Nos preparamos al tiempo. Yo cojo mi arma de manera especial, desde pequeño siempre me ha sido más cómodo a mi forma de luchar el cojer la espada del revés. Me mira precavido, conociéndolo esa mirada significa que me está inspeccionando para lograr la victoria.
Me ataca con una velocidad pasmosa para el dolor de espalda que debe de tener. Le evito fácilmente. No ha cambiado su forma de atacar. Con fuerza y velocidad atacará la parte baja de su oponente e intentará atacar la nuca, puesto que es un punto flaco. Vuelve a atacar, ésta vez su espada choca contra la mía. El sonido del metal es fuerte. Veo en su mirada desesperación y desafío, una mirada muy oscura comparada a la del niño orgulloso y egocéntrico que me vencía en todo los ámbitos de mi vida.
Doy un giro para librarme de su ataque, lo deja bastante desconcertado y me mira con algo de ira en la mirada, no puedo sentirme más que algo contento por ser yo quien lo deje en ese estado. Se acerca corriendo pero doy una voltereta para atrás y lo evito. Cada vez se cabrea más por no poder llegar a atacarme. Entonces hago un amago de esquivarlo pero le ataco. Él se defiende pero ya logré llegarle a un brazo y hacerle un pequeño corte en éste.
- Recuerda, la mejor defensa siempre es un buen ataque. - le susurro, rememorando palabras que él decía siempre mientras luchábamos.
- ¿Qué? - anda despistado y, por lo que noto, dolorido. No va a ser difícil ganarle en éste estado. Pero también me quiero divertir.
Dejo que me ataque, lo hace con fuerza pero lo recordaba más fuerte. Ataca desesperado, cansado... Pero aún así lucha como un guerrero poderoso, un pequeño fallo y estoy muerto. Le doy ventaja bajando mis defensas como nunca lo hice. Las bajo de tal manera que en un movimiento me logra tirar al suelo. Miro a mi madre, está muy tensa y asomada al palco. Devuelvo mi mirada en Zeil, que rencorfortado se coloca sobre mi y me mira con superioridad.
- ¿Preparado para morir como un pobre, principito? - escupe serio y clava la espada junto a mi cara, haciendome un pequeño corte en la mejilla.
- Ni de broma. No pienso dejar que ganes otra vez Zeil. Me cansé de que siempre ganes tú, de que siempre te lleves la mejor parte.
- ¿Pero qué? Nunca había peleado contra ti.
- Así que es verdad no recuerdas, ¿eh? - me rio sorprendido de que los rumores de su perdida de memoria era real - Es igual, se acabó, ya no soy un pequeñin y ésta vez gano yo.
Intenta dar un un último golpe, pero esquivo su espada y con un movimiento de piernas le hago perder algo de equilibrio y logro ponerme de pié. Alcanzo mi arma y le ataco. Somos los dos rápidos, pero yo en estos instantes estoy en mejor forma física, así que la victoria es mía, de hecho si yo quiero hasta su vida es mía. La pelea se vuelve bastante negra Yo lucho tranquilo y, debo reconocerlo, algo vengativo también. Zeil lucha desesperado, nervioso; llegando al punto de cometer errores que solo haría un novato. Ya me aburre, quiero acabar con ésto. En un ágil movimiento le doy una patada en la espalda. Lo destrozo al momento. Se queda sin aire tirado en el suelo. En un vano intento de continuar, alarga el brazo para llegar a su arma pero la aparto de una patada. La gente vitorea como loca. Se oyen gritos de pasión y emoción en todo el estadio. Ha sido el mejor Dereom de toda la historia Saifuche.
- Zeil, se acabó la pelea. Gané yo, rindete - le digo en un tono amable arrodillandome ante él. La espalda lo tiene que estar matando, porque se rinde definitivamente.
Miro hacia Lon, indicándole que me ayude a transportar a Zeil hacia la enfermería, o mínimo sacarlo de la arena. Se acerca corriendo y me ayuda a transportar a Zeil a la mazmorra más cercana, justo a la que se encuentra el niño al que Zeil fue a visitar en bastantes ocasiones durante su espectáculo hoy en la arena.
- ¡Zeil! - se acerca el niño preocupado por Zeil.
- Tranquilo, se pondrá bien - calmo al joven. - Lon, ve a buscar a Torin para que le cure. - ordeno al hombre fortachon que se hayaba a mi derecha. Éste sale despedido hacia la enfermería. Al momento llegan tanto Lon como Torin para ayudarme a llevar a Zeil. Pronto llegamos a la enfermería y obligo a Zeil a tumbarse en la camilla. Mientras Torin prepara un tranquilizante de caballo para inyectarselo a Zeil.
- ¿Por qué no acabaste conmigo? - dice Zeil por lo bajo. - No soy un simple gladiador, soy el principe de tu mayor preocupación y seguramente soy la persona que se ha llevado por delante más vidas de tus soldados. ¿Por qué no me mataste?
- No soy como tu, Zeil. No soy capaz de arrebatar una vida sin ton ni son. Y menos la vida de mi mejor amigo de la infancia.
- ¿Amigo? Si no te conozco. Deduje que eres el principe de este lugar por tus vestimentas y por la forma que tienes de coger la espada, que es inconfundible, nada más. Por saber, no se ni tu nombre.
- Nahuel - me presento. Torin se acerca con la jeringuilla preparandola.
- Nahuel, ¿por qué no honraste a tu pueblo? No matándome, pero si dejándome más desecho. Demostrando tu fuerza y poder.
- Yo creo que ya estás suficientemente desecho y además hay más formas de honrar a mi pueblo. No solo existe la forma de hacer daño a los demás. - me mira perplejo. Torin aprovecha y le inyecta la medicina en el brazo. - La verdad es que no pensé que tu acabarias siendo un... - Zeil cae bajo los efectos de el fármaco y se duerme profundamente. - asesino...
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