mi lado. Abro la ventanilla y pongo la música a tope. Escucho mi canción favorita. Voy distraída con mis pensamientos mientras tarareo ésa canción. Noto el viento en la cara. Estoy impaciente por ver a Nahu. Ahora mismo estoy en mi mundo. Nada puede fastidiar éste momento… voy sola en mi coche, me dirijo a buscar a Nahu y a Zeil, estoy haciendo lo que a mi me gusta. Sentirme libre.

lunes, 21 de octubre de 2013

Zeil capitulo 7

   
      Ese hombre me lanza una mirada asesina. Esta deseando librarse de mí y matarme...
      -¿Preparado para no ver más la luz del Sol? -Me dice medio riéndose.
         -¿Ves ésta espada? - pregunto- pues vas a sentir su frío metal. Luchemos en la oscuridad.
         Me lanzo a atacarle los mas rápido posible, pero me coge y me lanza contra una pared, choco con brusquedad, estoy tirado en el suelo y creo que con la espalda partida en dos. Es un dolor muy fuerte, inclúso no me puedo mover... miro a las gradas, y puedo ver el palco real donde se encuentran la reina y lo que parece el príncipe de aquí, por lo menos se dignaron a aparecer.  Está ridículo, tiene un traje horrible, tiene valor para ponerse eso.
         -¡¡¡Pulga, levantate para luchar!!!!- grita mi oponete -No querrás defraudar a todo tu país,  los niños te recordarán como un cobarde y....
       No le dejo terminar la frase, encorelozado y gritando, me lanzo encima suya y con la empuñadura de la espada, golpeo al gigante en la nuca. Me separo de él, está tambaleandose, pero no cae. El dolor de espalda me obliga a ponerme de rodillas. Entre el casco y el dolor de espalda me estoy agobiando. Me pongo en pié de nuevo, dispuesto a acabar con esto de una vez. Me lanzo a atacarle con la espada, el metal suena fuerte, no es ningún juego. Para vencer, cojo arena y se la tiro a los ojos, entonces ataco y le hago un importante corte en las piernas, básicamente ésa es mi marca. Se arrodilla ante mí, y de nuevo con el mango de la espada le doy un golpe en la sien y queda incosciente.
 
        Orgulloso levanto mi espada y la clavo en el suelo, estoy ya harto de este casco, así que me lo saco, cuando hago eso, la gente me victorea aún más, miro al palco en el que se encuentra el príncipe y su madre, el me mira como con fascinación, normal, no todos los años tienen este espetaculo.
       Alguien me coge por atrás y no me deja moverme aún que me resista.
       -Es un descanso- me dice- no seas tonto y aprovechalo.
        No me resisto, cojo mi espada y lo sigo, y me lleva al calabozo de Kenta, el cual se alegra por un momento y vuelve a enfadarse conmigo. Supongo que no puedo hacer gran cosa ... me siento en el suelo apoyándome en la pared. Respiro profundo, este dolor me está matando... Escucho una musiquita, y algo en mi bolsillo vibra. Es mi móvil. Antes de contestar observo que es Saummus, mira que es plasta ¿qué querrá? ¿No sabe que estoy a punto de luchar de nuevo?
       -¿Qué quieres?- Contesto al teléfono.
       -¡¡¡¡Zeil!!!- Me grita al teléfono, alejo un poco el móvil de la oreja-¡¡¡¿¿¿Dónde rayos estás???!!!
        -Ya ni me dices hola.- contesto sarcastico- estoy en... Espera... ésta mañana dos militares de nuestro ejército me atacaron y "mataron" a una niña inocente, pero decían que venían a por mí...
 
       -Soldados extraviados, yo no di esas órdenes... Bueno, a lo que iba, tengo malas noticias, escogí que te casaras con Viana y ...
      -¡¡¡Te dige que no me desposaras con tus hijas!!! -Le interrumpo- Sabes que quiero a Viana, pero como a una hermana, no como a una esposa.
       - Escuchame, Viana se ha escapado, y no sabemos dónde está. Tienes la misión de encontrarla y de traerla intacta.
       La comunicación se corta. En parte respiro tranquilo porque así no me tendré que casar a la fuerza con mi prima. Pero por otra parte me preocupa mucho porque es mi prima pequeña, me crié con ella y la quiero como a mi hermana menor. Conociéndola, se fue para descubrir mundo. Debo de tener cara de preocupado, porque Kenta me mira extrañado, hurgo un rato en mi bolsillo, y encuentro la cajita de oro blanco, es bastante bonita, pero me pregunto por qué me lo dio aquella chica...
        El mismo hombre me levanta del suelo, pero al hacer eso me duele muchísimo la espalda y no puedo evitar soltar un gemido. A duras penas me mantengo en pie, hace tiempo que no me encuentro tan dolorido. Cojo la espada, y como puedo vuelvo a salir a la arena.
      Me cuesta enderezarme, pero aún así lo intento disimular todo lo posible. ¿Por qué se abra escapado Viana? Solo es una niña... se parece a mí en eso, un ser inquieto. Miro al frente, y veo a mi nuevo oponente. Da la casualidad de que es el principito de aquí; y menos mal, se cambio la ropa. Me fijo en el, es de constitución más bien delgada y es muy alto... por lo menos me lleva media cabeza... en él noto algo familiar, pero no se el qué. El muchacho se queda a cierta distancia mía. Su mirada seria y verde hace que recuerde a ese niño pequeño con el yelmo. ¿Por qué tengo la sensación de que conozco a ese chico a la perfección? Dejo las preguntas para otra ocasión y me dispongo en posición de ataque igual que mi nuevo oponente. A ver como salgo de ésta pelea...
  

Nahuel Capítulo 8

Nos preparamos al tiempo. Yo cojo mi arma de manera especial, desde pequeño siempre me ha sido más cómodo a mi forma de luchar el cojer la espada del revés. Me mira precavido, conociéndolo esa mirada significa que me está inspeccionando para lograr la victoria.

Me ataca con una velocidad pasmosa para el dolor de espalda que debe de tener. Le evito fácilmente. No ha cambiado su forma de atacar. Con fuerza y velocidad atacará la parte baja de su oponente e intentará atacar la nuca, puesto que es un punto flaco. Vuelve a atacar, ésta vez su espada choca contra la mía. El sonido del metal es fuerte. Veo en su mirada desesperación y desafío, una mirada muy oscura comparada a la del niño orgulloso y egocéntrico que me vencía en todo los ámbitos de mi vida.

Doy un giro para librarme de su ataque, lo deja bastante desconcertado y me mira con algo de ira en la mirada, no puedo sentirme más que algo contento por ser yo quien lo deje en ese estado. Se acerca corriendo pero doy una voltereta para atrás y lo evito. Cada vez se cabrea más por no poder llegar a atacarme. Entonces hago un amago de esquivarlo pero le ataco. Él se defiende pero ya logré llegarle a un brazo y hacerle un pequeño corte en éste.

- Recuerda, la mejor defensa siempre es un buen ataque. - le susurro, rememorando palabras que él decía siempre mientras luchábamos.

- ¿Qué? - anda despistado y, por lo que noto, dolorido. No va a ser difícil ganarle en éste estado. Pero también me quiero divertir.

Dejo que me ataque, lo hace con fuerza pero lo recordaba más fuerte. Ataca desesperado, cansado... Pero aún así lucha como un guerrero poderoso, un pequeño fallo y estoy muerto. Le doy ventaja bajando mis defensas como nunca lo hice. Las bajo de tal manera que en un movimiento me logra tirar al suelo. Miro a mi madre, está muy tensa y asomada al palco. Devuelvo mi mirada en Zeil, que rencorfortado se coloca sobre mi y me mira con superioridad.

- ¿Preparado para morir como un pobre, principito? - escupe serio y clava la espada junto a mi cara, haciendome un pequeño corte en la mejilla.

- Ni de broma. No pienso dejar que ganes otra vez Zeil. Me cansé de que siempre ganes tú, de que siempre te lleves la mejor parte.

- ¿Pero qué? Nunca había peleado contra ti.

- Así que es verdad no recuerdas, ¿eh? - me rio sorprendido de que los rumores de su perdida de memoria era real - Es igual, se acabó, ya no soy un pequeñin y ésta vez gano yo.

Intenta dar un un último golpe, pero esquivo su espada y con un movimiento de piernas le hago perder algo de equilibrio y logro ponerme de pié. Alcanzo mi arma y le ataco. Somos los dos rápidos, pero yo en estos instantes estoy en mejor forma física, así que la victoria es mía, de hecho si yo quiero hasta su vida es mía. La pelea se vuelve bastante negra Yo lucho tranquilo y, debo reconocerlo, algo vengativo también. Zeil lucha desesperado, nervioso; llegando al punto de cometer errores que solo haría un novato. Ya me aburre, quiero acabar con ésto. En un ágil movimiento le doy una patada en la espalda. Lo destrozo al momento. Se queda sin aire tirado en el suelo. En un vano intento de continuar, alarga el brazo para llegar a su arma pero la aparto de una patada. La gente vitorea como loca. Se oyen gritos de pasión y emoción en todo el estadio. Ha sido el mejor Dereom de toda la historia Saifuche.

- Zeil, se acabó la pelea. Gané yo, rindete - le digo en un tono amable arrodillandome ante él. La espalda lo tiene que estar matando, porque se rinde definitivamente.

Miro hacia Lon, indicándole que me ayude a transportar a Zeil hacia la enfermería, o mínimo sacarlo de la arena. Se acerca corriendo y me ayuda a transportar a Zeil a la mazmorra más cercana, justo a la que se encuentra el niño al que Zeil fue a visitar en bastantes ocasiones durante su espectáculo hoy en la arena.

- ¡Zeil! - se acerca el niño preocupado por Zeil.

- Tranquilo, se pondrá bien - calmo al joven. - Lon, ve a buscar a Torin para que le cure. - ordeno al hombre fortachon que se hayaba a mi derecha. Éste sale despedido hacia la enfermería. Al momento llegan tanto Lon como Torin para ayudarme a llevar a Zeil. Pronto llegamos a la enfermería y obligo a Zeil a tumbarse en la camilla. Mientras Torin prepara un tranquilizante de caballo para inyectarselo a Zeil.

- ¿Por qué no acabaste conmigo? - dice Zeil por lo bajo. - No soy un simple gladiador, soy el principe de tu mayor preocupación y seguramente soy la persona que se ha llevado por delante más vidas de tus soldados. ¿Por qué no me mataste?

- No soy como tu, Zeil. No soy capaz de arrebatar una vida sin ton ni son. Y menos la vida de mi mejor amigo de la infancia.

- ¿Amigo? Si no te conozco. Deduje que eres el principe de este lugar por tus vestimentas y por la forma que tienes de coger la espada, que es inconfundible, nada más. Por saber, no se ni tu nombre.

- Nahuel - me presento. Torin se acerca con la jeringuilla preparandola.

- Nahuel, ¿por qué no honraste a tu pueblo? No matándome, pero si dejándome más desecho. Demostrando tu fuerza y poder.

- Yo creo que ya estás suficientemente desecho y además hay más formas de honrar a mi pueblo. No solo existe la forma de hacer daño a los demás. - me mira perplejo. Torin aprovecha y le inyecta la medicina en el brazo. - La verdad es que no pensé que tu acabarias siendo un... - Zeil cae bajo los efectos de el fármaco y se duerme profundamente. - asesino...

sábado, 19 de octubre de 2013

Nahuel Capítulo 7

Es el mejor combate que ha tenido lugar en toda la historia del Dereom.
Se palpa la tensión en la arena... El gladiador enorme mira a Zeil con una mirada asesina.

- ¿Preparado para no ver más la luz del Sol? - le dice a Zeil el gigante medio riendose.

- ¿Ves ésta espada? - pregunta el joven - Pues vas a sentir su frío metal. Luchemos en la oscuridad.

Como un rayo Zeil se lanza a atacarle, pero el gigante le esperaba así que con un rápido giro de brazo lo coge y le lanza contra una pared,  provocando que Zeil choque contra ésta con brusquedad. Le miro desde las alturas, casi de pie por la tensión. Zeil está tirado en el suelo. De repente mira hacia mi dirección, me observa... ¿Me recordará?

- ¡¡¡Pulga, levantate para luchar!!!!- grita el contrincante de Zeil - No querrás defraudar a todo tu país, los niños te recordarán como un cobarde y....

Un grito de furia proveniente de Zeil interrumpe al hombre. Con una rapidez casi inhumana Zeil se lanza hacia el gigante. La espada del muchacho alcanza al gigante en la nuca con una maestría intachable. Se separan unos instantes. El gigante se tambalea mareado por el golpe y Zeil cae de rodillas tocandose la espalda, el golpe contra la pared le debe de estar pasando factura...

Zeil se levanta para rematar la tarea. Avanza hacia el gigante espada en ristre, esta suena fuertemente chocando contra la armadura del gigante. En un hábil movimiento Zeil le tira arena a los ojos a su contrario, este desorientado y con los ojos inutilizados pierde toda capacidad de defensa o de ataque. Pero es un momento muy propicio para Zeil. Le vuelve a dar un corte en las piernas y el gigante cae sin fuerzas para mantenerse de pié, con las piernas sangrando por los múltiples cortes popinados en la pelea. Zeil lo remata con un golpe seco en la sien.

Se alza campeón. Clava la espada en el suelo y se quita el casco, provocando un vítoreo de la gente más animado y sonoro. Sin duda es Zeil, con ese pelo, esos ojos... Todas las pequeñas dudas que pudiera tener se desvanecen. Me mira desafiante, yo lo observo fascinado. No me puedo creer que después de tantos años haya cambiado tan poco, es igual que antes... A mi memoria acuden imagenes de nosotros peleando bajo la atenta mirada del sensei; de como siempre yo acababa comiendo el polvo mientras Zeil ganaba siempre y Ata... Que siempre me curaba las heridas y me trataba con cariño... ¿Qué será de Ata?

Despierto de mis ensoñaciones. A Zeil lo retiran de la arena para un descanso. Salgo pitando del palco para cambiarme de ropa, quiero ver quien de los dos, después de pasados diez años, muerde la arena y con esta ridícula ropa no voy a ningún lado.

- ¿A dónde vas, Nahuel? - mi madre me agarra de la manga de la camisa deteniendome.

- A pelear como gladiador - le contesto seco.

- ¡¿Qué?! ¡Ni hablar! Siéntate y mira como otros pelean, como es tradición. No es decoroso que un rey peleé como gladiador. Tu padre no lo haría.

- ¡Yo no soy papá ni tampoco soy rey! - me zafó de su agarre de un gesto. - Así que voy a pelear contra ese muchacho porque es la persona que más soldados a matado y además es la persona que lleva superandome toda mi vida, ya es hora de que le demuestre que no soy un pequeñajo. - ignorando las palabras hirientes que le acababa de soltar a mi madre me dirijo con rapidez a los fosos.

Allí encuentro a Torin, la mujer encargada de las curas a los gladiadores y de la gestión monetaria de aquel sitio, ya que la entrada a ver el expectaculo no era gratis.

- ¡Torin! - la llamo antes siquiera de que acabe de bajar las escaleras - Voy a pelear contra el gladiador que hay en la arena. - sentencio, dejando a Torin con la boca abierta.

- Bien, alteza... Pues necesitará...

- Ropa, armadura y mi espada. Y lo necesito ya. Ve a por mi arma y la armadura yo me cambiaré. - le ordeno.

- Si, señor... - Torin sale despedida hacia la dirección opuesta a la mía.

Encuentro mi ropa en su sitio de siempre y me la pongo con alivio... Por fin me despojo de ese traje de repipi. Torin llega con todo lo que le pedí. Me pongo la armadura, cojo mi espada y voy directo a la arena.

- Señor recapacite. - me suplica - Es un peligro ese muchacho. Ha acabado con Liroy, y le llevaba tres cabezas y el cuádruple de peso...

- Estaré bien. - con esas palabras salgo a la luz de la arena, dejando a la mujer atrás. Las gradas enmudecen al ver mi figura en aquél despiadado lugar. Veo a Zeil al otro lado del terreno. Se acabo el descanso, que comienze el juego...

jueves, 17 de octubre de 2013

Atanasia capitulo 6

Le llevo deprisa por los oscuros pasillos. Oigo el sonido de la cascada, pero eso no basta para tranquilizarme. No puedo dejar de pensar en Nahu...confío en el sensei, y en que probablemente estará a salvo, pero mis instintos me dicen que algo muy malo va a pasar, y eso me esta inquietando. No puedo pasar por alto que Zeil me necesita para recordar, pero tambien es cierto que yo necesito a Nahu para no deprimirme. Aun sigo enamorada de él, es algo que no puedo evitar.... me preocupa mucho lo que pueda pasarle. Acelero un poco el paso. Miro a Zeil; se le ve agotado, por no mencionar que aún está mojado. Tengo que pensar bien lo que le voy a decir, pues podria estropearlo todo si me paso. Tengo que retener mis pensamientos, lo de antes fue un error que no debo volver a cometer.

No le he secuestrado para recriminarlo ni hecharle la bronca, sino para cumplir una misión. Por fin llego a la puerta de su dormitorio. Aquí podra alojarse cuando no tenga a donde ir. Me preparo, pues este cuarto es muy luminoso, y durante unos segundos no podre ver nada, pues ahora estoy en completa oscuridad. Entrecierro los ojos y abro la puerta. Oigo como Zeil hace el amago de gritar, pero se contiene. Mi vista se adapta rápidamente al cambio, pero la de Zeil parece que ha perdido reflejos. Empieza a frotarse los ojos. Mientras hace esto, decido quitarme la capa. Ahora estoy comoda. En seguida Zeil recobra la vista, y comienza a buscarme con la mirada. No tarda mucho en encontrarme, y se me queda mirando. Parece sorprendido. Intercambiamos la mirada unus segundos.

-Eres tal y como te recordaba - le digo -. Tu pelo negro y hechado para atras y muy picudo, como si fueras un dragon. Y lo que más marca la diferencia, tus ojos malvas, con esa mirada temeraria.

- Si...a todo el mundo le llama la atencion que tenga los ojos malvas - contesta -. Mi tío dice que todo rey tiene algo característico. Por ejemplo, el tambien tiene el pelo negro, pero sus ojos son rojos.

Y ese comentario me induce a piensar de nuevo en aquel pequeño niño de ojos verdes. No puedo evitarlo, lo hago inconscientemente. Nahu nunca habria contestado así. Me habría dado las gracias por el "cumplido" en vez de galardonearse como hace Zeil.

- Aun eres demasiado ingenuo. Tal vez la haya fastidiado, pero no puedo evitarlo.

- ¿¿¿¡¡¡Cómo!!!??? Yo no soy un ingenuo.

- Ya te daras cuenta de que sí lo eres, pero, en este momento no es lo que importa... debo comentarte una cosa muy importante...

- ¿Que estás enamorada de mí? - ¡¡¿¿quééé!!?? ¿¿yo enamorada de Zeil?? Es demasiado creído, egoísta,insensible,ingenuo, machista y desagradable para mí...

-¡¡Noo!!-contesto-escuchame. Sabes que los tres gobiernos estamos en guerra pero, ¿sabes por qué?

- Porque los gobiernos Seifuche y Hikafu se rebelaron contra el mandato del Primer Gobierno, y luego entre esos dos no se decidio quien mandaba y acabaron enfrentándose. - menudo coctel mental tiene el pobre...

- Estás muy engañado - contesto. - desde aquel día no eres el mismo - le digo apenada mientras cogo una cajita de oro blanco con diamantes y rubies incrustados. Me acerco a él.

- ¿Cómo que engañado? Y...¿ a qué día te refieres? - le doy la cajita.

- Esto te pertenece. - le digo.

No le doy tiempo a responder, porque le cogo por el brazo y tiro de él hasta que finalmente cede. Le saco de la habitación y empiezo a caminar deprisa por los pasillos. Son tan oscuros que Zeil va casi agarrado a mí para no perderse. Por fin veo mi destino. La puerta está cerrada, pero veo que el sensei me espera fuera de la habitación. Me paro en seco, haciendo que Zeil se estrelle contra mí y se caiga al suelo.

- ¿¡Pero tu de que vas!? - me grita. En el fondo yo sé que está asustado-. ¿No sabes que está mal tirar a alguien al suelo?

- Bueno, ¿tú no sabes que está mal llamar a tu maestro tío? - suelto inconsciente, acabo de meter la pata hasta el fondo... Él no recuerda al sensei...necesito distraer su atención, y rápido... - Así que cállate si no quieres acabar mal, - con lo creído que es seguro que se olvida de la primera parte... o eso espero...- tu para mucha gente solo eres un objeto.

El sensei se acerca a nosotros.

- Lo has estropeado. Pasamos al plan B - me susurra. - ¿Qué le has dicho? -dice en voz alta - ¿Acaso olvidaste que es peligroso para nosotros que él sepa algo?

- No lo olvido, pero no puedo evitarlo.

- Pues controlate. - y me mira con esa cara de decepcion que yo no soporto.

No puedo seguir delante suya, así que no me queda otro remedio que marcharme, pues si me quedo aquí acabare soltandolo todo. Empiezo a correr por el pasillo otra vez. Estoy exhausta, pero no me detengo. Zeil me sigue.

- Exijo una respuesta - me dice -, una respuesta de lo que pasa aquí.

- No puedo decirtelo - respondo -. Además, aquí tu no puedes exigir ni un vaso de agua.

Empiezo a caminar mas despacio. Por fin, veo la salida, así que dejo que Zeil continue solo. Sin decirle nada voy quedandome atrás. Zeil llega a la puerta y sale al exterior, así que me doy la vuelta y vuelvo a sumergirme en mis pensamientos.

- Nahu...-susurro- ¿dónde estas?

Mis ojos se llenan de lágrimas, y no puedo evitar sentir como unas finas gotas de agua bajan por mis mejillas y me empapan la barbilla. Sigo caminando, pero de repente oigo a nuestros guardias gritar:

- ¡Alto! ¡Detente!

- ¿Y si no quiero?- dice Zeil.

Corro hacia la salida, pero cuando salgo es demasiado tarde. Zeil ha descubierto que son niños.

- Volved con vuestras madres - dice - no tenéis edad para jugar a ser caballeros.

- ¡Pero no podemos!- le grita el más joven. - Desde que los hombres mayores se fueron a la guerra no queda nadie para proteger en palacio, ni en la ciudad.

- Aún así. Volved a vuestras casas. - acto seguido se sube a una moto y arranca. - el mundo esta demasiado desapacible para unos críos como vosotros. - dice apartando la vista de ellos y acelerando.

Zeil capitulo 6

     Aún que me ponga a pensar en mi pasado, no logro recordar gran cosa, por ejemplo, sé que cuando viajé a.... Bueno, no sé a donde, conocí a mis mejores amigos. Solo consigo recordar de eso que me metía mucho con uno que era bastante bajito, y era dos años menor que yo... y esa niña que siempre ponía paz entre los dos.... pero ¿por qué no recuerdo nada mas? Los medicos me dicen que tengo un problema, que solo puedo almacenar seis años de memoria, pero que luego se me olvidan... aún que creo que no es cierto, hice un curso militar hace poco mas de seis años y me acuerdo a la perfección. E inclúso recuerdo ese espantoso día... el día en que mi vida daría la vuelta y desde aquella no soy el mismo...

     A lo lejos se ve las torres del castillo de Saifuche, me empiezo a rodear de un bosque espeso, y el camino comienza a ser de tierra. Cerca de un río paro para coger algo de agua. Kenta se mantiene distante, no se dirige a mí para nada, le ofrezco un poco de agua, la coge con un poco de desconfianza.

      -Cuando lleguemos al castillo, ¿qué es lo primero que quieres hacer?- pregunto con animo, pero se limita a encogerse de hombros- ¿te gustaría que te llevara a dar una vuelta en caballo? Auque no se me de demasiado bien... manejo mejor las motos.

      -Zeil... -dice con voz muy baja y triste- lo único que quiero que recuerdes y que no se te olvide es este nombre: Xíngron, según la leyenda, saber ese nombre te salvara, aún que, estoy empezando a dudar de ti...

     Empieza a llorar... jo, me hace sentir fatal por lo sucedido antes... ¿de verdad soy lo que le demostre a este niño? ¿Un asesino? Creo que por primera vez estoy dudando de mi... Pero es de lo que se trata ser rey, tomar decisiones drásticas, aún que no me gusten.

      Me subo de nuevo a la moto, hago un gesto a Kenta para que se suba y me obedece. Vuelvo a emprender el viaje a la máxima velocidad que el motor da. Me encanta sentir tal velocidad, los ojos llorando, el viento que mueva el pelo... la velocidad en sí. Nos acercamos a la ciudad, aquí reduzco la velocidad a lo permitido. Me da un poco de cosa pasar por el centro, pues hay mucha gente y yo básicamente lucho contra ellos así que es probable que me intentaran matar... vamos nada fuera de lo normal... Entro en el centro de la ciudad, es bastante acogedora. Alguno se percata de quién soy y pone cara de asesino, yo a cambio les sonrío. Cuando empiezan los asquerosos semáforos en medio de la ciudad, me fijo que colgados de los cables hay banderines que ponen: Deremon, y al lado uno que tiene dibujado un escudo y una espada. Me pregunto qué querrá decir. De vez en cuado miro a Kenta, pero el escapa de mi mirada.

      Paramos en otro semáforo que la espera se me hace larga, me fijo en una niña pequeña que me recuerda demasiado a Xana... va con un hombre con uniforme militar, llama la atencion del hombre y me señala, se me acelera el corazón al ocurrir eso. Espero que no sepa quien soy. Pero por mi desgracia se sube a una moto. Me salto el semáforo y salgo disparado, esquivando todo; pero me persigue de cerca. Me meto por todos los callejones posibles, pero aún escucho esa dichosa sirena. No muy lejos veo un puerto de carga en el cual hay muchos cajones de almacenaje y un edificio que no es demasiado nuevo... acelero a tope para dejar al policía atrás, pero me doy cuenta de que la puerta del embarcadero esta cerrada; aún así me dirijo velozmente a ella, es de acero, se puede tirar.

      -¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Zeil, esto es una locura!!!!!!!!!!- me grita al oído Kenta -¡¡¡¡¡¡¡¡¡PARA!!!!!!!!!!

       -¡Nadie me dice lo que tengo que hacer!- le respondo con voz temeraria. -¡¡AGÁRRATE!!

    
       Se agarra a mí, casi me deja sin respiración. Justo a un metro delante de la puerta, consigo hacer un caballito con la moto sobre la rueda trasera y dejarla caer en la puerta. Una vez dentro, consigo escondernos detras de un cajón. Creo que ya no nos sigue. Suspiro tranquilo.

      -¡¡¡¿¿¿Estás loco???!!!- me grita Kenta- Eres más que un peligro, no entiendo como sigues vivo, ¡Todos te persiguen!

      -Kenta - respondo- es simple superviviencia, hay que ser ingenioso en este mundo, porque si no, el mundo acaba contigo, lógica.

       No me contesta, aún que por lo menos consegui que me hablara... Escucho un motor, me bajo de la moto y desenfundo la espada. Miro al otro lado del contenedor, pero no hay nadie, abrá sido mi imaginación.

       -Kenta - digo sin darme la vuelta - sería bueno buscar otro sitio....- me giro y veo a diez policías apuntándome con pistolas... -Oh mierda.

    
       Uno por atrás me pone un saco en la cabeza, intento resistirme, pero me dan un fuerte golpe que hace que caiga incosciente.
    

       Escucho un vitoreo que me despierta. Cuando abro los ojos, veo que estoy encadenado a una pared y en un cuarto de hormigón con una bombilla desnuda parpadeante colgada del techo. Miro a mis lados, no soy el único, hay tres chicos más. El que parece mas mayor está incosciente, el que está a mi derecha esta llorando y el que está a mi izquierda, que creo que es más joven que yo, la verdad es que tiene un peinado similar al mío... me pregunto por qué... me esta mirando.

   

      -¿Eres Zeil?- me pregunta.

       -Claro que sí - contesto orgulloso- ¿Por?

       -¡Soy super fan tullo! -dice, ¡por fin me encuentro con alguien que me alaga! Ya era hora.- Además, también soy del Primer Gobierno... Es una pena que nos condenen a participar en los juegos de Deremon.

      Entra un militar en la sala gritando para que estemos en silencio, todos le tienen miedo, pero no es tan duro como los sargentos de mi ejército.

      -¡Sois los gladiadores de estos juegos! - Grita, me mira extrañado y se acerca a mi- Mira quién se dejo caer aquí, el principito, el niño mimado de Saummus.

       -¡¡¿¿Como te atreves a decirme que soy un niño mimado??!! ¡¡¡¡¡Soy Zeil, el futuro rey del imperio más fuerte de los tres!!! No oses insultarme.

      -¿Y tus papis qué? ¿No te querían y te abandonaron?

     -¡MIS PADRES ESTÁN MUERTOS!

       Encorelizado, me lanzo gritando sobre eel, pero las cadenas me retienen.

        -Tu vas el primero. - me setencia.

         Entre cuatro hombres me cojen y me llevan en volandas porque estoy gritandoles y pegando patadas al aire. Me tiran en una sala llena de tierra, y un porton de rejas que llevan a la arena...Estoy asustado, no se lo que va a pasar... y sobre todo estoy preocupado por Kenta... espero que este a salvo. En la sala entran un hombre super musculoso y una mujer bastante fina y algo mayor. Se acerca a mi, con un trapo húmedo y que huele a lavanda, me limpian la cara con cuidado.

        -Lon, tenga cuidado al ponerle el casco- dice la mujer al hombre- tiene una cara muy linda como para macarla.

       -Me da igual, le pondré el casco y ya.

       Ella me ayuda a ponerme en pié, el gorila del hombre se hacerca a mi con un yelmo estilo trollano, la verdad esque el casco me recuerda a casa... Espero que no me lo quiera poner... ocultar mi rostro es delito, ya que quieren que participe en unos juegos de pura lucha, pues que no me oculten.

      -¿No me irás a poner eso? -Comento.- ¿os da vergüenza que este aquí? -  la respuesta me tradan- ¡¡Exijo una respuesta YA!!

     - Cállate - habla por lo bajo interrumpiendome.

      -¿¿¡¡CÓMO SE TE OCURRE INTERRUMPIRME !!?? ¡¡Soy Zeil, El príncipe de Primer Gobierno!! ¡¡Nadie me interrumpe!! ¡¡¡EXIJO HABLAR CON EL REY DE AQUÍ!!!

      El hombre se cansa y me pone el casco a la fuerza.

 
      -¿¿¡¡Qué haces!!??- le grito.-  ¡A mí nadie me toca! ¿Está claro?

 
      De repente me vienen a la mente unas imágenes, es un niño bajito con un casco que le queda grande y que lucha contra mi, o que por lo menos lo intenta. "Zeil, porfa, para de llamarme pequeñin" dice el niño.

     Vuelvo en mi. Me cogen, me dan una espada y me tiran a la arena, bueno, a luchar se ha dicho. Cogo la espada que me dieron, es bastante grande. Miro a mi alrrededor, es de noche, pero unos pálidos focos me iluminan. Todo el estadio es de piedra antigua, como los que aparecen en los libros de historia, solo que con focos. La gente de las gradas me esta vitoreando o abucheando, no estoy seguro, estoy demasiado nervioso. Observo las demas puertas, y en una de ellas veo a Kenta, corro para ver como esta, él se acerca a los barrotes.

     -Zeil- dice casi llorando- tengo miedo, porfavor, sal vivo de aquí.

      -¡Gusano!- me dice una voz muy grave.

      Cuando me giro veo que me espera un hombre alto y super musculoso, vamos un orco. ¿Estrategia? Atacar a las piernas y que no ande. Se acerca a mí para atacar con rabia, lo esquivo con rapidez y le doy el primer corte, pero no le hace efecto, ataca de nuevo, esta vez me cuelo entra las piernas, la gente empieza a gritar mi nombre, me coloco en posición de ataque para saltar en cuanquier momento.

         -Venga pulga, vamos a jugar- dice.

        -Vale orco, pero te advierto de que siempre gano a este juego.

       Corro hacia el, salto por encima y me cuelgo de su espalda, a ver si se cansa, intenta tirarme, pero no lo consigue, entonces empieza a golpearme contra la pared, es muy fuerte, pero intento resistir, aún que creo que voy a tener una hemorragia interna. Tras el quinto golpe caigo al suelo dolorido y me cuesta respirar. Miro al "Titán", tiene una gran piedra en la mano, le miro con cara de pena. ¿En serio me va a matar? Que se lo cree él. Me levanto de un salto y le doy un corte en las piernas bastante profundo. Y esta vez si que cae. Me pongo por detras, cojo la espada por el filo, y con la empuñadura le doy un golpe en la nuca y cae incosciente. Me pongo en medio y levanto la espada victorioso. Me hacerco corriendo a Kenta y le consuelo un poco, pero cuando me vuelvo veo que la lucha sigue.

      

Nahuel Capítulo 6

- ¡¡Buenos días, hijo!! - irrumpe mi madre muy temprano en mi habitación, armando jaleo, abriendo todas las persianas de par en par y arrancandome de mi soñar de una forma muy poco placentera. - ¡Hoy es el día! Comienza el Dereom. Despierta y arreglate bien guapo para el evento, quiero que sea inolvidable ésta fiesta.

- Mamá... - protesto inmerso en las sábanas, pero mis intentos de evitar deslumbrarme son en vano ya que mi madre me quita toda posibilidad de quedarme en cama cuando me destapa completamente.

- Arriba, jóven. - me ordena. Aún dormido me obligo a obedecer y me levanto bostezando - Bien. Nahuel, Elva te ha traido el traje que has de utilizar hoy. Póntelo y baja a desayunar al salón real. Hoy no desayunaras en la cocina como un mozo de cuadra, ni llevarás esa andrajosa vestimenta.

- ¡Eh! Que a ti no te guste no quiere decir que a mi no m guste vestir así y desayunar como un mozo de cuadra. - protesto

- Hoy estoy demasiado felíz como para discutir sobre eso. Cambiate, arreglate y baja.

Y sale de la habitación, dejandome solo. Miro hacia la ropa que me he de poner para la ocasión. Solo se la puede describir como horrible. Aquel traje se componía de una chaqueta oscura, un pantalón pirata a juego, camisa blanca con en el cuello un pañuelito, mocasines y leotardos blancos... ¡¡Leotardos!! Si no fuera por la mirada ilusionada de mi madre quemaría esa ropa en ese mismo momento.

Salgo de la habitación según termino de arreglarme, mi madre me ve y con un sonoro "¡Pero qué guapo está mi niño!" me deja en ridículo aún más que llevando esta ropa feisima. Ya la situación no va a empeorar así que me resigno y después de un paseo por todo el recinto durante todo el día donde se celebra la fiesta, como es costumbre, nos dirigimos al palco real al anochecer, donde veremos la mejor parte del Dereom: el combate de gladiadores. Consiste en dos prisioneros condenados, los cuales pelean en una arena hasta que uno de los dos cae, todo método está permitido.

Me siento esperando divertirme más que en todo el día. La gente grita apasionada haciendo que el eco retumbe en las antiguas paredes. Comienza el combate, la campana suena y los gladiadores salen a la arena. El primero de ellos es un hombre de gran estatura, de unos dos metros y además muy feo. Éste se regodea en los vítores de la gente. Al segundo gladiador lo tiran a la arena desde dentro de una de las puertas. Es un muchacho, no mucho más mayor que yo, lleva un casco que le tapa la cara y su cuerpo es bastante musculoso. Coge el arma que se le proporcionó y mira la arena, supongo que para reconocer el terreno. De repente se dirije a una puerta corriendo en la que hay un niño, no se escucha lo que se dicen pero el niño parece muy asustado.

- ¡Gusano! - le grita con una voz grave el gigante a su contrincante. El joven se gira, tarda segundos en reaccionar, pero finalente se coloca en posición de ataque. La gente sigue con sus vítores escandalosos, se hace difícil entenderlos.

- Venga pulga, vamos a jugar - le dice el gigante al chico.

-Vale orco, pero te advierto de que siempre gano a este juego. - replica el joven. Algo me mosquea, conozco esa voz, está cambiada pero es la misma voz.

El pequeño, en comparación a su  contrincante, corre hacia su enemigo y salta sobre el gigante con gran agilidad y se cuelga del cuello, haciendo así que el enorme hombre se canse más rápido. Pero la jugada no debe de salir como el joven pretende porque el gigante le golpea repetidas veces contra la pared. El joven cae exhausto y el gigante se hace con una piedra enorme y avanza amenazante hacia el muchacho. Este se levanta de un salto y con gran rapidez le hace un corte en las piernas, lo suficientemente profundo para que el gigante caiga. El pequeñin coge la espada y le propina un golpe seco en la nuca al gigante con el mango, lo que hace que quede inconciente. El joven, contra todo pronóstico, se proclama el ganador. Caminando con chulería se coloca en el centro de la arena y levanta la espada victorioso.

Me quedo de piedra. Solo conocí a una persona en toda mi vida que tenga esa habilidad de análisis en la lucha tan desarrollado, esa agilidad ignata y ese afán de protagonismo al vencer una pelea...

- ¿¡Zeil!?- exclamo. Ahora me doy cuenta de que los gritos de la gente vitorean puede que sean para el príncipe del Primer Gobierno, mi mejor contrincante y mi mejor amigo de la infancia.
     
Zeil corre hacia la puerta en la que está ese niño, pero ni tiempo le da a hacer nada ya que el gigante vuelve a la carga.

      

jueves, 3 de octubre de 2013

Nahuel Capítulo 5

Mi madre me obliga a escoger cosas que realmente me dan igual, así que lo que me dedico a hacer todo el día es sonreír y asentir a cada pregunta que me hacen. Al anochecer mi madre cree que vale por hoy y yo, aliviadísimo, me voy a mi habitación corriendo.

Cierro la puerta para evitar que me molesten, enciendo el ordenador y cojo el libro de los dragones de su escondite. Investigaré sobre el sueño que me ha rondado por la cabeza todo el santo día. Busco en el libro el nombre del autor o siquiera el titulo del mismo libro. Pero no veo en el libro ninguna de esas titulaciones, no pone nada. Así que me dispongo a investigar la palabra tan extraña que había en común entre mi sueño y el libro. Tecleo rápido y el buscador lentamente me da las respuestas a lo que busco. Entro en el primer enlace, una página antigua y en desuso.

Nadie usaba ya ordenadores, las cosas electrónicas obsoletas. La electricidad se había colapsado hace cientos de años así que casi nada funcionaba. La poca gente que usaban electrónica eran los más ricos y los tios raros que no podían despegarse de la pantalla.

La página en la que entro dice:

"Forsvaret.

En la antigua noruega se decía que Forsvaret era un ser mitológico el cual tenía la función de defensa. Cuentan los antiguos nórdicos que en un momento de necesidad el Forsvaret se levantaría de la oscuridad para contrarrestar al mal y destruirlo con una luz verde de esperanza. La leyenda cuenta que sólo quien tenga la fuerza necesaria para defenderse contra las más impasible de las tormentas podrá encontrar al ser mágico pero tendrá que..."

E Internet se cuelga, así que no puedo leer más. Esa es la razón porqué no se utiliza nunca Internet. Defraudado por la poca información que he podido obtener, desconecto el viejo ordenador y salgo de la habitación, sin rumbo fijo. Arrastrando los pies y por el suelo de piedra del castillo y cabizbajo pienso en las cosas que sucedían a mi alrededor últimamente. Sin quererlo acabo enfrente de los establos. Me quedo totalmente quieto al oír dentro una suave voz femenina. ¿Qué hara una doncella a esas horas en el establo? Indeciso no sé si entrar o no. Acabo entrando y lo que veo me encandila. Una muchacha jóven, más que yo inclúso, acaricia a Azabache con unas manos de porcelana. Mi caballo respira tranquilo y calmado.

- ¿Qué hace aquí a éstas horas, señorita? - pregunto con la mayor autoridad que encuentro.

La jóven se gira sorprendida, provocando el ondear de su vestido junto con su capa de la cual la capucha que llevaba se le escurriera hacia la espalda, dejando al descubierto un pelo de color negro como el de mi caballo, semi recojido en un complicado peinado de trenzas, no muy típico de ésta región.

- ¡Perdonadme! - se disculpa inmediatamente - Es que estaba el caballo intranquilo y no pude evitar entrar a calmarle lo que pudiera.

- Pues gracias.

- ¿Por qué me da las gracias? Me he colado en el establo real sin permiso, lo último que me esperaría era que me diera las gracias.

- ¿Y que os esperariais? - pregunto curioso por esa extraña muchacha.

- No sé, pues que avisara a los guardias, éstos al príncipe y me metieran en los calabozos por allanamiento. - ¿no me reconoce? ¿no sabe que yo soy el príncipe? La oportunidad de que me trataran como una persona común y no como un niño de sangre azul se presenta ante mis ojos en ese mismo instante, con esa chica salida de la nada.

- No haría eso. Pero también porque yo a ese caballo le tengo mucho aprecio, - me acerco al animal y le acaricio el hocico, quedando cerca de la jóven. - es un amigo.

- La verdad es que es un animal precioso - la miro y veo sus ojos azules resaltar en su dulce cara. Es una chica muy bella.

- Si... Precioso... - susurro como un estúpido sin poder quitar mi vista de ella. Me mira y aparto la mirada. ¡Qué vergüenza! Sólo espero no acabar rojo como un tomate. - Soy Na... Nathanael - me invento, no puedo dejar que descubra que soy el príncipe y perder la oportunidad de ser un chico normal.

- Yo Vi... Vienna- me sonríe. Espero que sólo haya sido mi imaginación la que me dice que nuestras presentaciones han sido en tonos parecidos. - Encantada, Nathanael. He de marcharme ya es muy tarde.

- Buenas noches, Vienna. - con todo el valor de mi cuerpo le tomo la mano y se la beso como un caballero. La noto sonrojarse algo pero al los instantes sale casi corriendo de los establos. Yo hago lo mismo con dirección a mi habitación. Ojalá la vea mañana en el Dereom...